NICOSIA, lunes 17 de noviembre de 2008 (ZENIT.org).- Cuarenta líderes de diferentes religiones cruzaron el último muro que divide a una capital de Europa, mientras que el presidente de la Chipre europea anunciaba un diálogo a ultranza con líderes de la parte turco-chipriota.
El simbólico gesto tuvo lugar este domingo, en la primera jornada de trabajos del encuentro internacional «Hombres y Religiones», sobre el tema «La ciudad de la paz: religiones y culturas en diálogo», promovido por la Comunidad de San Egidio y, por primera vez, también por la Archidiócesis Ortodoxa de Chipre.
Desde 1974, la isla de Chipre está dividida en dos: la parte norte invadida por Turquía es hasta hoy sólo reconocida por Ankara como autoproclamada República del Norte; la parte sur, está habitada por los greco-chipriotas.
En 2003, las autoridades turco-chipriotas decidieron abrir tres nuevos pasos en la línea de demarcación -la llamada «línea verde»- además de la del hotel Ledra Palace que, desde 1974, era el único punto de paso, aunque accesible sólo a los extranjeros.
La delegación de cuarenta líderes de varias religiones -informa una nota difundida por la Comunidad de San Egidio- se encontró en el puesto de control de Lidras Street, a las 12,00 horas, para luego pasar a la parte turca de Nicosia presentando regularmente el pasaporte a las autoridades de la autoproclamada República para hacerse dar el visado de ingreso. «Los procedimientos -afirma la nota- fueron rápidos y hechos con absoluta cortesía».
«El cortejo multicolor –explican los organizadores– atravesó el bazar que está tras el punto de control de la zona norte de Nicosia y se dirigió a la mezquita Selymie, la antigua catedral católica de Santa Sofía, uno de los ejemplos más importantes del arte gótico en Chipre».
La catedral fue fundada en 1209 por la entonces dinastía reinante de los Lusingano, y transformada en mezquita tras la conquista otomana de la ciudad en 1570.
La delegación estaba integrada, entre otros, por el obispo católico Heinrich Mussinghoff de Aachen, Alemania; el grecocatólico Alexandru Mesian de Lugoj, Rumanía; el metropolita Mar Gregorios Yohanna Ibrahim de Aleppo, Siria; Jean-Arnold de Clermont, presidente de la Conferencia de las Iglesias de Europa (CEC); el obispo anglicano David Hamid, del Reino Unido; Muhammad Fathi Osman, del Instituto de Estudios Islámicos en el mundo contemporáneo, EE.UU; Gijun Su gitani, consejero supremo del Budismo Tendai, Japón; y Swami Amarananda, del Centro Ramakrishna Vedanda, Suiza.
La segunda señal importante vino del presidente de la República de Chipre Demetrios Christofias. Interviniendo en la ceremonia de apertura de la reunión, el presidente anunció: «Nuestra parte está decidida a continuar el diálogo con buena voluntad y estamos a la espera de que también la otra parte muestre la misma voluntad para que podamos asegurar juntos la paz en nuestra isla.
El presidente desveló también que las iniciativas tomadas «junto al líder turco-chipriota, el señor Talat, han abierto el camino a la reanudación de las negociaciones entre las comunidades greco y turco chipriotas, para la puesta en acto de una solución al problema de la isla y para el restablecimiento de los derechos humanos para todos los ciudadanos chipriotas».
El objetivo, dijo, es «la realización de una solución pacífica que se basará en las resoluciones del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y que estará de acuerdo con los principios y los valores de la Unión Europea».
Una solución la estudio de las partes sería la evolución de Chipre «hacia un estado federal, con una soberanía indivisa, una sola personalidad internacional, una sola nacionalidad y la igualdad política». Tal solución debería llevar a la superación del ‘status quo’ y conducir a «que la ocupación liberará la isla de las tropas extranjeras y de los colonos, y reconstituirá Chipre, su pueblo, sus instituciones y su economía».
En una entrevista a los micrófonos de la Radio Vaticana, el arzobispo de Chipre, Crisóstomo II, dijo. «Creemos que este encuentro tendrá un papel muy positivo por lo que se refiere al proceso de paz en Chipre pero también en el mundo».
«Creemos también que, por lo que se refiere a Chipre, dará los mensajes justos a los representantes de las dos comunidades, para que trabajen con tenacidad y con concentración por una solución justa para ambas comunidades, para que reine al fin la paz y para que puedan vivir felizmente la una junto a la otra», añadió.
En cuanto a las dificultades de la negociación, el arzobispo de Chipre subrayó que «Ankara (…) quiere conservar el derecho a mantener sus tropas en Chipre, incluso después de una solución, con derecho de intervención, cosa que no podemos aceptar. Chipre, sin embargo, es un Estado pequeño para ser dividido en dos».
Traducido del italiano por Nieves San Martín