OTTAWA, miércoles 8 de octubre de 2008 (ZENIT.org).- En un medio ambiente en el que los medios de comunicación principales prácticamente ignoran los nuevos puntos de vista positivos de la Iglesia, hay mucho trabajo que hacer para dar a conocer la verdad, afirma monseñor Prendergast, arzobispo de Ottawa (Canadá).
El arzobispo Terrence Prendergast fue arzobispo de Halifax, Nueva Escocia, durante casi diez años antes de ser nombrado el año pasado para guiar la diócesis de Ottawa, que incluye la capital de Canadá.
Mientras los canadienses miran a las encuestas del próximo 14 de octubre, Zenit habló con el arzobispo sobre las venideras elecciones parlamentarias y los temas que cree más relevantes para los votantes.
-Ha pasado apenas un año desde que inició su labor como arzobispo de Ottawa. ¿Cuáles son algunos de los retos para el pastor de la capital del país?
Monseñor Predergast: Para mí, el mayor desafío, que todavía estoy afrontando, es conocer la archidiócesis y sus miembros: Hay 51 parroquias francoparlantes, 61 anglohablantes y parroquias étnicas con una complejidad que va más allá de lo que conocía en Halifax, aunque supe algo de estos asuntos en tres años y medio como obispo auxiliar en Toronto. Tenemos cuatro consejos escolares –dos en inglés y dos en francés--, de manera que empezamos por visitar las escuelas y oir las preocupaciones de los estudiantes y tratar de responder a sus estimulantes preguntas.
No he tratado a los políticos de modo diferente, en el sentido de individualizarlos, durante los pasados quince meses, pero he tenido encuentros con servidores públicos a nivel municipal, provincial y federal. Han sido todos cordiales y amables.
Quizá porque Ottawa es una ciudad tan política, inevitablemente las cosas que digo tienen una amplia repercusión que yo podría haber previsto. Tal es el caso de mi respuesta, en una sesión de "Theology on Tap", sobre la posibilidad de negar la comunión a un político casado, por ejemplo, que tiene una posición proaborto. Expliqué que el canon en cuestión era claro y que se requerían ciertas condiciones pero, al final, invitar a una figura pública a abstenerse de recibir la santa comunión porque está "fuera de la comunión" con la Iglesia, en una materia grave, es un enfoque medicinal de la Iglesia para reconducir a la persona al camino que lleva a la salvación y a la vida eterna.
Inicialmente, el único reportero presente hizo una crónica marginal –pues el tema de la noche era el Congreso Eucarístico- que sólo públicó un periódico católico de Canadá occidental. Pero los medios de Ottawa la cogieron e hicieron de ella un reportaje de cabecera.
Estoy todavía en el proceso de conocer a los hombres y mujeres que prestan servicio público, pero espero que sepan que valoro su sacrificio por el bien común y también que me preocupa su bienestar espiritual, aunque esto pueda llevarles a reflexionar sobre sus comportamientos políticos.
-¿Su ministerio como arzobispo ha hecho cambiar un ambiente tan politizado?
-Monseñor Prendergast: No soy consciente de llevar adelante mi ministerio de modo diferente a como lo hice en Nueva Escocia: mi preocupación aquí, como allí, es por todo el rebaño del Señor, en la parcela de esta viña que me ha confiado el Santo Padre. Lo que puede ser un poco diferente es que cada vez estoy más convencido de la necesidad de hacer causa común con otros que comparten la misma visión del hombre y de la sociedad de la Iglesia de Cristo.
En las provincias marítimas de Canadá esto significa buscar la ayuda de los cristianos evangélicos; aquí en la capital significa hacer causa común con quienes en las muchas religiones presentes ven la importancia de la fe en el ámbito público.
Por ejemplo, hace unas semanas, un rabino local respetado y yo hicimos pública una declaración conjunta sobre nuestra preocupación por las conciencias de los médicos y otros personal sanitario cuando el Colegio de Médicos de Ontario (CPSO), a instancias de la Comisión de Derechos Humanos de Ontario, propuso que los médicos que tienen conflictos de conciencia –como en los casos de aborto, inseminación artificial, etc- deberían remitir los pacientes a un colega que realizará el procedimiento que estos profesionales creen en conciencia que es inmoral, o que les pone en riesgo de ser citados por discriminación.
La propuesta inicial del Colegio de Médicos fue corregida, pero la formulación revisada sobre este tema todavía causa preocupación. Todos los que tienen motivaciones religiosas deberían estar preocupados.
-Hay actualmente una elección federal en Canadá. ¿Cuáles son los temas e intereses que afrontan los votantes católicos en el país?
-Monseñor Prendergast: La Conferencia Episcopal de Canadá propuso una especie de guía de estudio para los católicos, urgiéndoles a implicarse en el proceso político –expresando gratitud a quienes se presentan como candidatos--, con cuatro puntos principales que los católicos pueden afrontar en tiempo electoral.
Son: el derecho a la vida situado como el principio fundante que sostiene los demás. Por ejemplo, oponiéndose a quienes están a favor del aborto, y preguntando a los candidatos si votarían en favor de la eutanasia si se introdujera un proyecto de ley en el Parlamento; dar prioridad a la atención a los pobres y necesitados como señal de respeto por la dignidad de cada persona desde el momento de la concepción hasta la muerte natural; buscar claridad sobre las intenciones respecto a la guerra en Afganistán; y cuidar el medio ambiente como un aspecto de la administración de la creación.
Excepto por la introducción del medio ambiente como un tema en la campaña federal electoral debido a la creciente popularidad del Partido Verde, pocos de los temas enunciados por los obispos fueron importantes en el debate preelectoral. De hecho, parece haber una conspiración del silencio en cuanto a la cuestión del aborto, siendo todos los partidos o proaborto o no deseosos de que la materia se debata. Esto es lo más frustrante para quienes abrazan la causa de la vida.
-Los católicos a menudo se sienten sin hogar en el proceso político. Un partido político apoya la enseñanza de la Iglesia sobre la vida y la familia pero no la justicia social. En otro partido político la situación es a la inversa. ¿Cómo pueden los católicos conciliar ambas diferencias en la votación?
-Monseñor Prendergast: Muchos canadienses parecen preferir un Parlamento minoritario en el que hay que fomentar la cooperación para el bien común. A esta luz, los valores y principios de cada miembro del Parlamento –de cualquier partido- deberían quizá adquirir mayor peso que el partido que él o ella representan.
Elegir incluso una pequeña minoría en la Casa de los Comunes con sólidas convicciones éticas podría abrir la puerta a la posibilidad de afirmar la vida, por ejemplo, a través de la introducción de legislación para reducir y eventualmente proscribir el aborto, o evitando la legislación para introducir la eutanasia como principio. La capacidad de resistencia en el testimonio a favor de la vida, creo, prevalecerá en último término porque es de Dios.
-El año pasado se prestó mucha atención a las comisiones y tribunales de derechos humanos de Canadá, especialmente por el reconocimiento del matrimonio para personas del mismo sexo. Varios activistas lanzaron quejas contra los cristianos que defienden el retorno a la definición tradicional de matrimonio. ¿Han sido las comisiones de derechos humanos y de libertad religiosa un tema durante la campaña?
-Monseñor Prendergast: Las comisiones y tribunales de derechos humanos han sido un tema de fondo, que, lamentablemente, lleva tiempo sin ser noticia debido a la falta de interés de la mayoría de los medios principales. Estos medios marcan la pa uta de lo que llega a debatirse. Lo descubrí el pasado mes de mayo cuando la mayor manifestación en Parliament Hill –la Marcha por la Vida--, no tuvo ni una sola mención en esos medios. Los informativos de la mañana urgían a la gente a evitar las calles en torno a Peace Tower aquella tarde debido a una manifestación, sin mencionar de qué manifestación se trataba. Una procesión de 150 manifestantes de Falun Gong mereció una cobertura de primera página; un Marcha por la Vida de 8.000 personas no era noticia. Tenemos que trabajar mucho para hacer que se conozca la verdad.
-¿Que temas desearía, como pastor de la capital, que se debatieran en estos comicios?
-Monseñor Prendergast: Junto a los temas mencionados antes, creo que necesitamos exponer la preocupación por aquello que queda al margen de la sociedad, especialmente el estado de pobreza de nuestros pueblos originarios.
-¿Qué pueden hacer los laicos católicos para asegurar que la voz católica se oiga durante el proceso electoral?
-Monseñor Prendergast: Los políticos me dicen que la influencia más importante en su representación de los intereses del electorado es lo que oyen cuando hacen propaganda puerta a puerta. Claramente, no están oyendo los suficiente sobre los intereses que nuestra fe considera urgentes. Necesitamos valentía para dar a conocer nuestras preocupaciones acerca de la vida, la familia y el matrimonio a aquellos que hacen campaña por un cargo público.
Por Pete Vere, traducido del inglés por Nieves San Martín