BRUSELAS, jueves, 18 junio 2009 (ZENIT.org).- La Comisión de los Episcopados de la Comunidad Europea (COMECE) ha hecho público un comunicado sobre el cambio climático en el que afirma que este es un desafío para los modos de vida, la solidaridad y la justicia mundial.
En su comunicado –que ha hecho llegar a ZENIT–, la COMECE señala que seis meses antes de la Conferencia de Naciones Unidas sobre el cambio climático en Copenhague, las Iglesias y sus organizaciones han debatido con representantes de la Unión Europea sobre la dimensión ética de la lucha contra el cambio climático.
El Seminario de Diálogo celebrado este 17 de junio, a propuesta de la Comisión «Iglesia y Sociedad» de la Conferencia de Iglesias Europeas (KEK), de la COMECE y de la Oficina de Consejeros políticos de la Comisión Europea, fue dedicado a la cuestión «Cambio climático como desafío a los modos de vida, la solidaridad y la justicia mundial».
Durante toda la jornada, los representanes de la Comisión Europea, del Parlamento Europeo y de los estados miembros intercambiaron sus puntos de vista con representantes de las Iglesias sobre la base de los datos científicos más recientes relativos al cambio climático.
El vicepresidente del GIEC (Grupo de Expertos Intergubernamental sobre la Evolución del Clima), profesor Jean-Pascal van Ypersele, presentó los datos más recientes relativos al cambio climático, según los cuales el objetivo de reducción de las emisiones que se ha fijado la UE de aquí a 2020 no es suficiente para garantizar que el calentamiento global no sobrepase los 2°C.
Tratando de la posición de negociación de la UE ante la próxima Conferencia de Copenhague, Helga Kromp-Kolb, meteoróloga y galardonada con varios premios científicos, declaró: «El 30% no es suficiente, 2°C es ya demasiado elevado y 2020 es demasiado tarde».
Tanto los representantes de la UE como de las Iglesias estuvieron de acuerdo sobre la urgencia de la situación: el cambio climático se ha convertido en una cuestión de supervivencia, en particular para los pobres y los más vulnerables que sufrirán en primer lugar.
Karl Falkenberg, director general de Medio Ambiente en la Comisión Europea declaró: «Nosotros, la Unión Europea, no debemos sólo asumir nuestra responsabilidad sino que debemos también ser líderes para el resto del mundo. El resultado en Copenhague no será positivo si no llegamos a convencer a otros grandes países productores de emisiones tales como China, India o Rusia, de que se unan a nosotros en el compromiso de reducir, de manera significativa, las emisiones de gas de efecto invernadero».
El reverendo Henrik Grape, de la Iglesia de Suecia, propuso añadir tres asientos vacíos a todas las negociaciones sobre el cambio climático, representando a los pobres, las generaciones futuras y a la misma creación. Los participantes subrayaron que era responsabilidad de las Iglesias hablar en favor de estos tres «no participantes».
Bernd Nilles, secretario general de CIDSE (agencias católicas de desarrollo) y Marlene Grundström, de APRODEV (Asociación del Consejo Mundial de las Iglesias relacionada con la organizaciones de Desarrollo en Europa) recordaron en nombre de las organizaciones cristianas de ayuda al desarrollo que la lucha contra el cambio climático debe estar fuertemente ligada a la política de ayuda al desarrollo, y advirtieron contra la falta de solidaridad hacia los países en vías de desarrollo en la fase final de las negociaciones de Conpenhague. «En Copenhague, necesitamos respuestas, no regateos», dijo Nilles.
Su eminencia el metropolita Athanasios de Achaia declaró: «Nuestros mayores problemas, tales como la polución del ambiente, los océanos, la contaminación de los alimentos, el derroche de los recursos energéticos y el cambio climático (…) son problemas que atañen a los derechos humanos de las generaciones que vendrán».
El reverendo Rüdiger Noll, director y secretario general asociado de la Comisión «Iglesia y Sociedad» de la Conferencia de las Iglesias Europeas (KEK) puso el acento en el principio de justicia y la responsabilidad a asumir respecto a los países en desarrollo «con el fin de salvar la armonía de la creación».
El secretario general de la COMECE, el padre Piotr Mazurkiewicz, afirmó: «Una respuesta eficaz al cambio climático requiere a la vez un liderazgo político y una reflexión y un debate ético. Los dos son esenciales a fin de convencer no sólo a los espíritus sino también a los corazones de los ciudadanos y hacer así efectivo el cambio», añadiendo que la cuestión que se presenta es la de saber «¿Qué es una vida buena y feliz?».
Apoyándose en numerosos informes de expertos y en documentos de reflexión publicados por las Iglesias y sus diversas organizaciones en los últimos años, los participantes indicaron que la necesidad de cambiar los modos de vida puede ser transmitida de la manera más eficaz por la educación a todos los niveles, y por la promoción de modos de consumo más responsables. En este sentido, Klaus Kögler, jefe de la unidad «producción y consumo duradero» en la dirección general de Medio Ambiente de la Comisión Europea, y el profesor de Teología Andreas Lienkamp subrayaron ambos la necesidad de una «infraestructura» que favorezca la elección y los comportamientos eco-responsables.
En conclusión del Seminario, los representantes de las Iglesias comunicaron su voluntad de dirigir un mensaje de esperanza a los ciudadanos de la UE, animándoles a poner en práctica los necesarios cambios en sus modos de vida. A cambio, los representantes de la Comisión y del Parlamento Europeos afirmaron unánimemente que el apoyo de las Iglesias es esencial en la lucha contra el cambio climático, a fin de convencer a los ciudadanos para que adopten un modo de vida cotidiano más respetuoso con el medio ambiente.
Por Nieves San Martín