CIUDAD DEL VATICANO, miércoles 7 de octubre de 2009 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación la intervención de Su Santidad Abuna Paulus, Patriarca de la Iglesia ortodoxa Etíope, y la respuesta del Papa Benedicto XVI, que tuvieron lugar durante la Terceera Congregación General del Sínodo, en la mañana de ayer martes.
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REFLEXIÓN DEL DELEGADO FRATERNO SU SANTIDAD ABUNA PAULUS, PATRIARCA DE LA IGLESIA ORTODOXA ETÍOPE TEWAHEDO (ETIOPÍA)
¡En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, Único Dios, Amén!
Queridos participantes a esta gran asamblea de Cardenales y Obispos.
Me siento honrado y privilegiado por haber sido invitado a este gran Sínodo para dar un breve discurso sobre África y las Iglesias en este continente. Quisiera expresar mi profunda gratitud a Su Santidad, el Papa Benedicto XVI, que me quiso hoy aquí entre ustedes y quien, personalmente, me ha dado testimonio de su amor por África y de su respeto por la Iglesia Etíope Ortodoxa Tewahedo, durante nuestro último fraternal encuentro aquí en Roma el pasado mes de junio.
África es el segundo continente más grande del mundo. Es hogar de todo tipo de pueblos con una gran variedad de colores que viven en armonía y equidad.
Este espectro de colores es un don que Dios le ha dado a África y ha dotado de belleza al continente. Ésta es, además, la prueba de que África es el continente en el que los pueblos de todas las clases viven en igualdad independientemente de la diferencia del color de la piel y de la raza.
Antropólogos, filósofos y académicos han corroborado que África, en general, y Etiopía, en particular, son “la cuna de la humanidad”, y la Sagrada Biblia confirma esta profunda convicción.
La historia, según el calendario etíope, comienza con Adán y Noé. Esto significa que para los etíopes, el inicio de la humanidad, nuestro presente y nuestro futuro, están marcados, hoy y siempre, por Dios y Su salvación.
África, cuya antigua dignidad de pueblo está grabada en las piedras del obelisco de Axum, en las pirámides de Egipto, en monumentos y en manuscritos, no fue sólo una fuente de humanidad. Según la Sagrada Biblia, África también fue refugio para los que padecieron el hambre: fue el caso de los judíos en tiempos de Jacob, cuando transcurrieron siete años en Egipto.
La Sagrada Biblia nos dice que los judíos y el profeta Jeremías, sufrieron mucho por la agresión de los babilónicos y fueron puestos a salvo en Etiopía y Egipto. Pueblos provenientes de la parte medio oriental del mundo saciaron su hambre en las tierras de Egipto y Etiopía.
Jesucristo mismo y Santa María fueron acogidos en Egipto, cuando huían de la cruel amenaza de Herodes. ¡Está claro que los africanos cuidan de la humanidad!
África sigue siendo un continente religioso cuyos pueblos han creído por siglos en Dios todo poderoso. La reina de Saba le enseñó a sus compatriotas el Antiguo Testamento que ella había aprendido en Israel. Desde entonces, el Arca de la Alianza se encuentra en la ciudad de Axum, en Etiopía.
El hijo de la reina de Saba, Manelik I, siguiendo el ejemplo de su madre fue quien logró llevar el Arca de la Alianza de Moisés a África, en Etiopía.
La historia del eunuco etíope y la Ley de Moisés, fuerte y bien organizada, unida a las profundas prácticas religiosas y culturales existentes en Etiopía indican que la Ley de Moisés se ponía en práctica más en Etiopía que en el mismo Israel. Se puede tener aun testimonio de ello al estudiar la cultura y el estilo de vida de los etíopes.
Fue en Alejandría, Egipto, donde la Sagrada Biblia fue traducida a lenguas no hebreas. Dicha traducción africana es conocida como “Traducción de los Setenta ” (Sebeka Likawunt)
Las Sagradas Escrituras nos dicen que, al igual que en los tiempos del Antiguo Testamento, los africanos tenían la costumbre de adorar según la ley de conciencia en el período del Nuevo Testamento.
El entonces rey de reyes de Etiopía, el emperador Bazen, fue uno de los reyes que se dirigió a Belén para adorar al niño Jesús.
El Evangelio nos cuenta que un africano, un hombre de Libia llamado Simón de Cirene, llevó él mismo la Cruz de Jesús mientras Él se dirigía al Gólgota.
Además, un eunuco etíope en el año 34 dC fue a Jerusalén a adorar a Dios de acuerdo a la Ley de Moisés. Por orden del Espíritu Santo el eunuco fue bautizado por Felipe. Cuando regresó a África, predicó el Cristianismo a su nación. De esta forma Etiopía se convirtió en la segunda nación después de Israel que creyó en Cristo; y la Iglesia etíope se convirtió en la primera Iglesia en África.
Grandes historias de fe han marcado los primeros siglos del Cristianismo en África, ya que los africanos han vivido siempre una profunda caridad y una gran devoción por el Antiguo Testamento.
África es la región de la que provienen eminentes eruditos y Padres de la Iglesia como san Agustín, san Tertuliano, san Cipriano, así como san Anastasio y san Kerlos. Estos Padres son venerados tanto en el continente como en resto del mundo.San Yared, que compuso preciosos himnos sacros para la Iglesia y que el mundo ensalza por su extraordinaria creatividad, también era originario de África. San Yared era un hijo de Etiopía. Sus himnos representan una de las maravillas del mundo por las que Etiopía es reconocida en el mundo. Las obras de todos estos Padres caracterizan a África.
Según los eruditos, el primer Canon de la Sagrada Biblia se definió en África .
La historia también nos recuerda el martirio de los cristianos en el norte de África, cuando su rey, un no creyente, blandió la espada contra ellos en su esfuerzo por destruir completamente el Cristianismo. Al mismo tiempo, los cristianos que fueron maltratados y perseguidos en todo el mundo fueron a África, especialmente a Etiopía, región en la que han vivido en paz.
Fieles devotos etíopes también han ofrecido su hospitalidad a los nueve Santos y a otros miles de cristianos perseguidos en Europa del Este y que fueron llegando a África por grupos. Las residencias y las tumbas de estos cristianos han sido conservadas como santuarios sagrados en varios lugares de Etiopía.
En África y en Etiopía encontramos fragmentos de la Santa Cruz. La parte derecha de la Cruz ha permanecido en Etiopía en un lugar llamado el monte de Gosén.
Los cristianos de África también han llevado a cuestas la Cruz de Cristo. Pienso en mi Iglesia que recientemente ha sufrido una terrible persecución durante la dictadura comunista, con muchos nuevos mártires, entre ellos el patriarca Teófilo y, antes que él Abuna Petros durante el periodo colonial.. Yo también, que entonces era obispo, pasé varios años en prisión antes del exilio. Cuando fui nombrado patriarca, al final del periodo comunista, había mucho que reconstruir. Esta ha sido nuestra tarea, con la ayuda de Dios, la oración de nuestros monjes y la generosidad de los fieles.
África es un continente potencialmente rico, con un suelo fértil, recursos naturales y una gran variedad de especies vegetales y animales. África tiene un buen clima y posee muchos minerales preciosos. Como es un continente con muchos recursos naturales sin explotar, muchos les han puesto ya sus ojos encima. Además es innegable que los progresos de la civilización en otras partes del mundo es el resultado del trabajo y de los recursos de África.
Los africanos han hecho muchas obras santas por el mundo.¿Qué ha echo el mundo por ellos?
África ha sido colonizada con brutalidad y sus recursos han sido explotados. Las naciones ricas que se han desarrollado explotando África se acuerdan de ella cuando necesitan algo. Jamás han apoyado el continente en su lucha por el desarrollo.
Todas y cada una de las naciones del continente afrontan distintos problemas y desafíos. Los problemas pue den ser sociales, políticos, económicos y también espirituales.
Mientras las condiciones de vida de los pueblos africanos son inferiores a las del resto del mundo, hay algunas causas que hacen que estos niveles de vida ya de por sí pobres empeoren y se vayan expandiendo por todo el continente. La falta de acceso a la educación representa el principal problema, porque los jóvenes no logran recibir una formación adecuada. Ningún país y ningún pueblo puede desarrollarse y prosperar sin instrucción ni conocimiento.
Como todos sabemos, no ha sido posible acabar con la pandemia del SIDA, a pesar de los incesantes esfuerzos. Sin embargo, tenemos que fomentar todas esas experiencias que nos enseñan a sanar y a resistir a la enfermedad, a dar esperanza creando una sinergia y proporcionando a África los mismos tratamientos que ha recibido Europa. Al mismo tiempo, otros tipos de patologías nos amenazan actualmente. Invitamos al mundo a que trabaje en armonía a este propósito. El Consejo de las Iglesias en África está haciendo grandes esfuerzos para limitar los problemas que han surgido en el continente, sobre todo el caos que están creando los extremistas. Los líderes religiosos de Cristianismo y los fieles en general deben unirse en este esfuerzo.África está oprimida por una enorme deuda global que ni las generaciones actuales ni las venideras podrán colmar.
¿Cómo podemos condenar la guerra civil, normalmente combatida por niños soldados, que son las propias víctimas de estos actos de trágica violencia? ¿ Cómo podemos condenar los desplazamientos y las migraciones evidentes y clandestinas de la población?
La legislación internacional sobre los derechos humanos afirma que las personas menores de 18 años no pueden formar parte de ningún grupo armado porque es un “menor”. Sin embargo algunos países siguen obligando a enrolarse a los menores de 18 años. Esta es una clara violación de los derechos humanos. Por ello es absolutamente necesario que las autoridades de las Iglesias africanas unan sus voces para que estos actos se acaben de una vez por todas.
También quisiera aprovechar esta oportunidad para instar a todas los líderes religiosos a que trabajen por la paz, a que protejan los recursos naturales que Dios nos ha dado y a que defiendan la inocencia de nuestros niños.
En muchos países africanos, algunas necesidades básicas como el alimento, el agua potable y una casa no están cubiertas. En general, la mayor parte de los africanos vive en una situación en la que escasean las infraestructuras y los servicios humanos básicos. Aunque África se liberó del colonialismo hace tiempo, aún existen muchas situaciones que la hacen depender de los países ricos. La enorme deuda, la explotación de sus recursos naturales por parte de pocos, la práctica agrícola tradicional y la insuficiente introducción de modernos sistemas de agricultura, la dependencia de la lluvia por parte de las poblaciones, tienen un impacto negativo sobre la seguridad alimentaria, y la emigración y la fuga de cerebros están afectando negativamente al continente.
Espero que, como los señores cardenales y obispos ya han discutido estos temas anteriormente, este sínodo pueda discutir y proponer unas posibles soluciones.
Creo que nosotros, como guías religiosos y cabezas de las Iglesias, tenemos una tarea y una responsabilidad verdaderamente únicas: reconocer y apoyar, cuando lo consideremos necesario, las sugerencias que nos llegan de la gente, y rechazarlas cuando sean contrarias al respeto y al amor por el hombre, cuyas raíces están en el Evangelio.
De los cristianos se espera que sean mensajeros de los cambios que traen justicia, paz, reconciliación y desarrollo. Es lo que he visto hacer con decisión y humildad a la Comunidad de San Egidio en toda África: los frutos de la paz y de la salvación son posibles y debilitan cualquier forma de violencia con la fortaleza y la inteligencia cristiana del amor. Los líderes religiosos africanos no sólo tienen que preocuparse por las obras sociales, sino que también deben responder a las grandes necesidades espirituales de los hombres y de las mujeres de África .
El apostolado y las obras sociales no se pueden tratar por separado. El compromiso social es el sentido del apostolado. Cada palabra debe traducirse en práctica. Por tanto a cada palabra, a cada promesa le tienen que seguir una acción práctica. Se espera además que los religiosos despierten la conciencia de la gente para que respeten los derechos humanos, la paz y la justicia. La sociedad necesita de las enseñanzas de sus religiosos, para que la ayude a resolver sus problemas en unidad y para que deje de ser la víctima de un problema.
Por eso, las autoridades de las Iglesias africanas, con el poder de Dios todo poderoso y del Espíritu Santo, debemos expresar el lenguaje de la Iglesia. Es necesario además saber cuándo, cómo y con quién hablar, y esto se debe hacer por el bien de las Iglesias.
Estoy verdaderamente muy contento de participar en este Sínodo de la Iglesia Católica sobre África. Yo soy africano. Mi Iglesia es la más antigua de África, una Iglesia de mártires, santos y monjes. Ofrezco mi apoyo como amigo y como hermano a este compromiso de la Iglesia Católica con África. Le doy las gracias de nuevo a Su Santidad por su invitación y le deseo una larga vida y un fructífero ministerio.
Hablemos del Evangelio de Jesucristo al corazón de los africanos y Jesús volverá a África, como hizo cuando era un niño junto a la Virgen María. Y con Jesús volverán la paz, la misericordia y la justicia.
¡Que Dios bendiga a las Iglesias en África y a sus pastores! ¡Amén!
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RESPUESTA DEL PAPA BENEDICTO XVI
Su Santidad,
Le doy las gracias de todo corazón por su presentación clarividente y por aceptar mi invitación a participar en la Segunda Asamblea Especial para África del Sínodo de los Obispos. Estoy seguro de que mi gratitud y reconocimiento son compartidos por todos los miembros de la Asamblea.
Su presencia es testimonio elocuente de la antigüedad y las ricas tradiciones de la Iglesia en África. Desde los tiempos apostólicos, entre las muchas personas que anhelaban escuchar el mensaje de la salvación de Cristo había algunos procedentes de Etiopía (cf. Hechos 8:26-40). La fidelidad de su gente al Evangelio sigue mostrándose no sólo por su obediencia a su ley del amor, sino tambien como usted nos ha recordado, por la perseverancia en medio de la persecución y el sacrificio supremo del martirio por el nombre de Cristo.
Su Santidad ha recordado que el anuncio del Evangelio no puede separarse del compromiso de construir una sociedad que se ajuste a la voluntad de Dios, que respete las bendiciones de su creación y que proteja la dignidad y la inocencia de todos sus hijos. ¡En Cristo, sabemos que la reconciliación es posible, que puede prevalecer la justicia, que la paz puede perdurar! Este es el mensaje de esperanza que estamos llamados a proclamar. Esta es la promesa que el pueblo de África espera ver cumplida en nuestros días.
Oremos, pues, para que nuestras iglesias puedan acercarse a la unidad que es don del Espíritu Santo, y den testimonio común de la esperanza traída por el Evangelio. Vamos a seguir trabajando por el desarrollo integral de todos los pueblos de África, el fortalecimiento de las familias que son el baluarte de la sociedad africana, la educación de los jóvenes que son el futuro de África, y contribuir a la construcción de sociedades marcadas por la honradez, la integridad y solidaridad. Que nuestras deliberaciones durante estas semanas ayuden a los seguidores de Cristo en todo el continente a ser un ejemplo convincente de la rectitud, la misericordia y de paz, y una luz que guíe el camino de las generaciones venideras.
Su Santidad, una vez más le doy las gracias por su presencia y sus apreciadas reflexiones. Que su participación en est e Sínodo ser una bendición para nuestras Iglesias.
[Traducción del original en iglés por Inma Álvarez]