El Papa entrega a jóvenes africanos su encíclica para cambiar el continente

Se une con el rosario y el satélite a universitarios de ciudades africanas

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CIUDAD DEL VATICANO, lunes, 12 de octubre de 2009 (ZENIT.org).- Benedicto XVI ha entregado a jóvenes africanos su reciente encíclica social «Caritas in veritate» como una brújula para cambiar las injusticias que siguen afligiendo a ese continente.

La entrega del documento tuvo lugar al final del Rosario «per l’Africa e con l’Africa» que, gracias a las nuevas tecnologías de la comunicación, unió este sábado a universitarios de varias ciudades del continente con el Aula Pablo VI del Vaticano, donde se encontraban los participantes en el segundo Sínodo de África, así como universitarios italianos y de África residentes en Roma.

A ellos se les unieron, a través de una conexión televisiva por satélite, miles de estudiantes desde centros académicos o iglesias de nueve capitales africanas: El Cairo (Egipto), Nairobi (Kenia), Jartum (Sudán), Antananarivo (Madagascar), Johannesburgo (Sudáfrica), Onitsha (Nigeria), Kinshasa (República Democrática del Congo), Maputo (Mozambique), Uagadugu (Burkina Faso).

De manos del Papa, de manera simbólica, retiraron la encíclica quince universitarios presentes en el Vaticano. En las demás sedes, también se distribuyeron copias de la encíclica a los universitarios.

En el discurso que dirigió en varios idiomas, el Papa subrayó que el futuro de África depende en buena parte de la formación de sus jóvenes, en particular de sus universitarios.

«En este contexto, a vosotros, queridos jóvenes he encomendado idealmente la encíclica ‘Caritas in veritate’, en la que exhorto sobre la urgencia de elaborar una nueva síntesis humanística (Cf. nº 21) que vuelva a anudar los lazos entre la antropología y la teología».

«Queridos universitarios de Roma y de África –exhortó–, os pido que seáis, en la Iglesia y en la sociedad, operadores de la caridad intelectual, necesaria para afrontar los grandes desafíos de la historia contemporánea».

«A vosotros, queridos estudiantes africanos, os dirijo una especial invitación a vivir el tiempo del estudio como una preparación a desempeñar un servicio de animación cultural en vuestros países», concluyó. «La nueva evangelización en África cuenta también con vuestro generoso esfuerzo».

El encuentro fue organizado por la Secretaría General del Sínodo de los Obispos y por la Oficina Pastoral Universitaria del Vicariato de Roma, con ocasión de la II Asamblea para África del Sínodo de los Obispos.

Desde cada uno de los países conectados, a quienes se unieron por radio jóvenes de Madagascar, Guinea Ecuatorial y otras zonas de África, el Papa recibió saludos.

Luego, gracias a las grandes pantallas presentes en el aula, el obispo de Roma pudo seguir la celebración de la memoria del bautismo y el rito de la aspersión con el agua bendita, que tuvieron lugar en la capital egipcia, donde Sherif Samir, estudiante de ingeniería, copto católico, ofreció su testimonio sobre el lazo entre los sacramentos y la vida universitaria.

Sucesivamente, en el resto de las asamblea conectadas por satélite, los obispos que presidían la liturgia asperjaron a los presentes con el agua bendita, símbolo bautismal. Se rezaron los misterios gloriosos. El Papa introdujo el Padrenuestro y luego se asignó un misterio del Rosario a una ciudad diversa por este orden: Nairobi, Kinshasa, Johannesburgo, Jartum e Uagadugu.

El canto de las letanías de los santos se elevó desde Onitsha en el idioma local.

Cuando el Papa abandonó el aula, una cruz de madera, copia de la cruz de las Jornadas Mundiales de la Juventud, precedió una peregrinación que concluyó por las calles de Roma hasta la sede de la universidad LUMSA.

Antes de la llegada del Papa, se presentaron testimonios de reconciliación, justicia y paz –temas del Sínodo de África–, expuestos por universitarios de Nigeria, Burkina Faso, Kenia y Mozambique.

Entre los que más impresionaron a los jóvenes, destaca el de Helcido Manuel Parruque, estudiante de electrónica en Maputo, quien recordó que «la guerra destruye todo: la esperanza, la sonrisa, el futuro, los sueños, la economía».

«Sólo quien ha visto la guerra –concluyó– sabe lo necesaria que es la paz».

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ZENIT Staff

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