BOGOTÁ, sábado, 20 febrero 2010 (ZENIT.org).- Publicamos la declaración «Crisis económica, opción por los pobres y cuidado de la creación – Por un desarrollo humano, integral y solidario» emitida por miembros del Departamento Justicia y Solidaridad del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM).
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Del 7 al 10 de febrero de 2010 nos hemos reunidos obispos, sacerdotes, diáconos, religiosos, religiosas, laicos y laicas, asesores y miembros de los equipos de apoyo del Departamento Justicia y Solidaridad del Consejo Episcopal Latinoamericano con motivo de la reunión anual de evaluación y planificación, evento en el cual hemos constatado la problemática que viven los pueblos de América Latina y el Caribe por la crisis económica y el cambio climático, y deseamos dirigirnos a nuestras poblaciones y líderes para manifestarles lo siguiente:
Introducción
1. La vida y la misión de los discípulos de Jesucristo se desarrollan en un contexto socio-cultural muy complejo, debido en buena medida a las profundas mutaciones en todos los órdenes, promovidas por fenómenos mutuamente interrelacionados, entre ellos, la globalización, el avance de la ciencia y la tecnología, el secularismo y el pluralismo religioso.
2. El aceleramiento de la globalización en las últimas décadas ha tenido un impacto muy grande en la sociedad, lo cual se ha reflejado, en medio de la crisis financiera, en la búsqueda de caminos conjuntos para el desarrollo de la economía mundial y en las nuevas oportunidades que tienen los países para un crecimiento económico sostenido; en la expansión de la democracia y la promoción y defensa de los derechos humanos; en los avances científicos y tecnológicos, generadores de cambios radicales en todos los campos de la actividad humana; y en la simultaneidad de las comunicaciones que han hecho realidad aquello de la ‘aldea global’.
3. Al mismo tiempo, es necesario constatar que el tipo de globalización promovido por el mundo de hoy, está animado por la ideología neoliberal y por un ‘fundamentalismo del mercado’ que ha derivado en un aumento de la pobreza, en una exclusión en todos los órdenes, en el debilitamiento del papel del Estado en la búsqueda del bien común, en una búsqueda de homogeneización cultural expresada en una «cultura de masas»; pero también ha despertado la conciencia de los valores locales y la expansión de procesos culturales de los excluidos desde lo que se ha llamado la «globalización desde abajo».
La exclusión social
4. En efecto, en el campo social, la población de América Latina inicia el año 2010 con 9 millones más de pobres respecto de la cifra de inicios de 2009 que ya era muy elevada. La población en pobreza pasó de 180 a 189 millones. Ha crecido la pobreza en la peor de sus formas: la indigencia. «Ya no se trata simplemente del fenómeno de la explotación y opresión, sino de algo nuevo: la exclusión social. Con ella queda afectada en su misma raíz la pertenencia a la sociedad en la que se vive, pues ya no se está abajo, en la periferia o sin poder, sino que se está afuera. Los excluidos no son solamente «explotados» sino «sobrantes» y «desechables».» (DA 65), Las situaciones de pobreza e indigencia son factores que pueden contribuir a la generación de mayores índices de criminalidad lo que conduce entre otros al incremento de la problemática penitenciaria.
5. Como de costumbre, los pobres están sufriendo mucho más la crisis. Ella afecta más duramente a los más vulnerables. Entre los más afectados están los niños, las mujeres, los jóvenes, los pueblos indígenas y afrodescendientes. Cerca de uno de cada cuatro jóvenes esta fuera del sistema educativo, y del mercado de trabajo. El porcentaje de pobres de la región, según la CEPAL, ascendió al 34.1%, y la indigencia al 13.7%. Más de una de cada tres personas, son pobres, en uno de los Continentes potencialmente más ricos del planeta, bendecido por Dios, con reservas enormes de materias primas estratégicas, gran biodiversidad, posibilidades excepcionales de producción de alimentos, un tercio de las aguas limpias de todo el orbe, múltiples fuentes de energía barata, una excelente ubicación geo – económica, y un gran potencial turístico.
6. Las paradojas son tan fuertes, como el hecho de que produciendo América Latina alimentos para tres veces su población actual, el 16% de los niños sufre de desnutrición crónica. El problema de la alimentación en América Latina es principalmente un problema de acceso a la tierra y a los alimentos producidos.
7. Todo esto se agrava con el avance de la corrupción generalizada tanto en el ámbito público como privado (Cf SD 233, DA 70), que corroe amplios estratos de la sociedad y que tiene dimensiones transnacionales. Uno de los retos para este nuevo siglo es la consolidación de una fuerza ética, moralmente vinculante, acogida por todos los sectores de la sociedad y por todos los pueblos, que nos conduzca a la construcción de una sociedad justa, transparente, solidaria y participativa.
La crisis económica y el impacto en los pobres
8. En el campo económico, la crisis económica mundial, la mayor en 80 años – cuyo origen no es sólo la aplicación del modelo economicista neoliberal, sino que es el propio modelo como tal el que está cuestionado – ha tenido fuertes impactos en los altos niveles de pobreza y desigualdad de América Latina. Estos impactos humanos y ecológicos de la crisis, con frecuencia han sido dejados de lado en su tratamiento en los medios de comunicación, y en el discurso político usual. La atención se ha enfocado en las consecuencias financieras y macroeconómicas de la crisis, sin considerar, sus efectos sobre las personas y los bienes de la creación, los cuales en definitiva son objetivo fundamental de la economía. Una expresión frecuente en voces de economistas de prestigio e influyentes en la región y a nivel internacional es: «ya salimos de la crisis, todo anda mejor, menos la desocupación»; esto retrata todo un modo de interpretar la realidad.
9. La crisis económica global acentuó las agudas desigualdades latinoamericanas, las mayores comparativamente de cualquier región del mundo. Es una de las causas de por qué un Continente tan rico, tiene tanta gente pobre. Según los últimos datos del Informe de Desarrollo Humano 2009 del PNUD (Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo), mientras que la brecha entre el 10% más rico, y el 10% más pobre, es en Noruega de 6.1 veces, en Japón de 4.5, en España de 10.3, en América Latina esas cifras se multiplican de 5 a 10 veces. El Papa Benedicto señalaba en su última Encíclica Social: «La riqueza mundial crece en términos absolutos, pero aumentan también las desigualdades. En los países ricos, nuevas categorías sociales se empobrecen y nacen nuevas pobrezas. En las zonas más pobres, algunos grupos gozan de un tipo de superdesarrollo derrochador y consumista, que contrasta de modo inaceptable con situaciones persistentes de miseria deshumanizadora. Se sigue produciendo «el escándalo de las disparidades hirientes» «. (CIV 22).
10. Hay una profunda concentración del poder económico en el mundo, contraria a los principios de la DSI del destino universal de los bienes y la justa distribución de la riqueza. Pocas corporaciones trasnacionales gobiernan el mercado global. Podríamos decir que las grandes corporaciones influyen poderosamente en el gobierno mundial a todo nivel. La soberanía de los Estados ha ido pasando de los niveles de la política a los de la economía.
Un trabajo digno para todos
11. En el campo laboral, según se estima en las estadísticas disponibles, la crisis destruyó en el 2009, no menos de 2.5 millones de empleos en América Latina. La tasa de desempleo abierto pasó de 7.5% a 8.5% en promedio. El total de desocupados llega a 18.400.000 personas. Pero además aume
ntaron todo tipo de formas de trabajo que violan la idea de trabajo digno, entre ellas el trabajo informal, el trabajo precario, los empleos clandestinos, los trabajos sin protección social alguna, y se contrajeron los empleos a tiempo completo. Una meta básica de la economía es generar trabajos dignos para todos y todas. Si esto no se cumple, en realidad lo que no funciona es uno de los motores para generar condiciones de vida digna. Hacemos un llamado a los gobernantes y a los empresarios para que asuman su responsabilidad de crear más fuentes de trabajo y de invertir en la superación de las nuevas pobrezas que están surgiendo en la región. (Cf DA 62)
12. La crisis está teniendo un impacto de alta regresividad en los diversos países de la región que tenían elevadas remesas migratorias. Dichas remesas, son los ahorros que los inmigrantes pobres latinoamericanos que se fueron en las últimas dos décadas envían a sus familias en sus países de origen. Las remesas daban ayuda a 20 millones de familias latinoamericanas pobres. Muchos de los que las enviaban han perdido total o parcialmente sus empleos en Estados Unidos, España, Italia y otros países. Las remesas de los migrantes han disminuido en el 2009, según cálculos iniciales en no menos de un 11%, agravando la situación de las familias pobres de la región que las recibían.
Alianza entre el ser humano y el medio ambiente
13. En la región el incremento de las actividades extractivas sigue siendo muy significativo, en medio de conflictos socioambientales latentes o declarados. El Papa Benedicto XVI nos dice «¿Cómo permanecer indiferentes ante los problemas que se derivan de fenómenos como el cambio climático, la desertificación, el deterioro y la pérdida de productividad de amplias zonas agrícolas, la contaminación de los ríos y de las capas acuíferas, la pérdida de la biodiversidad, el aumento de sucesos naturales extremos, la deforestación de las áreas ecuatoriales y tropicales? ¿Cómo descuidar el creciente fenómeno de los llamados «prófugos ambientales», personas que deben abandonar el ambiente en que viven -y con frecuencia también sus bienes- a causa de su deterioro, para afrontar los peligros y las incógnitas de un desplazamiento forzado? (…). Todas éstas son cuestiones que tienen una repercusión profunda en el ejercicio de los derechos humanos como, por ejemplo, el derecho a la vida, a la alimentación, a la salud y al desarrollo». (Cfr. S.S. Benedicto XVI, Mensaje Jornada Mundial por la Paz, 2010). Las consecuencias negativas de ello las sufren las poblaciones con mayor precariedad económica.
14. Hoy es más que nunca necesaria la promoción de una verdadera responsabilidad ecológica. La defensa de lo ecológico debe incluirse dentro de los intereses sociales que exigen protección jurídica plena y que rebasa los límites del derecho de una nación determinada porque afecta a la comunidad internacional. En este sentido, Aparecida nos exhorta a «empeñar nuestros esfuerzos en la promulgación de políticas públicas y participaciones ciudadanas que garanticen la protección, conservación y restauración de la naturaleza; y a determinar medidas de monitoreo y control social sobre la aplicación en los países de los estándares ambientales internacionales» (DA 474 d, e).
15. De otra parte, los Obispos urgen una educación ecológica que ayude a «descubrir el don de la creación, sabiéndola contemplar y cuidar como casa de todos los seres vivos y matriz de la vida del planeta, a fin de ejercitar responsablemente el señorío humano sobre la tierra y los recursos, para que pueda rendir todos sus frutos en su destinación universal, educando para un estilo de vida de sobriedad y austeridad solidarias» (DA 474 a). Benedicto XVI lo dijo en forma muy concreta: hay que «fortalecer esa alianza entre ser humano y medio ambiente…» (CIV 50).
Hacia una educación democrática
16. La crisis también ha impactado en el congelamiento o reducción de los presupuestos educativos, agravando los fuertes déficits que tiene la región en educación. En un mundo donde es imprescindible terminar el nivel secundario para tener acceso al trabajo, no lo termina un gran número de jóvenes. Cerca de 6 millones de jóvenes entre 15 y 19 años de edad no han terminado la primaria. «La pobreza es hoy pobreza de conocimiento y del uso y acceso a nuevas tecnologías» (DA 62).
17. De otra parte, las reformas educacionales, están «centradas prevalentemente en la adquisición de conocimientos y habilidades, y denotan un claro reduccionismo antropológico, ya que conciben la educación preponderantemente en función de la producción, la competitividad y el mercado» (DA 328). Es importante destacar como componente prioritario el fomento de una educación democrática, al menos en tres sentidos: a) que sea una educación para todos, como lo decían los Obispos latinoamericanos cuando se reunieron en Medellín, «de tal manera que todos los sectores sociales, sin discriminación alguna, tengan acceso a ella y adquieran en la misma una auténtica conciencia social que informe su vida» ; b) que sea una educación donde la comunidad se convierta progresivamente en gestora de su propia formación y de su propio desarrollo; c) que sea una educación que forme en la teoría, pero sobre todo en la práctica, en el respeto y promoción de la dignidad humana, en un estilo sobrio de vida y en la construcción de una ciudadanía que abra las puertas a la participación de todos en la democratización política, económica, social y cultural de la sociedad.
Por una cultura de paz
18. Es escandaloso que, ante el incremento de la pobreza y la reducción de fondos dedicados a educación y salud, crezca la carrera armamentista en la región que genera la enemistad entre nuestras naciones hermanas. La paz es un derecho fundamental de nuestros pueblos, condición necesaria para disfrutar de los demás derechos. Por eso, un reto para la democracia es, por una parte, propugnar por un acuerdo mundial para la reducción del armamentismo y apoyar a los organismos nacionales e internacionales que promuevan iniciativas concretas para el desarme; y, por otra, educar para la paz, formando a las personas en los principios y valores básicos de la convivencia como son el respeto, la tolerancia, la justicia y la solidaridad; y exigir a los gobernantes el diseño de políticas de paz entre nuestros pueblos.
Credibilidad política y Neopopulismos
19. La escasa participación de los ciudadanos en la política, entendida en su aspecto más amplio, y no solamente en el ámbito electoral, se ha incrementado en nuestros países debido especialmente a la falta de credibilidad en los líderes políticos, a la desesperanza y a la pérdida de ilusiones en un futuro mejor.
20. Los neopopulismos autoritarios que se están apoderando de nuestra región, debido en buena medida a la corrupción de la clase política y a la búsqueda de soluciones mesiánicas a los grandes problemas de nuestros pueblos, se han convertido en un verdadero peligro en la región. Estos neopopulistas acceden al poder por el voto popular, ejerciendo un liderazgo de tipo carismático personalista fuerte. Una vez estando en el poder, golpean, de manera sistemática, todas las instituciones que no se pliegan a su voluntad: los medios de comunicación, los sindicatos, el sector empresarial, la Iglesia…; y tratan de someter a su arbitrio a los demás poderes del Estado: la Corte Suprema de Justicia, la Corte Electoral, el Congreso… Aunque mantienen posiciones aparentemente nacionalistas y antiimperialistas, crean paradójicamente, al interior de su propio país, un régimen autocrático; y manejan a su antojo los fondos del Estado con una actitud paternalista, controlando toda la actividad económica del país y pauperizando cada vez más a la población. Tanto estos neo-socialismos populistas como las corrientes neoliberales se fundamentan en una antropología reduccionista, que no responde a las inquietudes más profundas d
el ser humano de una vida en comunión, participativa, igualitaria, libre y abierta a la trascendencia.
21. El desafío que se presenta en este campo es el fortalecimiento de la sociedad civil, de tal manera que podamos pasar de una democracia representativa a una democracia participativa. La sociedad civil debe hacerse corresponsable tanto en los diagnósticos como en la búsqueda de soluciones y en la ejecución de planes de acción. «El surgimiento real de la sociedad civil redefinirá y animará de nuevo la tarea de la política en términos de convivencia y de democracia en participación en los términos comprensibles de lo local y lo municipal» .
Nuevas formas de compromiso
22. El Papa Benedicto nos advierte que «La crisis nos obliga a revisar nuestro camino, a darnos nuevas reglas y a encontrar nuevas formas de compromiso, a apoyarnos en las experiencias positivas y a rechazar las negativas. De este modo, la crisis se convierte en ocasión de discernir y proyectar de un modo nuevo. Conviene afrontar las dificultades del presente en esta clave, de manera confiada más que resignada». (CIV 21)
23. La reciente catástrofe en Haití demostró una vez más que los desastres son problemas no resueltos del desarrollo. Los desastres se producen en todos lados, pero impactan de manera particular en los países pobres a través de una serie de mecanismos creadores de vulnerabilidad (Cfr TMA 51). Alentamos todas las iniciativas de solidaridad efectiva, organizada y transparente, entre ellas la condonación de la deuda externa, que permitan la reconstrucción de Haití. También ratificamos la exigencia del Papa Juan Pablo II de condonación de la deuda externa a los países hundidos en la necesidad imperiosa a causa de la pobreza y la exclusión, que son permanentes desastres. Esto siempre que ese alivio vaya vinculado a la inversión social efectiva para los pobres.
24. Como discípulos misioneros de Jesucristo en este continente deseamos renovar y reafirmar la opción preferencial por los pobres que «está implícita en la fe cristológica en aquel Dios que se ha hecho pobre por nosotros para enriquecernos con su pobreza. Esta opción nace de nuestra fe en Jesucristo, el Dios hecho hombre, que se ha hecho nuestro hermano» (DA 392). «Los rostros sufrientes de los pobres son rostros sufrientes de Cristo. Ellos interpelan el núcleo del obrar de la Iglesia, de la pastoral, y de nuestras actitudes cristianas. Todo lo que tenga que ver con Cristo, tiene que ver con los pobres y todo lo relacionado con los pobres reclama a Jesucristo» (DA 393). Reafirmamos el respeto a la vida frente a una cultura de muerte que amenaza a América Latina y El Caribe. Decimos con toda claridad que los gozos y las esperanzas, las tristezas y angustias del pueblo son los gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo (Cfr GS 1).
25. El presente 2010 encuentra a ocho países latinoamericanos (Argentina, Bolivia, Colombia, Chile, Ecuador, México, Paraguay, Venezuela) celebrando sus 200 años de independencia. Deseamos que ésta pueda ser una ocasión propicia para restaurar los elementos fundantes de nuestros pueblos, abiertos a un futuro humanista, cimentado en una auténtica libertad, en una igualdad de oportunidades para todos y en una fraternidad que consolide los vínculos de comunión con los desheredados y excluidos. Es necesario reconocernos como una familia de latinoamericanos y caribeños, sin discriminaciones ni exclusiones por motivos de sexo, raza, condición social y pertenencia nacional, generando condiciones de vida dignas para los más pobres en el marco de un desarrollo humano, integral y solidario (Cfr DA 474-c; 524-525).
26. Por ello reafirmamos nuestro compromiso en la búsqueda del desarrollo humano integral solidario, que sea realmente, para toda la persona y para todas las personas, «el paso de condiciones de vida menos humanas a condiciones de vida más humanas» (PP 20). Un desarrollo que integre todas las dimensiones de la vida tales como la económica, la social, la política, la ecológica, la cultural y muy especialmente la ética y religiosa, un desarrollo solidario en la medida que implica el compromiso de todos los sectores y actores en la búsqueda del bien común, de modo que los pueblos sean los protagonistas de su construcción, pues son los primeros responsables de él (Cfr PP 77).
27. Debemos reafirmar que «una y plural, América Latina es la casa común, la gran patria de hermanos» (DA 525), donde todos podemos convivir con dignidad. En nuestros pueblos tenemos grandes reservas espirituales y morales. Jesucristo, Camino, Verdad y Vida, nos invita a la reconciliación y a la amistad social, a la cooperación y a la integración. María de Guadalupe, discípula y misionera, nos enseña a salir de nosotros mismos en camino de sacrificio, amor y servicio, y nos acompaña en forma cercana, llena de comprensión y ternura (Cf DA 553). Sólo así seremos los cristianos, no profetas de desventuras, sino portadores de Buenas Noticias para nuestros pueblos.
Bogotá, febrero de 2010
Cardenal Julio Terrazas Sandoval, CssR.
Arzobispo de Santa Cruz de la Sierra
Bolivia
Presidente del Departamento de Justicia y Solidaridad
Mons. Jorge Eduardo Lozano
Obispo de Gualguaychú
Argentina
Sección de Pastoral Social
Mons. José Luis Azuaje Ayala
Obispo de El Vigía-San Carlos del Zulia
Venezuela
Sección Laicos Constructores de la
Sociedad
Mons. Luis Artemio Flores Calzada
Obispo de Valle del Chalco
México
Sección Pastoral Social
Mons. José Domingo Ulloa Mendieta
Obispo Auxiliar de Panamá
Panamá
Sección Movilidad Humana