NUEVA YORK, martes 20 de octubre de 2009 (ZENIT.org).- La Santa Sede urge a las Naciones Unidas a que haga frente a las violaciones de los derechos humanos en las poblaciones indígenas mediante la enseñanza a la gente de su inherente dignidad.
Así lo afirmó monseñor Celestino Migliore, observador permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidas, ayer en un discurso antes de la 64 sesión de la Asamblea General de las Naciones Unidas.
Para la Santa Sede, afirmó, hablar sobre este problema es “más que hacer un ejercicio intelectual, pues ella se debe a su prolongado compromiso de hacer frente a las necesidades sociales, personales y espirituales de los más de 370 millones de personas indígenas que hay en todo el mundo”.
El prelado subrayó la necesidad de respetar “la identidad y cultura de las poblaciones indígenas”.
“Si se comprenden y respetan sus tradiciones culturales, sus conciencias religiosas y su capacidad desde hace tiempo de decidir y controlar sus programas de desarrollo, mejorará la interacción
y la cooperación entre los pueblos y los gobiernos”, añadió.
El arzobispo observó que, con todo, “continúan las violaciones de los derechos humanos” entre los pueblos indígenas.
Agregó que la delegación de la Santa Sede “quisiera recalcar la convicción, que con frecuencia resuenan en esta sala, de que el reconocimiento de la dignidad fundamental de toda persona y la promoción de los derechos humanos sigue siendo la estrategia más eficaz para su desarrollo integral”.
“Tenemos que trabajar más duro para hacer que los pueblos indígenas sean conscientes de su propia dignidad y en dar autonomía a sus comunidades para dar forma a su vida de acuerdo a sus propias tradiciones”.
Acceso a los recursos
Monseñor Migliore afirmó que “en el medio de cambio social y económico, las redes tradicionales de solidaridad tienen más importancia; por lo tanto, la promoción de iniciativas indígenas para defender sus derechos debe ser respetada”.
«La interacción entre las culturas tiene un valor positivo, pero debe llevarse a cabo a través del diálogo intercultural y no a través de la dominación o del sometimiento”, añadió.
El prelado pidió un mayor acceso a la tecnología agrícola para estos pueblos, así como una atención especial a la educación sanitaria en relación con epidemias como la del VIH / SIDA.
También subrayó la necesidad de “cultivar una conciencia pública que reconozca la alimentación y el acceso al agua como derechos universales de todos los seres humanos, sin distinción o discriminación”.
“Las comunidades indígenas están profundamente enraizadas en sus culturas, sus tradiciones y sus prácticas en el respeto por la Tierra, la creación y la vida humana”, admitió monseñor Migliore.
“La apertura a la vida ha estado durante mucho tiempo en el centro de la espiritualidad de los pueblos indígenas”, agregó.
“Si la sensibilidad social y personal hacia la aceptación de una nueva vida se pierde, también otras formas de aceptación que son valiosas para la sociedad se perderán”, advirtió.