ESTAMBUL, viernes 5 de junio 2009 (ZENIT.org).- La crisis ecológica y particularmente la realidad del cambio climático son la amenaza más grande para toda forma de vida sobre la tierra.
Lo advierte el Patriarca ecuménico de Constantinopla, Bartolomé I, en un mensaje escrito con motivo de la jornada mundial del medio ambiente, que se celebra este viernes, según informa L’Osservatore Romano en su edición diaria en lengua italiana de este jueves.
El llamado «Patriarca Verde» por su defensa del medio ambiente, invita una vez más a todas las personas, «independientemente de sus orígenes religiosos, a tomar en consideración la crisis ecológica».
«Hoy más que nunca existe una obligación incontestable para todos -señala el patriarca ortodoxo-: la de darnos cuenta de que las consideraciones ambientales en nuestro planeta no representan sólo ideales románticos de un pequeño grupo».
El arzobispo de Constantinopla, Nueva Roma y Patriarca ecuménico destaca en su mensaje que existe una correlación inmediata entre la protección del ambiente y las expresiones de la vida económica y social.
Bartolomé I explica que para la Iglesia ortodoxa, la protección del medio ambiente, creación de Dios, «es la realidad suprema de los seres humanos, independientemente de cualquier observación material y financiera».
Según la teología ortodoxa, «el entorno natural es parte de la creación y tiene un carácter sagrado, por lo que abusar de él y destruirlo constituye un sacrilegio y un acto malo, un desafío a la obra de Dios creador», señala.
También subraya que las cuestiones medioambientales, al inicio del tercer milenio «han adquirido una nueva intensidad y están en el corazón de todos».
Para Bartolomé I, «cuidar y proteger la creación es responsabilidad de todos, de forma individual y colectiva».
También reconoce que «las autoridades políticas de cada nación tienen la gran responsabilidad de evaluar la situación para proponer acciones, medidas y otras normas».
Pero añade que «la responsabilidad individual es importante, no sólo en la vida personal y familiar, sino también en su función como ciudadanos activos».
El Patriarca ecuménico concluye el mensaje pidiendo «un sentido más profundo de vigilancia para la protección de la naturaleza y de la creación».