JERUSALÉN, viernes 19 de diciembre de 2008 (ZENIT.org).- Publicamos el mensaje de Navidad que han enviado los jefes de las Iglesias de Jerusalén.
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Queridos hermanos y hermanas:
Un saludo.
Al prepararnos para celebrar la Navidad parece que en el mundo que nos rodea hay incluso más oscuridad, conflictos y desesperación. Esto significa que nosotros, los cristianos, tenemos que contemplar con más cuidado y profundidad en Jesús, el niño nacido en el establo de Belén.
Muchas personas están preocupadas por la oscuridad, ya sea la ausencia de luz a su alrededor o el miedo a los desconocido en sus vidas personales y en el mundo en general.
En medio de todo esto, tenemos que pensar y meditar en Jesús…
«La luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la vencieron» (san Juan, 1, 5).
El evangelio de San Juan nos recuerda los hechos del nacimiento de Jesús…
«En el mundo estaba, y el mundo fue hecho por ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron» (san Juan, 1, 10-11).
De manera que, al acercarnos a una nueva Navidad, tenemos que mostrar al mundo que nos rodea que Jesús es una luz en la oscuridad que nunca se apaga, una luz ardiente que disipa el terror de la noche, una luz en la que deberíamos poner nuestros ojos no sólo no sólo cuando parece que las tinieblas nos rodean.
Como el bebé en el establo es el punto focal de nuestras celebraciones navideñas, del mismo modo tenemos que afirmar y testimoniar el hecho de que Jesús es la luz que ilumina nuestras vidas a nivel personal y social en todos los tiempos.
Tenemos que preguntarnos continuamente a nosotros mismos: «¿Qué haría Jesús? ¿Qué diría Jesús? De este modo, sus obras y palabras tienen que aplicarse a la vida cotidiana de nuestra comunidad, en particular en Tierra Santa.
Del mismo modo, tenemos que convencer a los líderes políticos del mundo de que la verdadera paz sólo llegará a la tierra cuando buscamos la voluntad de Dios para sus pueblo, a través de las palabras y acciones de Jesús. Tampoco debemos descuidar el hecho, afirmado por el Evangelio de San Juan, que a todos los que aceptan a Jesús, les da el poder de convertirse en hijos de Dios.
Esto significa que debemos estar junto a todos los que sufren a nuestro alrededor –los hambrientos, los sin techo, los desempleados, y los que están en luto–, pues Jesús nos dice que cuando ayudamos a los demás le estamos ayudando a Él, como si fuera Él quien sufre por ellos.
Estar junto a los demás nos lleva a la acción. Necesitamos la luz de Cristo para brillar en esta tierra para permitirnos trabajar de manera más realista por la solución de los dos estados, que acabaría con el peso de las restricciones que provoca la Ocupación.
Por tanto, rezamos por el presidente electo de los Estados Unidos para que él y los demás líderes del mundo vean la urgente necesidad de paz que tiene Oriente Medio y no sólo esta tierra.
Tenemos que ver también la situación en la que muchos están sufriendo en Gaza a la luz de Cristo y hacer un esfuerzo decidido para ofrecerles socorro urgente.
Además, nunca debemos olvidar nuestro deber de señalar a nuestros niños y jóvenes la luz de Cristo, asegurándoles que en Jesús todos tenemos la esperanza de un mundo mejor.
Saludamos a nuestros hermanos y hermanas del mundo, no sólo a los miles que han visitado recientemente Tierra Santa. Es importante recordar que estáis siguiendo los pasos de Jesús y que cuando os detenéis a ver la suerte de muchos de vuestros hermanos cristianos debéis responder como creéis que Él lo haría.
Sabemos que otros muchos sufren en el mundo, por ellos creemos que el único camino para seguir adelante es ver a las personas y a las situaciones a «la luz de Cristo».
Garantizamos nuestros buenos deseos y oraciones para todos vosotros al acercarse la Navidad y que las bendiciones de Dios desciendan sobre vuestras casas y familias.
Camina en la luz, y la luz iluminará tu senda,
camina en la verdad, y la verdad te hará libre,
camina en el camino de la paz, y tendrá, en Cristo,
la paz que permite la comprensión
(Oraciones para el camino, por John Johansen-berg).
Jerusalén, diciembre de 2008
Patriarcas y jefes de las Iglesias en Jerusalén
Su Beatitud Patriarca Teófilo III, Iglesia ortodoxa griega.
Su Beatitud Patriarca Fouad Twal, Iglesia católica romana.
Su Beatitud Patriarca Torkom Manooghian, Iglesia apostólica armenia.
Padre Pierbattista Pizzaballa OFM, custodio de Tierra Santa.
Arzobispo Anba Abraham, Iglesia ortodoxa copta.
Arzobispo Swerios Malki Murad, Iglesia ortodoxa siria.
Arzobispo Abouna Mathias, Iglesia ortodoxa etíope
Arzobispo Paul Sayyah, Iglesia maronita.
Arzobispo Youssef Jules Zreyi, Iglesia greco-melquita.
Reverendo Suhiel Dawani, Iglesia anglicana.
Reverendo Mounib Younan, Iglesia luterana.
Reverendo Pierre Malki, Iglesia sirio-católica.
Reverendo Rafael Minassian, Iglesia armenia católica.
[Traducción del original inglés por Jesús Colina]