IBAGUÉ, martes 20 de abril de 2010 (ZENIT.org).- Los sacerdotes de la catedral de Ibagué, Colombia, han escrito una carta pastoral en la que se proponen ofrecer “argumentos para responder a las preguntas que cada uno pueda suscitar o que vengan de otros frentes, generalmente anticlericales”, sobre el tema de la pedofilia.
Los sacerdotes de la catedral de Ibagué –Eccelino Díaz Arenas, José Aldemar Durán y Raúl Ortiz Toro- se declaran “profundamente unidos al dolor de las víctimas del abuso infantil y juvenil, y al dolor de ver a la Iglesia maltratada por inmisericordes acusaciones generalizadas, deseando responder a las frecuentes preguntas de nuestros fieles acerca del comportamiento de algunos miembros del clero que en diferentes partes del mundo vienen siendo acusados de estas prácticas delictivas”, informa a ZENIT el vicario parroquial Raúl Ortiz Toro.
En primer lugar, hacen la aclaración de que “la pedofilia (abuso sexual de menores) es una enfermedad y un delito que no es exclusivo de un país o de una institución, en este caso la Iglesia, como quieren hacer ver algunos medios de comunicación parcializados; es un problema que se presenta a nivel social y que por lo tanto se puede evidenciar en distintos sectores: la misma familia, el colegio, los amigos, entre otros”.
Siendo un problema grave, subrayan que “sólo el 2 % de los casos de pederastia en el mundo lo tiene la Iglesia Católica y por lo tanto es inmensamente injusto generalizar calificando a todos los sacerdotes como pedófilos”.
Por otra parte, hacen constar que “no hay relación directa entre celibato y pedofilia pues como se ha evidenciado, la mayoría de pedófilos son casados. Detrás de las infames acusaciones que generalizan y ponen como exclusiva esta enfermedad en las filas de la Iglesia hay una sistemática campaña de desprestigio que busca atentar contra su autoridad moral para denunciar los graves problemas del mundo moderno”.
Los firmantes de la carta reconocen que, “como lo afirmó el Santo Padre en su carta a los católicos de Irlanda el mes pasado, ‘para recuperarse de esta dolorosa herida, la Iglesia debe reconocer en primer lugar ante Dios y ante los demás, los graves delitos cometidos contra niños indefensos’. El reconocimiento ha desembocado en un esfuerzo conjunto para garantizar que en el futuro los niños estén protegidos de estos delitos”.
Sobre el procedimiento a seguir en estos casos, aseguran que “si bien es cierto que en algunos casos por motivos pastorales hubo una tendencia equivocada a evitar llevarlos a los estrados de la justicia ordinaria, sin embargo no es cierto que la Iglesia sea encubridora de estos delitos”.
Al contrario, afirman que “desde la década pasada a nivel de la Iglesia Universal se ha insistido en que las víctimas denuncien el delito ante las autoridades competentes pues los sacerdotes son también ciudadanos con responsabilidades civiles como lo ha expresado también en nuestro país la Conferencia Episcopal Colombiana, a través de su secretario, monseñor Juan Vicente Córdoba”.
Y concluyen afirmando que este problema “debe motivar en los fieles la oración constante por el Santo Padre y por la Iglesia Universal y sus sacerdotes, especialmente en este Año Sacerdotal en el que agradecemos al Señor por el don maravilloso del ministerio ordenado. Juntos debemos elevar plegarias a Cristo Sacerdote para que haga de nosotros fieles imitadores de su ejemplo de transparencia y demos frutos de santidad pues, como lo afirma el Evangelio, ‘por sus frutos los reconocerán’ (Mt 7, 20)”.
Por Nieves San Martín