CIUDAD DEL VATICANO, 23 de octubre de 2009 (ZENIT.org).- Los participantes en el Sínodo de África han enviado un mensaje al «pueblo de Dios» para hacer un llamamiento a valorar el patrimonio que representa este continente para la Iglesia universal.
Este viernes se ha presentado en una rueda de prensa de la Santa Sede el «nuntius» o «mensaje» de la segunda asamblea especial, su documento más importante, junto con las proposiciones conclusivas que este sábado, tras ser votadas, serán entregadas a Benedicto XVI.
El mensaje, aplaudido durante mucho tiempo por los padres sinodales, fue aprobado por unanimidad por la asamblea, de manera que no fue sometido a la votación electrónica, como sucede en el caso de cada una de las proposiciones.
Las palabras finales del Sínodo son un llamamiento: «África no está a abandonada al fracaso. Nuestro destino esta todavía en nuestras manos. África levántate…».
El texto fue presentado en los cuatro idiomas oficiales a la asamblea, en presencia de Benedicto XVI, definido por el mismo mensaje como «un verdadero amigo de África y de los africanos», por defender las causas de los africanos «con todo el peso de su autoridad moral».
Corrupción
Dividido en siete capítulos el mensaje comienza describiendo las contradicciones y profundas crisis que vive África: la trágica situación de los refugiados, una pobreza escandalosa, el hambre, la guerra y los conflictos.
Se trata de un texto sin pelos en la lengua como lo demuestra este párrafo: «Cualquiera sea el nivel de la responsabilidad imputable a los intereses extranjeros no es menos vergonzosa y trágica que la connivencia con los gobernantes locales: políticos que venden a sus naciones, hombres de negocios que se unen a voraces multinacionales, africanos que venden y trafican armas, sobre todo ligeras, que provocan la destrucción de vidas humanas, agencias locales de organizaciones internacionales que son pagados para difundir ideologías nocivas en las que ni ellos mismos creen».
Respeto por África y multinacionales
A las grandes potencias de este mundo, los obispos piden que «traten a África con respeto y dignidad».
Es necesario un cambio en el orden mundial pero no sobre la base de los intereses de los ricos sobre los pobres. Retomando los principios de la encíclica «Caritas in veritate», de Benedicto XVI, el mensaje reclama «un cambio en relación con el peso de la deuda de las naciones pobres que literalmente está matando a los niños».
«Las multinacionales deben detener la devastación criminal del ambiente y la explotación insaciable de los recursos naturales. Es una táctica de corto visión fomentar guerras para lucrarse rápidamente gracias al desorden provocado, que cuesta vidas y sangre humano».
«¿No existirá nadie que quiera o sea capaz de detener tales crímenes contra la humanidad?», se preguntan los padres sinodales en este mensaje, en el que también, sin dejar de reconocer la labor de la ONU en su territorio, le pide que sea coherente y transparente, que verifiquen que sus programas sean realmente buenos, y «que se acabe con sus intentos de destruir y minar los valores africanos de la familia y de la vida humana».
Con esta expresión, los obispos se refieren al artículo 14 del Protocolo a la Carta Africana de Derechos Humanos y de los Pueblos, mejor conocido como el Protocolo de Maputo, sobre del derecho de las mujeres al aborto.
Autocrítica
El mensaje también deja espacio a la autocrítica. Consciente de su «deber de ser instrumento de paz y reconciliación según el corazón de Cristo» exhorta a una autentica conversión «pues sólo así se romperá el circulo vicioso de la ofensa, la venganza, para lo cual, el perdón y el reconocimiento de las culpas, es crucial».
En particular, llama a los sacerdotes a ser ejemplos de reconciliación, «sobrepasando las fronteras tribales y raciales», y cumpliendo sus votos de castidad y desapego a las cosas materiales.
El mensaje pide un impulso y reconocimiento al papel de la mujer dentro de la Iglesia, exige la formación de los laicos, en especial de los políticos en la doctrina social de la Iglesia, reconoce la vasta labor de los misioneros y la vida consagrada en África, llama a un mayor diálogo ecuménico e interreligioso, y reclama a los países de mayoría musulmana el derecho a la libertad religiosa.
«Dado que el mundo musulmán acoge con placer a los cristianos que deciden cambiar de religión, también deberían respetar la reciprocidad en este campo», afirma la asamblea sinodal.
Esperanza
El mensaje es, en definitiva, un mensaje de esperanza sintetizado en un proverbio africano citado: «Un ejército de hormigas bien organizadas es capaz de abatir a un elefante».
«África no es impotente –concluye–. Nuestro destino sigue estando en nuestras manos. Todo lo que África pide es espacio para respirar y prosperar. África ya se ha puesto en movimiento y la Iglesia se mueve con ella, ofreciéndole la luz del Evangelio».