CIUDAD DEL VATICANO, martes 14 de octubre de 2008 (ZENIT.org).- Benedicto XVI tomó la palabra este martes en el Sínodo de los Obispos para proponer que se supere el dualismo entre exégesis y teología que en ocasiones lleva a una lectura sin fe de la Biblia.
El Papa ofreció su intervención sacando su cuaderno de notas personales, sentado en su puesto habitual, en el centro del aula sinodal, hablando en italiano con la precisión con que lo hacía en sus largos años de profesor universitario.
Sus palabras resonaron tras la pausa de descanso de la décimo cuarta congregación general y, como él mismo explicó se inspiran en el trabajo que está realizando para redactar su libro «Jesús de Nazaret», del que está preparando el segundo volumen.
En particular, presentó los criterios que ofrece el Concilio Vaticano II, en la constitución dogmática Dei Verbum (n. 12), para la interpretación de las Sagradas Escrituras.
«Y como la Sagrada Escritura hay que leerla e interpretarla con el mismo Espíritu con que se escribió para sacar el sentido exacto de los textos sagrados –decía el Concilio–, hay que atender no menos diligentemente al contenido y a la unidad de toda la Sagrada Escritura, teniendo en cuenta la Tradición viva de toda la Iglesia y la analogía de la fe».
El Papa consideró que en general los exegetas tienen en cuenta el primer criterio, la unidad de toda la escritura, pero en general se descuida el segundo, la Tradición viva de toda la Iglesia.
El descuido de este criterio, según el Papa, tiene consecuencias. Por ejemplo, dijo, la biblia se convierte en un libro del pasado. «La exégesis se convierte en historiografía».
Según esta visión, en Alemania, por ejemplo, corrientes exegéticas niegan la institución de la Eucaristía, y el cuerpo de Jesús habría quedado en la tumba. De este modo desaparece la presencia de lo divino en lo histórico, constató.
Esta interpretación, siguió diciendo, crea una fosa entre exégesis y lectio divina, y causa perplejidad a la hora de preparar las homilías.
Con esta visión, la escritura no puede ser «el alma de la teología», constató, y la teología deja de ser interpretación de la escritura en la Iglesia.
Para la vida y misión de la Iglesia es totalmente necesario superar el dualismo entre exégesis y teología, subrayó. Son dimensiones de una misma realidad.
Por eso, el obispo de Roma sugirió introducir dos proposiciones para este Sínodo: desarrollar la exégesis no sólo histórica sino también teológica, y ampliar la preparación de los exegetas en este sentido para ampliar la visión de la exégesis.
La intervención del Papa siguió el mismo formato de las intervenciones preparadas por los obispos en el debate y fue recibida con un aplauso.