“No debemos temer al Islam”, afirma el cardenal Tauran

Intervención del presidente del dicasterio para el diálogo interreligioso en Granada

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GRANADA, miércoles 17 de febrero de 2010 (ZENIT.org).- El presidente del Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso, el cardenal Jean Louis Tauran, responde “no” a la pregunta “¿Hay que tener miedo al Islam?” con la que tituló una conferencia que pronunció el 10 de febrero en Granada.

Su intervención inauguró el II Congreso de Teología “Cristianismo, Islam y Modernidad”, celebrado en la Facultad de Teología de Granada del 10 al 12 de febrero.

“No debemos temer al Islam, pero diría más: cristianos y musulmanes, cuando profesan su propia fe con integridad y credibilidad, cuando dialogan y se esfuerzan por servir a la sociedad, constituyen una riqueza para esta última”, afirmó.

El Islam es la religión con la que el Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso mantiene unas relaciones más estructuradas.

El cardenal destacó que “en estos cinco años, el clima de diálogo con los musulmanes ha mejorado, aunque todavía quedan elementos de contraste”.

Entre ellos, señaló la discriminación de la mujer y la libertada de culto que es absolutamente negada en Arabia Saudí.

Triple desafío

Para el cardenal Tauran, “cada uno de nosotros debe afrontar un triple desafío: el de la identidad -tener una idea clara del contenido de la propia fe-, el de la diferencia -el otro no es necesariamente un enemigo- y el desafío del pluralismo -Dios está obrando misteriosamente en cada una de sus criaturas”.

El purpurado inició su intervención constatando que “para un occidental, el Islam resulta difícil de entender”.

“Es al mismo tiempo una religión, una sociedad y un Estado, que agrupa a mil millones doscientas mil personas en una única gran entidad mundial, la umma“, explicó.

“Los miembros de esta comunidad practican los mismos ritos, tienen la misma visión del mundo y adoptan los mismos comportamientos”.

“Además, no distinguen entre esfera privada y esfera pública -continuó-. Esta visibilidad religiosa turba a las sociedades secularizadas”.

“Sin embargo, el hecho nuevo es que en el mundo occidental los musulmanes y los no musulmanes están obligados a convivir -dijo-. En Europa, por ejemplo, vivimos con musulmanes de tercera generación”.

El cardenal señaló cómo “nos encontramos musulmanes en la vida de cada día”, lo cual “no impide que cristianos y musulmanes muchas veces sean víctimas de prejuicios, consecuencia de la ignorancia”.

“Sucede a menudo que un cristiano nunca ha hablado con un musulmán y viceversa”, constató.

Superar el miedo

El presidente del dicasterio para el diálogo interreligioso afirmó que “sólo el diálogo permite superar el miedo, porque permite a cada uno experimentar el descubrimiento del otro y provocar un encuentro y es precisamente en este encuentro en lo que consiste en realidad el diálogo interreligioso”.

“Porque no son dos religiones las que se encuentran, sino hombres y mujeres a los que las vicisitudes de la vida, las circunstancias, favorables o desfavorables, les han hecho compañeros en la humanidad”, añadió.

El purpurado destacó la necesidad de “esforzarnos, ambas partes, por conocer las tradiciones religiosas del otro, por reconocer lo que nos separa y lo que nos acerca y por colaborar al bien común”, lo cual “no es una tarea fácil.

Ello “exige una libertad interior que da lugar a una actitud llena de respeto al otro: saber callar para poder escuchar al otro, darle la oportunidad de expresarse con toda libertad, no esconder o edulcorar la propia identidad espiritual”.

“Una vez instaurada la confianza, ambos podremos examinar libremente lo que nos separa y lo que nos une”, dijo.

Convergencias y divergencias

Respecto a las diferencias entre cristianos y musulmanes, el cardenal destacó: “nos separa nuestra relación con los libros sagrados, el concepto de revelación -el cristianismo no es una “religión del Libro”-, la identidad de Jesús y de Mahoma, la Trinidad, el uso de la razón, la concepción de la oración”.

Y como aspectos en común, indicó “la unicidad de Dios, la sacralidad de la vida, la convicción de que debemos transmitir valores morales a los jóvenes, el valor de la familia para el crecimiento afectivo y moral de los hijos y la importancia de la religión en la educación”.

Por otra parte, destacó que “nosotros, católicos, estamos guiados y animados por el luminoso magisterio de Benedicto XVI, que ha hecho del diálogo interreligioso una de las prioridades de su pontificado”, y se refirió a sus intervenciones en Colonia, Estados Unidos, Francia y Tierra Santa.

Diálogo oficial

Sobre las relaciones entre el Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso y el Islam, el presidente del dicasterio destacó que desde 1976 se celebran reuniones cada dos años con la World Islamic Call Society de Libia.

Además, en 1995 fue creado el Comité de Liaison Islamo-Catholique y, desde 1998, existe un Comité mixto para el diálogo entre el dicasterio y la universidad Al-Azhar de El Cairo, que se reúne cada año.

El Consejo Pontificio también colabora con el Royal Institute for Interfaith Studies de Ammán, la Islamic Culture and Relations Organization de Teherán, y, en 2008 se creó el Foro islamo-católico.

Como progresos logrados “gracias a estos contactos humanos y espirituales”, el cardenal Tauran señaló la conferencia interreligiosa celebrada en julio de 2008 en Madrid, por invitación del rey de Arabia Saudí, con unas afirmaciones unánimes sobre valores comunes.

También el primer seminario del Foro islamo-católico celebrado en el Vaticano en noviembre de 2008, con la presencia de representantes de los firmantes de la famosa carta abierta de 138 personalidades musulmanas a sus homólogos cristianos.

Y finalmente, el encuentro interreligioso organizado por el Royal Institute for the Interfaith Studies en mayo de 2009 en Jordania sobre el tema “Religión y sociedad civil”.

 

Este encuentro, señaló, “ha permitido a los participantes cristianos y musulmanes afirmar que la libertad religiosa se puede ejercitar adecuadamente sólo en una sociedad democrática”.

El cardenal Tauran declaró que todo ello representa un progreso, aunque “el gran problema, para mí -dijo- es saber cómo hacerlo para que este cambio llegue a la base”.

Deberes de los católicos

Por otra parte, señaló que los pastores de la Iglesia católica y los profesores de las escuelas y universidades católicas todavía demasiado a menudo no tienen en cuenta este nuevo contexto de pluralismo religioso.

También lamentó que “los católicos europeos tienen un conocimiento muy débil de su propia fe”.

“No se puede instaurar un diálogo interreligioso auténtico en la ambigüedad o cuando los interlocutores no tienen un perfil espiritual definido -advirtió-. Así nace el relativismo y el sincretismo”.

El purpurado también quiso señalar que “gracias al islam, o mejor dicho, a los musulmanes que viven con nosotros, estamos llamados a profundizar en nuestra fe y a renovar nuestra catequesis”.

“Porque practicar el diálogo interreligioso no es poner la propia fe entre paréntesis, sino, al contrario, proclamarla con las palabras y el comportamiento”, explicó.

Y continuó: “Nosotros proclamamos que Jesús es la Luz que ilumina a todos los hombres que vienen a este mundo”.

“Entonces, todos los aspectos positivos que existen en las religiones no son tinieblas, sino que participan en esta gran Luz que resplandece sobre todas las luces”.

En la Iglesia, dijo el cardenal, “no decimos que todas las religiones tienen el mismo valor, sino que todas las que buscan a Dios
tienen la misma dignidad”.

Citó a Juan Pablo II y recordó que afirmaba que “las otras religiones constituyen un desafío positivo para la Iglesia de hoy”.

“De hecho -continuó-, ellas la llevan a descubrir y a reconocer los signos de la presencia de Cristo y de la acción del Espíritu Santo, y también a profundizar en su identidad y a dar testimonio de la integridad de la revelación, de la que es depositaria para el bien de todos”.

“La “Dominus Iesus” nos recuerda que debemos mantener unidas dos verdades: la posibilidad, para todos los hombres, de ser salvados por Cristo, y la necesidad de la Iglesia para la salvación”.

“Para los que no pertenecen a la Iglesia, Cristo es accesible en virtud de una gracia que misteriosamente los ilumina y que viene de Cristo”, aseguró.

Y recordó que la “Lumen gentium” destaca que “los que sin culpa ignoran el Evangelio de Cristo y su Iglesia pero que todavía buscan sinceramente a Dios y con la ayuda de la gracia se esfuerzan por cumplir con las obras la voluntad de Él, conocida a través del dictamen de la conciencia, pueden conseguir la salvación eterna”.

El cardenal recordó que la verdad se propone y no se impone y afirmó que “el diálogo interreligioso y el anuncio de Cristo no son intercambiables”.

El II Congreso de Teología, contó también con la presencia de destacados académicos cristianos y musulmanes.

Entre ellos, se encontraban el arzobispo de Granada, monseñor Javier Martínez, y del obispo de Almería, monseñor Adolfo González Montes, quien pronunció una ponencia titulada “Cristianismo, Ilustración, laicismo: la razón y la fe ante la revelación trascendente”.

El Congreso fue organizado por la Cátedra Andaluza para el Diálogo de las Religiones, creada por la Facultad de Teología de Granada en julio de 2009.

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ZENIT Staff

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