CIUDAD DEL VATICANO, viernes, 24 abril 2009 (ZENIT.org).- La Iglesia de Cristo es el lugar privilegiado para la recta comprensión de la Sagrada Escritura, aseguró Benedicto XVI al recibir este jueves a los participantes en la asamblea plenaria de la Pontificia Comisión Bíblica que ha afrontado el tema «Inspiración y verdad de la Biblia».
En su discurso, el Papa subrayó que «sólo el contexto eclesial permite a la Sagrada Escritura ser entendida como auténtica Palabra de Dios, que se convierte en guía, norma y regla para la vida de la Iglesia y en crecimiento espiritual de los creyentes».
Esto, aclaró, «no impide de ninguna manera una interpretación seria, científica, pero abre además el acceso a las dimensiones ulteriores de Cristo, inaccesibles a un análisis sólo literario, que es incapaz de acoger en sí el sentido global que a través de los siglos ha guiado a la Tradición de todo el Pueblo de Dios».
Confirmando que «Dios es el Autor de la Sagrada Escritura», el pontífice ofreció un principio de recta interpretación «sin el cual los escritos sagrados quedarían como letra muerta, sólo del pasado: la Sagrada Escritura debe ser leída e interpretada con la ayuda del mismo Espíritu mediante el cual ha sido escrita».
Por este motivo, aseguró Benedicto XVI, «el estudio científico de los textos sagrados es importante, pero no es por sí sólo suficiente, pues tendría en cuenta sólo la dimensión humana».
«Para respetar la coherencia de la fe de la Iglesia el exegeta católico tiene que estar atento a percibir la Palabra de Dios en estos textos, dentro de la misma fe de la Iglesia».
«En ausencia de este imprescindible punto de referencia, la investigación exegética quedaría incompleta, perdiendo de vista su finalidad principal, con el peligro de quedar reducida a una letra meramente literaria, en la que el verdadero Autor, Dios, deja de aparecer».
Además, la interpretación de las Sagradas Escrituras «no puede ser sólo un esfuerzo científico individual, sino que debe confrontarse siempre, ser integrada y autentificada por la tradición viva de la Iglesia. Esta norma es decisiva para precisar la relación correcta y recíproca entre exégesis y magisterio de la Iglesia», aclaró.
Al inicio de la audiencia, el cardenal William Joseph Levada, presidente de la Pontificia Comisión Bíblica, dirigió un breve saludo al Papa para subrayar la importancia del argumento que les reunía, pues la interpretación de los textos bíblicos «tiene consecuencias directas sobre los creyentes y sobre su relación y personal y comunitaria con Dios, y está también íntimamente ligada a la misión de la Iglesia».
Por este motivo, aseguró Benedicto XVI, «el exegeta católico no se siente sólo miembro de la comunidad científica, sino también y sobre todo miembro de la comunidad de los creyentes de todos los tiempos».
«En realidad, estos textos no han sido entregados sólo a los investigadores o a la comunidad científica para satisfacer su curiosidad y o para ofrecerles argumentos de estudio y de investigación. Los textos inspirados por Dios han sido encomendados en primer lugar a la comunidad de los creyentes, a la Iglesia de Cristo, para alimentar la vida de fe y para guiar la vida de caridad».
«Una hermenéutica de la fe corresponde más a la realidad de este texto que una hermenéutica racionalista, que no conoce a Dios», aclaró.
La intervención completa del Papa puede leerse en la sección de documentos de la página web de ZENIT (www.zenit.org).