SYDNEY, viernes, 6 junio 2008 (ZENIT.org).- Cuando los ángeles de la tierra se ocupan, pueden hacer cosas asombrosas.
Tomemos por ejemplo al sacerdote y piloto padre John Fowles, que ha dedicado el mes pasado a liderar un escuadrón de «ángeles volantes» por toda Australia en un «maratón volante» para recaudar fondos con los que enviar a diez peregrinos de Timor Oriental a la Jornada Mundial de la Juventud 2008 en Sydney.
El sacerdote preside la «Fly Away to Heaven Initiative», fundada para ayudar a financiar proyectos de ayuda en Timor Este.
El padre Fowles circunnavegó Australia en un avión Jabiru J400, llamado «Alas de Ángel» que construyó él mismo.
Su escuadrón está formado por ocho aeroplanos y todos ellos hicieron parada en las mayores ciudades y pueblos de toda Australia entre el 1 de mayo y el 3 de junio.
Los colegas pilotos del sacerdote, en este viaje de 7.500 kilómetros, tienen variedad de antecedentes y no todos son católicos.
«Estos pilotos lo están haciendo por algo que vale la pena y que les atrae», dijo el padre John, sacerdote de la parroquia del Inmaculado Corazón de María de Thurgoona, Nueva Gales del Sur.
Y aunque no se conoce el recuento final de la colecta, y falta mucho por llegar, se espera que el «maratón volante» llegue a cerca de 500.000 dólares entre donativos y venta de un CD titulado «Earth Angels Care«.
El cantante de música country Korey Livy ha acompañado al grupo en diversas paradas para cantar «Earth Angels Care«, una canción especialmente compuesta para el «maratón volante».
«Para estos timoreses, la posibilidad de compartir ese día con jóvenes de todo el mundo es sólo un sueño –dijo el padre Fowles–. ‘Fly Away to Heaven’ espera hacer realidad ese sueño».
El resto de los donativos irán a otros proyectos del país, siendo una prioridad los orfanatos.
Pero el padre Fowles dice que la parte más importante del proyecto «Fly Away to Heaven» ha sido la oportunidad de hacer crecer la conciencia sobre la situación del pueblo timorés del Este.
«Estamos completamente contentos en este país. No nos falta de nada. Siempre tuve un celo misionero por hacer algo por aquellos menos afortunados que nosotros -dijo–. Nuestro vuelo de ‘buena voluntad’ inspirará a otros a asumir el compromiso por los pobres y necesitados».
Por Catherine Smibert, traducido del inglés por Nieves San Martín