Chile: Comenzó la Asamblea Episcopal con la presencia del cardenal Bertone

“Ser Iglesia acogedora, sencilla, libre, misericordiosa y fraterna”

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SANTIAGO DE CHILE, miércoles 14 de abril de 2010 (ZENIT.org).- Las intervenciones del presidente de la Conferencia Episcopal de Chile, monseñor Alejandro Goic, y del secretario de Estado vaticano, cardenal Tarcisio Bertone, marcaron la sesión inaugural de la 99 Asamblea Plenaria del Episcopado, en el Seminario Pontificio de Santiago.

La reunión de obispos continúa en Punta de Tralca y concluirá el viernes 16 de abril con una Eucaristía, en la catedral de Rancagua, la primera de las localidades más afectadas por el terremoto que visita la Virgen del Carmen Misionera, informa la Conferencia Episcopal.

<p>En la sesión inaugural, este lunes, en el Seminario Pontificio Mayor, el presidente de la Conferencia Episcopal (CECh), monseñor Alejandro Goic, dirigió un saludo al secretario de Estado vaticano, cardenal Tarcisio Bertone, y calificó su visita como una “oportunidad preciosa para confirmar nuestra comunión con el Vicario de Cristo y la Iglesia Universal, en la misión de anunciar el Evangelio, fuente de Vida abundante, a los hombres y mujeres de este tiempo”.

El obispo de Rancagua afirmó que un fruto innegable de la acción del Espíritu en el proceso de la Misión Continental es “la progresiva sintonía con que nuestros agentes pastorales van asumiendo los llamados de Aparecida, la vocación del discipulado misionero, los rasgos del encuentro vital con Jesucristo, las preguntas de nuestra sociedad que nos interpelan y que nos exigen un fortalecimiento en la fe, una conversión personal, pastoral y eclesial, un ‘recomenzar desde Cristo’”.

Agregó que los obispos han procurado siempre promover la comunión. “Es en Cristo donde nos reconocemos Iglesia en comunión. Y es en esta ‘casa y escuela de comunión’ donde quienes creemos en Cristo proclamamos que Él es el ‘mayor tesoro’  que puede regalarse a la humanidad. Y por ‘desborde de gratitud y alegría’ anunciamos su Palabra que cambia la vida, que me renueva a mí, en mi historia única e irrepetible, que me toca en la intimidad de mi ser, me interpela, me cuestiona, y me inunda de gozo”.

“Sólo desde una actitud humilde, de reconocimiento al Dios de infinita bondad que derrama su misericordia sobre nosotros, podemos anunciar la Buena Noticia del Cristo, el Mesías, muerto y resucitado, respuesta a las preguntas por el sentido de la vida: Él es nuestra Luz, nuestro caminar, Vida plena para el mundo”.

“Necesitamos, en todas las expresiones y diversidades de carismas, ser una Iglesia cada vez más acogedora, sencilla, libre, misericordiosa, fraterna y cercana a todos. Con una participación generosa de los laicos asumiendo un protagonismo en su esencial misión de santificar el mundo, ‘transformándolo desde dentro según el proyecto de Dios’ (LG 31). Con obispos, sacerdotes, diáconos, consagrados y consagradas que se ponen al servicio de todos con humildad y sencillez, como el Maestro que se pone en medio nuestro ‘como el que sirve’”, añadió.

El presidente de la CECh agradeció al cardenal su visita a las localidades más golpeadas por el terremoto y maremoto. “Usted ha podido comprobar que nuestro pueblo está en pie, que la esperanza no decae, que en los momentos de angustia somos capaces de trabajar unidos, y que en este caminar la Iglesia es protagonista presente y permanente”.

Destacando el lema “Chile, una mesa para todos” propuesto para la Misión Continental, monseñor Goic expresó que “el movimiento de la tierra y el desplazamiento del mar nos pusieron enfrente el alma de Chile: la mesa de todos, la que se nutre de la Palabra viva del Señor, la mesa común de la solidaridad, que no es sólo ayuda material, sino también un hombro para el llanto, un oído para el desahogo, una llama encendida para la esperanza que crece”.

Finalmente, monseñor Goic agradeció el regalo del Papa a la Iglesia y al pueblo de Chile: la imagen bendita de la Virgen del Carmen Misionera que recorrerá las comunidades como la Madre del consuelo que trae el Evangelio a Chile.

Por su parte, el cardenal Tarcisio Bertone expresó el saludo afectuoso del Papa “que desde el primer momento que tuvo noticia del devastador terremoto del pasado 27 de febrero, con sus graves consecuencias, ha seguido con especial preocupación e interés la situación que se vive en gran parte de este amado país”.

El purpurado dijo haber visto con admiración la fe y el amor con el que los chilenos saben dirigir su mirada hacia el Señor, aún en medio de dolorosas y siempre difíciles circunstancias, como las que se han vivido recientemente. “Aquí se puede ver cuán profunda ha quedado grabada en el alma de las gentes de esta nación la invitación que el venerable siervo de Dios, el papa Juan Pablo II, hace 23 años, dirigió a los jóvenes de Chile, en el Estadio Nacional de Santiago: ‘¡No tengáis miedo de mirarlo a Él!” “Mirad al Señor con ojos atentos y descubriréis en Él el rostro mismo de Dios’ (Discurso a los jóvenes, 2 abril 1987, n. 5)”.

Destacó el cardenal Bertone la fuerza que está cobrando entre los pastores y fieles chilenos el dinamismo misionero centrado en Jesucristo, objetivo de la V Conferencia General del Episcopado, en Aparecida, y que ha sido recogido en las Orientaciones Pastorales y en la Misión Continental que el episcopado en Chile está impulsando.

Añadió que en estos momentos tan cruciales por los importantes cambios sociales y culturales, es de máxima importancia el testimonio de comunión de los obispos entre sí y con el Papa, con los sacerdotes y religiosos, y entre todos los miembros del Pueblo de Dios.

Y en el marco del Año Sacerdotal, subrayó la necesidad de “acompañar de un modo muy cercano a los presbíteros, en su vivencia auténtica y llena de alegría del ministerio ordenado, para que, reavivando el fuego de su celo pastoral, se entreguen con generosidad al servicio de las comunidades que se les han encomendado”.

Concluyó el cardenal Bertone que, en medio de un ambiente a menudo impregnado de un relativismo y un materialismo asfixiante, los católicos chilenos deben ofrecer “el testimonio fecundo de una Iglesia convencida de su vocación evangelizadora, de una Iglesia samaritana y sencilla, atenta a las necesidades más profundas de los hermanos, sobre todo de los más postergados”.

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ZENIT Staff

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