La Sábana Santa "remite al amor infinito de Jesús"

Entrevista al presidente de la Comisión diocesana de la Ostensión 2010

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TURÍN, domingo 11 de abril de 2010 (ZENIT.org).- Con ocasión del comienzo de la Solemne Ostensión de la Sagrada Síndone, ZENIT pidió a monseñor Giuseppe Ghiberti, presidente de la Comisión diocesana de la Síndone, que explicara el valor religioso para el creyente del lienzo que, según la tradición, habría envuelto el cuerpo de Jesús antes de la Resurrección.

– ¿Solo una respuesta positiva sobre la autenticidad de la Síndone legitima la relación religiosa entre el creyente y este objeto?

Monseñor Ghiberti: El problema de la justificación de la relación religiosa con la Síndone se percibe de modo diverso. No pocas personas consideran que solo la seguridad de su autenticidad legitima su veneración por parte de los fieles. La teoría opuesta afirma en cambio: se trata de un objeto venerable y por tanto es auténtico.

Ambas posiciones no parecen convincentes. La relación religiosa con la Síndone del creyente, es decir, de una persona que ha vivido en una tradición en la que la persona y las circunstancias de la vida de Jesús son centrales, nace al darse cuenta – en el momento en el que se acerca a la imagen sobre el lienzo – que hay una perfecta correspondencia entre lo que ve y lo que refiere el relato evangélico a propósito de la Pasión de Jesús. Apenas se verifica esta conciencia, surge un tipo de relación que no está tan justificada por el objeto en sí, como del hecho che remite a ese otro hecho.

Se puede calificar como una “función de precursor”. San Juan Bautista afirmaba respecto de Jesús: “Él debe crecer y yo menguar. Él es el Esposo y yo el amigo del Esposo”; para la Síndone es lo mismo, en su pobreza está su nobleza, porque su valor no se agota en lo que es, sino a lo que remite.

Hay un carácter pre-científico en este tipo de relación con la Síndone en cuanto, en este punto, no me he planteado aún ninguna pregunta sobre su autenticidad: simplemente he tomado el mensaje que emana de ella y que consiste en una referencia al relato evangélico de la Pasión.

Solo a continuación yo pregunto a la ciencia si en ese lienzo ha estado el cuerpo de Jesús, y esto para mi corazón es importantísimo. En la ciencia estoy, por tanto, interesado, pero no me quedo condicionado por ella. Esta forma de razonamiento creo que ofrece el planteamiento exacto y, aceptándolo, soy mucho más libre.

– Por tanto, la Síndone tiene una función auxiliar para la fe?

Monseñor Ghiberti: Cuando se ha adquirido esa libertad interior por la que, vayan como vayan las cosas – ¡aunque yo soy un “hincha” de la autenticidad de la Síndone! – el resultado no influye en la recepción del mensaje, hay que preguntarse: ¿qué significa la Síndone para mí, para la pastoral, para la Iglesia?

Las cosas están conectadas una con otra. La Síndone no es ciertamente objeto de fe, son otras las verdades fundamentales en las que creer. Lo dijo claramente también Juan Pablo II con ocasión de la ostensión de 1998. Pero me ayuda a creer, es uno de esos medios que el Señor pone en el camino de sus hijos para llamarlos a sí. No es necesario – hay muchos cristianos que han sido santos sin la Síndone, ha bastado el Evangelio y su conciencia –, pero de la misma forma que el Señor ha dispuesto que estos fuesen mis padres y que este fuese mi camino en la vida, ha dispuesto que encontrase la Síndone y, como yo, muchas personas.

Estas son cada vez más, quizás porque la cultura de nuestro tiempo tiene una mayor sensibilidad hacia la imagen, a pesar de que sea muy distinta de las que se celebran hoy: aunque por las dimensiones armoniosas corporales se puede notar que el de la Síndone es un hombre hermoso, se trata con todo de un cuerpo destruido por la tortura.

La gente pide siempre poder estar más tiempo ante la Síndone porque en efecto tiene muy poco, pero quien puede estar ante ella largo rato, como me ha sucedido a mí, debe casi esforzarse en no huir, porque es un testimonio de sufrimiento indecible. El dolor que emana de ella, en una civilización de la imagen como la nuestra, es más elocuente que muchos discursos. Juan Pablo II, en esa misma ocasión, dijo: “No podía amarnos más”.

– ¿Icono o reliquia?

Monseñor Ghiberti: El primero en usar la terminología del icono fue el cardenal Ballestrero y le criticaron por usar un escamotage, un concepto para evitar hablar de reliquia en el momento en que se proclamaban los resultados del carbono 14 que trasladaba la datación a la Edad Media, para salvaguardar su sacralidad. Se trata de una polémica injustificada. El de icono es un concepto útil no sólo para evitar el problema de la autenticidad, porque aunque esta se demostrara, no habría dificultad en usarlo. Más bien el problema es hoy poder usar el concepto de reliquia, es decir, de objeto que habría tenido contacto con Jesús.

En el juego entre los dos conceptos, el de icono tiene algo más y algo menos. En más tiene la ventaja de no tener que expresarse con respecto al contacto físico con el cuerpo de Jesús – sin negarlo, no se pronuncia sobre este aspecto –; en menos, se advierte como un concepto un poco más lejano. El concepto de reliquia tiene la desventaja de anticipar, en el sentir común, conclusiones que aún no se han dado. Aunque en una acepción amplia del término, reliquia puede indicar algo que ha tenido referencia con un santo sin necesariamente suponer contacto físico. En este sentido, es un término que se puede utilizar también para la Síndone, especificando el significado con el que se usa.

La teología del icono tiene una gran densidad de significado en cuanto que expresa, según la tradición del uso que ha tenido en la Escritura y en la cristiandad antigua, el concepto de una semejanza que tiende incluso a la identificación con el punto de partida.

– ¿Se puede decir que esta incertidumbre sobre la autenticidad de la Síndone tiene en sí una función educativa que Dios ofrece a los creyentes?

Monseñor Ghiberti: Es uno de los aspectos de la pobreza que es característica del misterio de la Encarnación. Si algo nos dice este misterio es el escondimiento de la divinidad en la corporeidad, el aspecto más tangible de la presencia de una persona humana. Al darnos la Síndone como ayuda a la fe pero sin liberarla de las incertidumbres científicas, Dios nos invita a concentrarnos en lo esencial del mensaje, que remite a su Hijo, encarnado en un cuerpo, muerto y resucitado. También la pobreza del signo está en el estilo de Jesús, que se sirve de instrumentos “débiles” para convertir los corazones.

– Por una parte está el millón y medio de peregrinos inscritos para la ostensión, por la otra hay escepticismo hacia la Síndone entre muchos creyentes: ¿por qué en la incertidumbre es más fácil creer que no es auténtica, más que al contrario?

Monseñor Ghiberti: Habría que preguntarse si muchos creyentes creen verdaderamente en verdades de fe como la Resurrección y la presencia real de Jesús en la Eucaristía. Es muy difícil, cuando se trata de acoger en conciencia los contenidos de estas afirmaciones fundamentales de la fe, decir “yo creo”. Incluso algunos que van a la Iglesia regularmente quizás piensen que son modos de hablar.

El aspecto de lo extraordinario, a medida que pasan los años, se convierte en algo que invita a relativizar; cada uno vive una cantidad de experiencias que no llevan en sí lo extraordinario, y lo que no ha pasado en mi experiencia lo pongo fácilmente entre paréntesis o lo excluyo. Algo semejante sucede con la fe. En el momento en que siento la invitación a creer, si digo sí, sé que es una invitación a ir más allá, solo que a medida que pasa el tiempo, tiro hacia aquí el corazón que había lanzado más allá. Cuando, como a mi edad, se acercan los momentos últimos de la vida, el pensamiento de un futuro en el que esta realidad mía tiene una transformación beati
ficante no es fácil de confirmar ni de aceptar. Creer es un proceso de conquista que tiene sus dificultades y sus alegrías a todas las edades y no me sorprende que respecto a la Síndone suceda algo parecido. Es más preocupante para las verdades de fe. La Síndone puedo ponerla entre paréntesis: quizás hago mal porque pierdo una ayuda, pero el Señor no me pedirá cuentas de esto como me pedirá si he renunciado a una o más verdades de fe. Se trata sin embargo de ámbitos que presentan semejanzas. Está sucediendo que lo que sirve para la fe tiene las mismas dificultades que la fe misma para ser aceptada.

-¿Qué se puede recomendar a los peregrinos, qué actitud, cómo acercarse a este misterio?

Monseñor Ghiberti: Para dejarse sorprender por esta realidad es necesario empeñarse en el silencio, renunciar a los comentarios, vivir este momento de modo personal. Hay también que cuidar la preparación, no llegar desprovistos del todo.

Para que no se limite a una simple emoción, existe la posibilidad de detenerse en la capilla de la adoración y en la penitenciaría para un momento de adoración o para la confesión. Muchos vuelven a entrar por el portón central de la catedral para detenerse ante la Síndone con más calma, aunque desde lejos.

Se trata de aprehender que remite al amor infinito de Jesús: éste es el mensaje que está por encima de todas las consideraciones posibles.

[Por Chiara Santomiero, traducción del italiano por Inma Álvarez]

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ZENIT Staff

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