ROMA, domingo, 21 de junio de 2009 (ZENIT.org).- De primeras, la psicología y la fe pueden parecer socios inverosímiles, pero son compatibles, según una reciente publicación de una revista profesional de psicología.
De hecho, la psicología necesita un concepto de persona humana que pueda describir adecuadamente qué es lo que son nuestro cuerpo y alma y cómo se relacionan. También ayuda el reconocer que los seres humanos tienen deseos tanto naturales como trascendentes.
Esta es la afirmación de inicio de la recientemente publicada «edición católica» de la revista: «Edification: A Journal of the Society of Christian Psychology» (V. 3.1).
Esta edición se ha confiado al Instituto para las Ciencias Psicológicas (IPS), una facultad de psicología en Arlington, Virginia.
El antiguo miembro del profesorado, Christian Brugger, ahora profesor en el Seminario Teológico San Juan María Vianney, participa como redactor invitado y escribe el ensayo introductorio sobre el que se basan muchas de las aportaciones que siguen a continuación.
En su artículo, Brugger precisaba que, dado que el fin de la psicología clínica es ayudar al ser humano a prosperar en términos de salud mental personal, resulta útil comprender la naturaleza de la persona humana basándola en una sana antropología.
Como seres humanos, explicaba, podemos levantarnos sobre las percepciones y emociones del cuerpo porque somos más que seres corpóreos y nuestra facultad de razonar no es un órgano material.
Esto significa que la psicología cristiana garantiza la libertad humana para la autodirección racional y la libre elección en cuanto facultad inmaterial no determinada por leyes físicas causales, concluía Brugger.
El peligro, con la extendida negación de las ciencias sociales laicas de la naturaleza inmaterial de nuestra razón, es que no sólo abre la puerta a las afirmaciones del determinismo radical, sino que también niega la dimensión espiritual de la persona humana, afirmaba Brugger.
Posturas en contrastePaul C. Vitz, del IPS, destacaba algunas de las diferencias entre la postura cristiana ante la psicología y la visión laica en su ensayo titulado: «Replantear la Teoría de la Personalidad desde una Perspectiva Cristiano Católica».
Vitz observaba que una interpretación cristiana de la personalidad comienza asumiendo que Dios existe y que es una persona con la que se está en relación. Si un psicólogo acepta la existencia de Dios y la validez de la dimensión religiosa de la vida, esto tiene la ventaja psicológica de permitirle tratar a un cliente religioso de forma más honesta y con un mayor respeto.
Mucho de la moderna teoría laica de la personalidad, sin embargo, es reduccionista y asume que la experiencia religiosa y los ideales morales son causado por fenómenos subyacentes más bajos, explicaba Vitz. De esta forma, en la postura freudiana, el amor se reduce al deseo sexual; el deseo sexual a fisiología; y la vida espiritual o los ideales artísticos se reducen a impulsos sexuales sublimados.
En contraste, según Vitz, la postura cristiana es construccionista. Esto significa que acentúa los aspectos más altos de la personalidad como conteniendo, y en ocasiones causando o transformando, los aspectos más bajos.
Es, por tanto, un método sintético, que aúna las cosas en un patrón integrado, mientras que el pensamiento reduccionista es analítico. Vitz admitía que un buen análisis es un requisito importante. Sin embargo, mucha de la psicología moderna se ha limitado sólo a este análisis reductivo, sin un concepto integrado de la persona humana.
Vitz también destacaba el contraste respecto a la teoría de la personalidad. Gran parte de la postura laica considera la personalidad como un autónomo aislado. El cristianismo, por el contrario, no asume que la meta de la vida sea la independencia y, en su lugar, da un papel central a las relaciones.
«El cristianismo postula la interdependencia, y el mutuo aunque libremente elegido cuidado por el otro, como el tipo primario de relación adulta», comentaba Vitz.
Redescubrir la virtud
Reclamar una visión de la persona humana basada en la virtud es el tema del ensayo «Un Psicología Cristiano Católica Positiva: un Acercamiento a la Virtud», de los miembros del IPS Craig Steven Titus y Frank Moncher.
De hecho, los filósofos clásicos, como Aristóteles, basaron su visión psicosocial desde el punto de vista de la teoría de la virtud, afirmaban.
Dicha postura estudia la correlación potencial entre el bienestar psicológico y la bondad ética que se despliega en las principales virtudes. Esto contrasta con algunas posturas laicas de la psicología que consideran la salud mental como una simple ausencia de desorden.
Titus y Moncher comentaban que es necesario un nivel básico de cada una de las principales virtudes para ser considerado psicológicamente sano o tener un buen carácter. Por eso, «la psicología cristiana debe buscar no sólo la reducción de los síntomas sino también el crecimiento en las virtudes adquiridas».
En un ensayo a parte, Moncher consideraba las implicaciones de las premisas antropológicas específicamente católico cristianas para la psicología en una aportación titulada: «Implicaciones de la Antropología Católica para la Evaluación Psicológica».
Es importante, afirmaba, que un psicólogo tenga en mente una antropología teológica y filosófica plena al evaluar al cliente, y también que, interiormente, tenga la curiosidad de comprender la visión del mundo y el sistema de valores del cliente.
Con demasiada frecuencia, sin embargo, el conocimiento referente a las realidades trascendentes, normas morales, belleza estética, y al desarrollo de la virtud es típicamente excluido por los métodos clínicos tradicionales.
Moncher también comentaba que la apertura a la antropología cristiana resulta especialmente importante cuando se trata de tareas como evaluar a candidatos a entrar en el sacerdocio o en la vida religiosa, o en la labor de los tribunales católicos que deben examinar la validez de los matrimonios y la capacidad de las personas de dar su pleno y libre consentimiento en sus votos matrimoniales.
Vocación
Los miembros del IPS Bill Nordling y Phil Scrofani se ponían al otro lado de la mesa y consideraban qué significa para un médico la postura católica en su ensayo, «Implicaciones de una Antropología Católica para el Desarrollo de un Acercamiento Católico a la Psicoterapia».
Explicaban por qué el concepto de vocación es útil cuando se aplica a una carrera profesional como la de terapeuta.
«Para un cristiano, convertirse en terapeuta puede ser la respuesta a una llamada única de Dios a proporcionar servicio médico mental a clientes que sufren», escribían.
Bajo este prisma, la tarea del terapeuta no sólo implica una relación terapéutica con el cliente, sino que es una relación que va más allá del negocio. «El ver la profesión que han elegido como una vocación personal le motiva no sólo a observar de modo concienzudo su ética profesional, sino también a practicarla de acuerdo con los principios éticos católicos», añadía Nordling y Scrofani.
Esta concepción del terapeuta basada en la vocación también le servirá para motivarse cuando el trabajo con un cliente sea difícil, o cuando se requieran sacrificios de tiempo o dinero.
El concepto de vocación no sólo orientará al terapeuta en la comprensión del cliente y de su tratamiento, sino que le guiará también en la comprensión de que el cliente está encajado en una familia, en una cultura y, en ocasiones, en una tradición religiosa.
«Este acercamiento a la psicoterapia demuestra un profundo respeto por la diversidad comenzando por el principio fundamental de que el cliente es una persona única e irrepetible hecha a imagen de Dios», comentaba
Nordling y Scrofani.
«Además, en última instancia, es un imperativo moral permitir al cliente que haga elecciones libremente que le autodefinan de acuerdo a su conciencia».
Al concluir su aportación, los autores especifican que un acercamiento a la psicoterapia así conformado antropológicamente no debe concebirse como opuesto a la ciencia de la psicología.
Por tanto, los métodos terapéuticos serán elegidos de acuerdo a su probada eficacia.
También concedían que el foco primario de un terapeuta debe seguir siendo el funcionamiento psicológico del cliente, dejando los temas espirituales más específicos al clero y a los directores espirituales.
En general, la revista presenta ideas provocadoras sobre cómo una antropología basada en el cristianismo puede proporcionar valiosas aportaciones sobre la condición humana.
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En la red:
«Edification» Catholic issue: http://christianpsych.org/wp_scp/wp-content/uploads/edification-31.pdf
Por el padre John Flynn, L. C., traducción de Justo Amado