ROMA, martes, 23 junio 2009 (ZENIT.org).- El hambre aumenta y no sólo en los países en vías de desarrollo, aunque África es el lugar donde está más difundida y es más devastadora. En 2009, ha informado la FAO, las personas desnutridas superarán los mil millones.
Según las nuevas estimaciones difundidas este 19 de junio por Jacques Diouf, director general de la FAO, la agencia de la ONU para la alimentación y la agricultura, en 2009 los hambrientos serán más de mil millones, un sexto de la humanidad, informaba ayer el diario vaticano "L'Osservatore Romano". Son cien millones de personas más que las calculadas en el último informe de la FAO.
Es el mayor incremento jamás registrado en base anual de las personas que han traspasado el umbral de la desnutrición.
La fatal superposición de la reciente crisis financiera y la crisis alimentaria iniciada en 2006 certifica lamentablemente la inversión de una tendencia que había visto disminuir la tasa de desnutrición entre 1969 y 2004.
Entre los datos más significativos, está el de que ninguna parte del mundo es inmune al aumento de la inseguridad alimentaria. Es más, el aumento más significativo, del 15,4%, se ha verificado en los países desarrollados, mientras que en el África subsahariana fue del 11,8% y en América Latina del 12,8%.
De los datos emerge un cuadro bastante desolador, trece años después de la cumbre mundial sobre la alimentación tenida en Roma en 1996, y en la que todos los gobiernos del mundo asumieron el compromiso de reducir en 2015 por debajo de los 500 millones la cifra de personas que sufren hambre.
De todos modos, según Diouf, no hay que tirar la toalla sino más bien multiplicar los esfuerzos para que el problema del hambre en el mundo se convierta en una prioridad de las agencias internacionales.
La cuestión es sobre todo política. Este aumento del hambre a nivel planetario no es consecuencia de cosechas poco satisfactorias, sino de la crisis financiera y económica mundial que ha reducido las rentas, ha aumentado el paro y ha reducido ulteriormente las posibilidades de acceso a los alimentos de los pobres.
Diouf afirmó que el problema del hambre en el mundo hoy no tiene ya que ver con la falta de medios, tecnologías o programas sino que es exclusivamente político: "Los líderes mundiales -dijo- deberían poner la lucha contra el hambre en primer lugar en la agenda internacional, para poner en marcha programas que permitan asegurar el derecho fundamental, el de la alimentación, a una población que en 2050 superará los nueve mil millones de personas".
Al respecto, Diouf recordó que esta crisis alimentaria es un serio riesgo para la paz y la seguridad. "Tenemos urgente necesidad -dijo- de crear un gran consenso respecto a la total y rápida erradicación del hambre en el mundo, y de emprender las acciones necesarias para obtenerlo. La actual situación de inseguridad alimentaria en el mundo no nos puede dejar indiferentes".
Por Nieves San Martín
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Jun 23, 2009 00:00