ACAPULCO, viernes 22 de enero de 2010 (ZENIT.org–El Observador).- El arzobispo de Tegucigalpa, Honduras, y presidente de Cáritas Internationalis, el cardenal Óscar Andrés Rodríguez Maradiaga ha propuesto a la atención ética la propuesta de adoptar niños que han quedado huérfanos en Haití tras el terremoto.
Al intervenir en el Primer Congreso Nacional Mexicano de Sacerdotes «Fidelidad y fraternidad sacerdotal», que ha concluido este viernes, consideró que esta iniciativa buscaría darles una oportunidad para que estos menores «puedan encontrar un futuro» en medio de la tragedia que están viviendo.
«¡Hay tantos niños que quedarán huérfanos! Este uno de los puntos que se están planteando. A lo mejor vamos a tener que promover este discurso. Deberemos movernos para que también esos niños puedan encontrar un futuro y sé que hay personas que quisieran hacerlo», puntualizó.
El fondo de las Naciones Unidas para la infancia, Unicef, ha denunciado este viernes el rapto de al menos 15 niños no acompañados en hospitales de Haití.
El cardenal Rodríguez Maradiaga reconoció que de proceder la propuesta de adopción se deben vigilar cuidadosamente los mecanismos, debido a que en ocasiones «entran negocios turbios» e intereses diversos en lo trámites de protección a los menores.
En su intervención inicial, el presidente de Cáritas Internacionalis dijo que una de las prioridades a las que se enfrenta el pueblo de Haití es la falta de agua y alimentos, así como las condiciones insalubres para atender a los enfermos e incinerar los cientos de cadáveres que se encuentran en toda la capital.
Desmintió que exista un monopolio por parte de los Estados Unidos para tomar el control de aquel país y que la misión fundamental en estos momentos es dar prioridad a la ayuda, que llega por parte de las diversas naciones.
Dijo que a pesar de las condiciones adversas a las que se enfrentan los pilotos que llegan al aeropuerto de Puerto Príncipe, se buscar tener un control del tráfico aéreo para coadyuvar a las tareas de apoyo y poder dar prioridad a los vuelos de carga que llevan ayuda.
«La situación es dramática, faltan agua, alimentos, después no se sabe qué hacer con tantos cadáveres, algunos incinerados. La tragedia es que no se va a poder identificar a todos por el clima que hace más rápida la descomposición y por el peligro de que haya epidemias o puedan seguir muriendo personas. Hay hospitales muy dañados, hay pacientes que necesitan cirugías urgentes, esperamos que se puedan salvar el mayor número de vidas», deseó.
Ante este panorama, Rodríguez Maradiaga reconoció que lo más difícil va a ser la reconstrucción, pues ha quedado destruida toda la infraestructura educativa, de gobierno, hospitalaria e incluso eclesial.
Recordando el pasado de conflictos políticos que ha vivido Haití, el cardenal explicó que ha propuesto a la Iglesia en países de América Latina contribuir a la tarea de adoptar a uno o dos seminaristas por diócesis para poder garantizar la formación de nuevos sacerdotes.
El seminario de Haití, con unos 250 seminaristas ha quedado destruido. Se ha constatado la muerte de 30 seminaristas (religiosos y diocesanos), pero otros muchos han quedado ahora abandonados a su suerte.
«Deberíamos pensar de qué manera se podría organizar una especie de hermandad donde se pudiese ayudar a reconstruir templos y seminarios», consideró el cardenal Rodríguez Maradiaga. «No sabemos cuántos seminaristas quedarán vivos pero a lo mejor no se va a poder que sigan ahí. Yo pienso proponer a los obispos de América Latina y creo que eso puede ser una solución. El futuro es amplísimo para la caridad y las iniciativas, pero yo creo que es también un momento especial en que podamos mostrar lo que significa la hermandad entre los pueblos», concluyó.
Por Alma C. Guerrero