Los minaretes y Occidente: entre la cultura de la intimidación y la cobardía

Habla el obispo Paul Hinder, vicario apostólico de Arabia

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ABU DHABI, miércoles 2 de diciembre de 2009 (ZENIT.org).- El obispo Paul Hinder, de la Orden de los Frailes Menores Capuchinos, toma posición sobre las relaciones entre cristianos y musulmanes en una entrevista al diario nacional de Suiza oriental.

Hablando sobre los minaretes, afirma que «muy probablemente han tomado la arquitectura de las iglesias».

Por ello, hablar de «puntas de lanza» o de «misiles» es seguramente un chiste. Como cuando se coloca en la mano del Papa un campanario con una cruz y se dice que le tiene que servir como escudo para la conquista del mundo.

Pero ni un chiste ni el otro son signo de inteligencia, sino, al contrario, demuestran una buena dosis de ignorancia, si no malicia».

El obispo Paul Hinder es vicario apostólico de Arabia y reside en Abu Dhabi. En Thurgau, su suiza ciudad natal, es famoso por su capacidad para entablar relaciones.

«Nadie como él es capaz de salvar hoy el abismo existente entre el mundo oriental y el occidental», escribe la prensa local.

Desde 1916, el cuidado del vicariato apostólico de Arabia está confiado a los frailes capuchinos de Florencia.

Monseñor Paul Hinder, nacido en 1942, creció en Stehrenberg, en Suiza. En 1962 entró en la Orden de los Frailes Menores Capuchinos y fue ordenado en 1967.

En 1994 fue nombrado Definitor General de la Orden. En diciembre de 2003, el Papa Juan Pablo II lo nombró obispo auxiliar, y en marzo de 2005 se convirtió en vicario apostólico de Arabia.

En los Emiratos Árabes Unidos, el obispo Paul Hinder es responsable de unos dos millones de católicos y coordina el trabajo de 60 sacerdotes que se unen a él en el cuidado espiritual y la asistencia a los fieles.

En la tierra en la que se encuentra, ¿cuáles son los límites para los cristianos? ¿Qué pueden y qué no pueden hacer?

Monseñor Hinder afirma que en ninguno de los seis países de cuyas comunidades católicas es responsable –Emiratos Árabes Unidos, Bahrein, Katar, Oman, Arabaia Saudita y Yemen– «hay una libertad de religión y de cultura absoluta».

«Sin embargo -continúa-, en todos los países, excepto en Arabia Saudita, tenemos iglesias en las que los cristianos pueden celebrar libremente sus funciones religiosas».

«Aquí domina el miedo a una «islamización progresiva», dice, y añade que «es un hecho que hoy el Islam está ganando cada vez más terreno».

«El motivo principal es la actual migración de países con un excedente de nacimientos a países cuya población sufre una tendencia inversa», explica.

Preguntado sobre el supuesto «odio de los musulmanes a Occidente», el obispo considera que «es una leyenda utilizada como instrumento político».

«Hoy como ayer, muchos musulmanes admiran las numerosas conquistas de Occidente y querrían verlas realizadas también en sus propios países, como los derechos humanos o la democracia», asegura.

Y continúa: «Sin embargo es verdad que, en el pasado, el predominio arrogante de las potencias coloniales ha dejado heridas que todavía sangran».

«Desde que Occidente ha iniciado la «guerra contra el terror», en muchos países islámicos se ha producido aparentemente un cambio de paradigma, mientras ha empeorado en esos países la situación de los cristianos», indica.

El obispo explica que el empeoramiento de la situación no se ha producido de manera generalizada, sino más bien de manera esporádica.

«La mayor acentuación de la identidad islámica por parte del régimen en el poder es la consecuencia de una débil legitimidad», añade.

Respecto a los minaretes, el obispo explica que, «desde un punto de vista teológico, los minaretes de una mezquita no son una necesidad absoluta, como no los es el campanario de una iglesia.»

En opinión de monseñor Hinde, «la limitación de los derechos fundamentales garantizados por la Constitución debe ser utilizada sólo en situaciones de absoluta emergencia y temporalmente», pero no para «que lo vean» los que están en Arabia o en otros lugares.

El obispo considera que en Oriente y en Occidente «conviven al mismo tiempo una cultura de la intimidación y una cultura de la cobardía».

Y añade: «Nosotros en Occidente conocemos la intimidación, por ejemplo a través de la iniciativa de los minaretes, y la cobardía, cuando se quiere manifestar públicamente la propia fe religiosa».

[Con información de Charly Pichler]

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ZENIT Staff

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