BUDAPEST, jueves, 13 noviembre 2008 (ZENIT.org).- Es de vital importancia que judíos y cristianos sigan dialogando y colaborando juntos también en la educación de las futuras generaciones en la tolerancia y el compromiso.
Lo afirmó el cardenal Walter Kasper, presidente del Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, al finalizar el II Congreso Internacional organizado por la Comisión de la Santa Sede para las Relaciones Religiosas con el Judaísmo y la Comisión Judía Internacional sobre Consultas Interreligiosas.
El encuentro, tenido en Budapest, Hungría, del 9 al 12 de noviembre, trató sobre «La sociedad civil y la religión, perspectivas católicas y judías». El cardenal ha hecho un balance con ZENIT.
–¿En qué ámbitos los cristianos y los judíos juntos pueden intervenir en y para la sociedad de hoy? ¿Qué aportación especial podemos ofrecer los laicos cristianos, en el marco de esta colaboración?
–Cardenal Walter Kasper: Judíos, católicos, cristianos tienen más o menos los mismos valores y es muy importante poder dar un testimonio común sobre valores como la vida, la justicia, la misericordia, la libertad, los derechos humanos, no olvidándonos de que tenemos también los diez mandamientos en común. Es de gran significado, en esta sociedad postmoderna, dar juntos testimonio porque, si lo hacemos, nuestra voz será más fuerte.
En América Latina, hemos empezado ya a colaborar en favor de los niños desnutridos; hemos fundado juntos una institución que colabora a través de Caritas. Ahora en Sudáfrica hemos empezado a trabajar en un proyecto contra la infección del virus del sida, destinado a aquellos niños contagiados desde su nacimiento.
Hay muchas posibilidades de colaboración: por ejemplo, los judíos tienen escuelas privadas, como nosotros los católicos. Tenemos problemas similares: la financiación, la relación con el Estado, etc. Podemos luchar juntos y lo queremos hacer. Tenemos que afrontar el problema de los derechos humanos y sobre todo los de la discriminación y el antisemitismo En el mundo sin embargo hay también anticatolicismo y anticristianismo; ahora, por ejemplo, se sufre por la persecución de los cristianos en India.
Así vemos que se da una colaboración basada en valores, intereses y desafíos semejantes. En los últimos cuarenta años, ha aumentado una cierta solidaridad, a veces incluso amistad entre los judíos y los cristianos, no sólo en Estados Unidos sino también en Europa y en otras partes.
Durante esta reunión, hemos escuchado una conferencia sobre lo que han hecho en Ciudad de México y en otros países de América Latina. Hoy existe una red de colaboraciones y esto nos produce una gran alegría. Es casi un milagro, porque en el pasado la historia de las relaciones entre cristianos y judíos fue muy compleja y difícil. Todo esto, sin embargo, cambió a partir del Concilio Vaticano II.
¿Qué pueden hacer los laicos? Dar su aportación en la lucha por los derechos humanos, por la caridad, por la justicia, que es su ámbito de responsabilidad, y no sólo de los obispos y de los sacerdotes. Se pueden hacer muchas cosas, pero cristianos y judíos se encuentran sobre todo en la vida de cada día, y pueden aprovechar esto para intercambiar las propias ideas y compartir aquellos problemas que a menudo les unen. Es posible reforzar la amistad recíproca y construir una confianza entre ambas partes.
–¿Cuál es la aportación de la conferencia celebrada en Budapest con vistas a una nueva sociedad y un nuevo futuro a construir juntos?
–Cardenal Walter Kasper: Los primeros pasos ya los hemos hecho. Ahora nos hemos reunido en Europa oriental, centrooriental, y tengo la impresión de que también aquí hay mucho que hacer. En Hungría, la Shoá fue feroz, muchos judíos dieron la vida en Europa Oriental, sobre todo en Hungría, Ucrania, Polonia y Rusia. Hay mucho que hacer. Nos hemos reunido aquí para traer la idea del diálogo judío-cristiano también a esta parte del mundo.
El tema de este congreso fue la religión en la sociedad civil de hoy. Es muy importante, porque hoy se está favor de la separación entre la Iglesia y el Estado, pero a menudo nos encontramos enfrente no a un Estado que suprime la religión, sino a una sociedad de los medios de comunicación de masas. Durante la conferencia, hemos visto en qué modo podemos hablar, actuar, afrontar los nuevos desafíos, como por ejemplo el de una nueva intolerancia. Vemos cuál es la aportación, la contribución que la religión –el cristianismo y el judaísmo– puede dar al Estado, a la sociedad. Son estos los valores porque ningún Estado, ninguna sociedad puede vivir sin valores y, por otra parte, es importante comprender cómo podemos mantener la libertad religiosa, no sólo en la esfera privada sino también en la pública. Hoy existen estos nuevos desafíos, estas nuevas tareas que unen a las dos religiones.
–Tras este camino de 40 años de diálogo, que dio tantos frutos, ¿cuáles son los pasos importantes a dar para que el diálogo continúe y se desarrolle también en el futuro?
–Cardenal Walter Kasper: La educación es muy importante. Tenemos un diálogo que dura desde hace casi cuarenta años, pero ahora crece una nueva generación. Tenemos que transmitirles esta idea y este compromiso. A cada cambio de generación, hay que volver a comenzar por la educación.
Por ello, pienso que el punto especialmente importante es la educación: desarrollar, elaborar proyectos comunes en las escuelas, a favor de la tolerancia, del respeto recíproco y de la acogida, y no perder la memoria de la Shoá o de la «noche de los cristales rotos» que conmemoramos aquí, porque estos eventos son tristes pero deben también abrirnos al futuro. Por tanto, un proyecto educativo común dirigido a la nueva generación sería muy importante.
Por Lisztovszki Tünde, traducido del italiano por Nieves San Martín