La obra de Kiko Argüello por la familia reconocida con un "honoris causa"

Por el Instituto Juan Pablo II de Roma

Share this Entry

ROMA, miércoles 13 de mayo de 2009 (ZENIT.org).- El Instituto Juan Pablo II, con sede en ¡la Universidad Pontificia Lateranense de Roma, entregó este miércoles a Kiko Argüello, iniciador del camino neocatecumenal junto a Carmen Hernández, el doctorado honoris causa por la «plena valoración de la familia como sujeto eclesial y social, en plena consonancia con la ideología de Juan Pablo II».

Con este reconocimiento, el Instituto, fundado por el mismo Papa Karol Wojtyla, reconoce la contribución teológica y pastoral del Camino Neocatecumenal en la labor de defender a la familia atacada hoy por una cultura «antifamiliar».

«Nuestra sociedad está destruyendo a la familia –dijo Kiko Argüello en su lectio doctoralis— en los tiempos (ritmos de trabajo y horarios escolares), en los componentes (parejas de hecho, divorcio, etc.), en las maneras de vivir, pero sobre todo con una cultura que se vuelve contraria a los valores del Evangelio».

«Estamos convencidos de que la verdadera batalla que la Iglesia está llamada a sostener en el tercer milenio, el verdadero desafío que debe asumir, y donde se juega el futuro de nuestra sociedad, es la familia», añadió el iniciador el Camino Neocatecumenal.

La motivación del doctorado reconoce a Kiko Argüello y al Camino Neocatecumenal su obra para llevar a las familias a redescubrir el don del bautismo.

En la laudatio, don José Noriega, vicepresidente del Instituto Juan Pablo II, explicó que «el acercar a las personas a las aguas del bautismo ha permitido que el río de agua viva que nace de Cristo pueda devolver la vida a lo largo de su orilla, haciendo posible que las familias puedan reconstruirse y florecer».

Entre los tres méritos principales del Camino y su fundador, Noriega ha destacado en primer lugar el «haber abierto un camino de fecundidad para las parejas: «las parejas del camino han querido vivir su amor con una particular apertura a la vida, sabiéndose colaboradores de Dios en la creación de personas».

Como segundo mérito, reconoció el haber abierto un camino para reintroducir en la familia una liturgia doméstica: «uno de sus frutos más significativos de la misión de transmitir la fe a los hijos ha encontrado un ámbito propio en el testimonio de los padres, los cuales ayudan a los hijos a entender la relevancia de la Palabra en la propia historia concreta».

«Aquí está reconocida una de las razones principales del gran fruto de las numerosas vocaciones suscitadas en familias del camino», subrayó.

El tercer mérito mencionado fue el de haber estimulado la misión de la familia: en el contexto de la secularización de «grandes zonas de la tierra donde la fe está en peligro de apagarse como una llama que no encuentra ya donde nutrirse», el Camino Neocatecumenal ha sabido «hacer a Dios presente de una forma singular», refiriéndose en particular al testimonio de las familias en misión».

Una misión vivida «por toda la familia como tal, llevando a la parroquia y al mundo el testimonio de lo que es una familia con sus dificultades pero, sobre todo, con sus grandes esperanzas.»

Krko Argüello explicó por su parte que «el Camino Neocatecumenal ha podido ver que lo que ha realizado hasta ahora –familias reconstruidas, numerosos hijos, vocaciones a la vida contemplativa y al sacerdocio… —  ha sido posible sólo a través de esta obra de reconstrucción de la familia».

«Después de más de treinta años, uno de los frutos que más consuelan es ver las familias reconstruidas, llegar a ser una verdadera ‘iglesia doméstica’. Estas familias, abiertas a la vida, y por tanto normalmente numerosas, asumen el deber primario de las familias cristianas de transmitir la  fe a los propios hijos».

«Además de la oración de la mañana y la noche, a la oración antes de las comidas, y otras participaciones junto a los padres, las eucaristías de la comunidad, la transmisión de la fe a los hijos viene realizada fundamentalmente en una celebración doméstica que normalmente se realiza el día del Señor», aclaró.

«En un momento de crisis y desorientación por parte de muchos –dijo el profesor Noriega– la acogida sin reservas de la encíclica profética de Pablo VI Humanae vitae por parte de las familias del camino ha sido un auténtico testimonio para toda la Iglesia, mostrando que, más allá de nuestros miedos o de nuestras dificultades, es posible vivir como la Iglesia señala como específico del camino de santidad de la pareja si hay una comunidad viva que les acompaña.»

El Instituto Juan Pablo II fue querido personalmente por el siervo de Dios de quien lleva el nombre con la misión de «profundizar cada vez más en el conocimiento de la verdad del matrimonio y la familia» en la Iglesia y en el mundo.

Tiene su sede central en Roma (Ciudad del Vaticano), y además secciones en Washington (Estados Unidos), México (México), Valencia (España), Bahía(Brasil), Cotonou (Benín), Changanacherry (India), Melbourne (Australia) y Gaming (Austria).

Share this Entry

ZENIT Staff

Apoye a ZENIT

Si este artículo le ha gustado puede apoyar a ZENIT con una donación

@media only screen and (max-width: 600px) { .printfriendly { display: none !important; } }