CIUDAD DEL VATICANO, viernes, 10 octubre 2008 (ZENIT.org).- El padre Thomas Rosica, agregado de prensa en lengua inglesa del Sínodo Mundial de los Obispos 2008, escribe en este artículo sus impresiones sobre el Sínodo.
El autor del artículo se pregunta cuáles son los resultados de un sínodo y qué es lo que llega al pueblo de Dios del volumen de intervenciones, informes, mensajes, propuestas y exhortaciones que se producen en el mismo y nos describe los entresijos de esta magna asamblea.
¿En qué sentido estas reuniones de la Iglesia universal siguen la dinámica de la colegialidad del Concilio Vaticano II? ¿Qué impacto, si lo hay, tienen los sínodos en la vida de la gente corriente que vive lejos de Roma? ¿Cuál debería ser mi papel como uno de los cinco agregados de prensa nombrados, uno por cada idioma, de tal impresionante reunión?, se pregunta Thomas Rosica. Siguen sus impresiones:
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El propósito general de un sínodo está muy claro en el Código de Derecho Canónico (No. 342) de la Iglesia. Establece que el sínodo está integrado por obispos de las diversas regiones del mundo que se reúnen para asistir al Papa con su consejo y para considerar cuestiones inherentes a la actividad de la Iglesia en el mundo.
En los últimos años como profesor de Sagrada Escritura, escuchaba a menudo entre los candidatos al ministerio en la Iglesia: «Los cursos de Escritura son como hacer autopsias en una morgue… Nadie nos enseña cómo recomponer el cuerpo después de la disección». O: «al corazón y alma de la Escritura no se llega hasta haber dejado de lado el texto».
Espero que el sínodo de este año sobre la Palabra de Dios planteará algunas cuestiones reales y ofrecerá algunas sugerencias positivas sobre cómo hacer que la palabra de Dios llegue viva a la Iglesia y al mundo.
Nunca subestimé la relación entre la liturgia y la interpretación de la Biblia. Se puede decir que la Biblia proporcionó un ‘lexicon’ de palabras para el discurso cristiano y la liturgia una gramática sobre cómo usarlo. Este debe ser siempre un principio guía en nuestros propios esfuerzos para hacer que la Palabra de Dios se haga viva en la Iglesia hoy.
El sínodo considerará los frutos positivos de la Renovación Bíblica que recibió las alas y tomó el vuelo en el Concilio Vaticano II.
Los padres sinodales afrontarán también cuestiones y preocupaciones en áreas que todavía hay que estudiar sobre la comprensión, aceptación y recepción de la palabra de Dios en la vida de la Iglesia, y en las vidas de los creyentes de todo el mundo.
Ya está bien de mis reflexiones teológicas y bíblicas. Ahora vienen algunos aspectos intrigantes del sínodo que sólo conocen algunos.
El viernes, los agregados de prensa de los cinco grupos lingüísticos, conocidos en los círculos vaticanos como «Los Cinco», fuimos introducidos en los misterios y los trabajos interiores del Sínodo de los Obispos. «Los Cinco» somos: monseñor Giorgio Constantino (italiano); monseñor Joseph Bato’ora Ballong Wen Mewuda –le llamamos monseñor Joseph- (francés); Jesús Colina (español), el padre salesiano Markus Graulich (alemania), y yo (inglés).
Tras intensas y muy cordiales reuniones con el arzobispo croata Nikola Eterovic, secretario general del Sínodo de los Obispos, y el siempre agradable y sabio padre Federico Lombardi, director de la Oficina de Prensa vaticana, recibimos formalmente nuestras acreditaciones. Recibimos también nuestros títulos formales en el sínodo en latín. No somos «agregados de prensa» sino más bien «Deputati Notitiis Vulgandis».
Teníamos que informar desde «el hongo». Conozco otra clase de hongos gastronómicos pero ahora nos enviaban ¡al hongo vaticano! Se nos dijo que estaba entre la sala de audiencias y la sala del sínodo dentro de la Ciudad del Vaticano. Era una parte del Estado de la Ciudad del Vaticano desconocida para nosotros, excepto para monseñor Giorgio que ha trabajado en otros sínodos.
Subiendo por las escaleras posteriores de la Sala Pablo VI, pasamos a través de varias puertas restringidas y entramos en una colmena de actividad. Supervisados por el alemán Vik Van Brategem, asistente de la Prensa de la Santa Sede, y conocido por su pastoreo del cuerpo de prensa vaticano en la visitas papales, me quedé maravillado de la escena dentro de este gigantesco «hongo». Unos cuarenta adultos jóvenes, de muchas naciones diferentes, trabajando diligentemente en grupos linguísticos en ordenadores, repasando todas las traducciones de todos los informes de prensa y documentos sinodales.
Para mí fue reconfortante ver cuántos jóvenes adultos trabajan duro en el centro neurálgico del Sínodo de los Obispos, dando cuerpo, significado y consistencia a las muchas palabras que se dirán.
Se le llama «hongo» porque la gran estructura moderna de cemento contruída en el aparcamiento, parece proteger al Papa y a los visitantes especiales de las inclemencias del tiempo cuando entran a la sala de audiencias para grandes reuniones. La estructura tiene la forma de un hongo gigante, tan moderno y tan nuevo que parecería fuera de lugar entre los restos arqueológicos y recuerdos históricos de la Ciudad del Vaticano.
Permanezcan en contacto para las palabras que vendrán del Sínodo de los Obispos sobre «La Palabra de Dios en la Vida y Misión de la Iglesia», el tema del capítulo conclusivo de la constitución dogmática sobre la divina revelación Dei Verbum, y secuela natural del sínodo de 2005 sobre «La Eucaristía: Fuente y Cumbre de la Vida y Misión de la Iglesia».
Padre Thomas Rosica, CSB, traducido del inglés por Nieves San Martín