SALAVAN, viernes 12 de febrero de 2010 (ZENIT.org).- Un grupo de 48 cristianos autóctonos de la provincia de Salavan, situada al sur de Laos, están retenidos hasta que renuncien a su fe, informó este viernes la agencia católica de noticias Ucanews.

El líder del Gobierno del distrito de Ta-Oyl ordenó su detención después de un incidente que tuvo lugar el mes pasado, en el que cien oficiales del distrito irrumpieron en una celebración religiosa del domingo por la mañana en la localidad de Katin.

Tanto el observatorio Human Rights Watch for Lao Religious Freedom (HRWLRF) como el International Christian Concern (ICC) denunciaron este incidente.

En la redada del 10 de enero, los oficiales del distrito apuntaron con pistolas a las cabezas de los cristianos y forzaron a los 48 a entrar en un descampado cercano, donde se dice que permanecen detenidos.

Les confiscaron sus pertenencias personales y destruyeron seis de sus casas. No les dejan volver a la aldea y ahora están durmiendo en el suelo sin refugio y con poca comida, según el ICC.

Esta organización destacó que los cristianos se negaron a obedecer la orden de renunciar a su fe.

Forzados a punta de pistola

HRWLRF informó que las autoridades incluían al jefe local, a un oficial de asuntos religiosos, a tres policías del distrito y a quince miembros de una unidad de voluntarios.

“Mientras eran forzados con la pistola en la cabeza, los creyentes tomaron sólo las pertenencias que pudieron coger”, indica un comunicado del HRWLRF.

La policía local ha sido destinada fuera de Katin para evitar que los cristianos regresen al pueblo.

“Están sin luz, comida y agua limpia, excepto por un pequeño arroyo cercano”, indicó la organización.

El líder local de Katin declaró el año pasado que el culto a los espíritus es la única forma aceptable de culto en la comunidad, añadió el HRWLFR.

Dijo que había confiscado ganado de los aldeanos cristianos y el 11 de julio de 2009, convocó una reunión especial de todos los residentes y anunció que habían “prohibido la fe cristiana en nuestro pueblo”.

Amenaza para los comunistas

En Laos, un 65% de la población es budista y un 1,5%, cristiana, con unos 40.000 católicos. Las autoridades comunistas acusan a los cristianos de adherirse a creencias importadas que representan una amenaza para el sistema político.

Sin embargo, los artículos 6 y 30 de la Constitución de Laos garantizan el derecho de los cristianos y de otras minorías religiosas a practicar la religión que escojan sin discriminación o penalización.

Se trata de un regreso al pasado, a la persecución anticristiana de los años 90 que retrocedió debido a la presión internacional y al riesgo de perder la ayuda financiera.

Ahora, el Gobierno ha establecido relaciones estrechas con estados totalitarios vecinos como China y las autoridades vuelven a perseguir a los cristianos.

Indonesia: Aceh en el post-tsunami, una esperanza para Haití

MEDAN, viernes 12 de febrero de 2010 (ZENIT.org).- Del mal se puede sacar bien; de la tragedia, la esperanza y la nueva vida.

Ése es el mensaje que Aceh, provincia del extremo norte de la isla de Sumatra, destruida por el tsunami en 2004, lanza a Haití, afectado por un violento terremoto producido el pasado 12 de enero.

Según cifras oficiales, Haití lamenta 112.000 muertos, 196.000 heridos y dos millones de personas necesitadas de ayuda humanitaria básica, entre ellas 200.000 huérfanos, informó este miércoles “Eglises d’Asie”, la agencia de las Misiones extranjeras de París (MEP).

En Aceh, el tsunami de diciembre de 2004 devastó la costa, dejando 160.000 muertos y 500.000 refugiados, arrasando ciudades y pueblos enteros.

Aceh fue entonces calificado como “provincia rebelde” debido a los enfrentamientos militares muy fuertes entre un movimiento separatista local, el GAM, y las fuerzas armadas gubernamentales.

Bastión de un Islam rigorista, Aceh ha sido, además, la única provincia del país donde la charia ha estado en vigor, desde 2002.

Cinco años después de la catástrofe, Banda Aceh, capital de la provincia, es actualmente el símbolo de “triunfo sobre el tsunami”.

Es un lugar donde la calidad de vida ha aumentado, donde la armonía interreligiosa es una realidad y donde “hay un renacimiento que lleva esperanza al mundo entero, especialmente a la población de Haití”.

Así lo declara a la agencia Fides monseñor Antonius Sinaga, arzobispo católico de Medan, la principal ciudad de Sumatra-Norte, que afirma que el tsunami dio impulso para un nuevo comienzo.

Según monseñor Sinaga, “la población es hoy muy abierta, en lo humano y en lo social. Banda Aceh se ha convertido en una ciudad internacional y, desde la tragedia del tsunami, ha nacido una ciudad muy diversa en lo que se refiere a lo social”.

“La población está muy agradecida por las ayudas llegadas del extranjero, sobre todo de los Estados Unidos y de países europeos, llamados “países cristianos”, que han permitido reconstruir más de 140.000 casas”.

Gracias a las ayudas aportadas por un valor total de más de 6,7 mi millones de dólares, se han podido reconstruir también 1.700 escuelas, 996 edificios públicos, 36 aeropuertos y puertos, 3.800 mezquitas, 363 puentes y más de 20.000 kilómetros de carreteras.

“Se comprende por qué actualmente los cristianos de los países donantes son llamados amigos o incluso hermanos”, indica el arzobispo.

“La mejora es significativa: la ciudad está pacificada a todos los niveles. No hay tensión social, ni interreligiosa y el clima político es muy favorable. El bienestar social y económico es más elevado que en otras regiones de Sumatra”, continúa el prelado.

Los cristianos, que forman una pequeña minoría en la provincia de Aceh, viven libremente y en paz.

“La Iglesia católica ha instaurado una excelente relación con el Gobierno y las autoridades civiles, en un clima de diálogo sereno -explica-. Igualmente, las relaciones con los líderes musulmanes locales son más que buenas”.

El arzobispo también se muestra tranquilizador sobre el tema de la charia. “La ley islámica, en vigor en la provincia, no representa un problema: las autoridades, los medios de comunicación, los tribunales, respetan que se aplique sólo a los musulmanes y que los creyentes de otras religiones puedan vivir libremente”.

“Hay que decir que esto está muy claro en el ámbito oficial, pero en el popular -sobre todo en las aldeas remotas y de cultura tradicionalista que no han estado en contacto con la modernidad-, la situación es más difícil y hay restricciones que a veces causan problemas a la población”.

Por eso, algunos grupos de defensa de los derechos humanos, como la ONG indonesia Kontras, han denunciado “la violación de los derechos humanos y de la misma legislación indonesia en la aplicación de penas previstas por la charia”.

“A pesar de todo, en conjunto, las condiciones sociales de la población y de los cristianos (4.000 fieles sobre 3,5 millones de habitantes en Aceh) han mejorado considerablemente”, indica el arzobispo, y las perspectivas son buenas.

Es cierto que a la Iglesia católica todavía no le está permitido crear nuevas obras sociales, como escuelas u hospitales, pero la esperanza aumenta.

Respecto al proyecto de abrir una clínica católica en Aceh, el Gobierno declaró que apoya el proyecto, pero que pensaba postponerlo a un momento en el que el clima cultural y social en Aceh lo permita.

Monseñor Sinaga concluye: “Creo que este momento se aproxima”.