Psicología católica y abusos sexuales por parte del Clero (1)

Entrevista con Gerard van den Aardweg

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HAARLEM, jueves 29 de abril de 2010 (ZENIT.org).- El comportamiento pedófilo – como en el caso de abusos sexuales de niños por parte del clero – no se puede equiparar con la homosexualidad, pero la investigación revela que ambos tampoco están desconectados, dice un psicoterapeuta católico.

Gerard van den Aardweg ha trabajado como terapeuta durante casi 50 años en su patria, Holanda, especializándose en casos de homosexualidad y de problemas conyugales. Ha enseñado en todo el mundo, y ha escrito mucho sobre la homosexualidad y la pedofilia, así como la relación de estos temas con otros temas: la atracción homoerótica en el sacerdocio, la «Humanae Vitae», y los efectos de la paternidad homosexual.

Los libros publicados por él incluyen: Battle for Normality: Self-Therapy of Homosexuality y On the Origins and Treatment of Homosexuality.

Van den Aardweg ha sido miembro del Comité Científico Asesor de la Asociación Nacional para la Investigación y Terapia de la Homosexualidad, desde que la organización fue fundada en 1992. Es también el editor europeo de la revista Empirical Journal of Same-Sex Sexual Behavior.

En esta entrevista concedida a ZENIT, habla de las formas en que los medios de comunicación pueden estar distorsionando los hechos sobre el abuso sexual de menores y los datos empíricos acerca de la pedofilia y la homosexualidad.

La segunda parte de esta entrevista se publicará en el servicio de mañana viernes.

-Las noticias recientes en Europa se han centrado en los casos de abuso sexual de menores por sacerdotes. En su opinión como psicólogo, ¿por qué ha habido un brote semejante en el sacerdocio?

Van den Aardweg: La idea de un más o menos reciente brote de abusos sexuales de menores por parte de sacerdotes pueden ser sugeridos por los medios de comunicación, pero no hay que tragárselo.

El brote real del que somos testigos está en la atención de los medios sobre el tema. No debemos confiar en los medios de comunicación en esta materia, sobre todo en los periódicos y en los canales de televisión de tendencia izquierdista y liberal, porque explotan estos escándalos para su propia agenda.

Sin duda, el escandaloso de abusos sexuales de menores por parte de sacerdotes y religiosos se produjo, en el pasado, con demasiada frecuencia, y más de lo que muchos han pensado o creído, y todavía ocurre. Sin embargo, la situación mejora claramente, y el pico de los abusos se sitúa aproximadamente entre 1965 y 1990, es decir, hace 20 años.

Eso no es sorprendente, porque la revolución sexual en el mundo secular no se detuvo en la puerta de la Iglesia. Sin embargo, eso no quiere decir que ese comportamiento fuese típico de los sacerdotes y frailes, o que ocurrieron con mayor frecuencia en las parroquias y en los institutos educativos católicos que en otros lugares.

Sin ninguna intención de comprobar su validez, las acusaciones, maduras o no, se emiten indistintamente, como si fuesen verdad probada, en un tono agresivo de “justa indignación”, a menudo comentadas de una manera hostil a la Iglesia. Día tras día se recalca el mismo mensaje.

Parece un condicionamiento pavloviano de la opinión pública: La asociación entre «sacerdote católico» y «abusador de niños» se refuerza en la mente del lector o del oyente, e implícitamente, también, la asociación entre la “doctrina moral católica sobre la sexualidad» y la «hipocresía».

-¿Hasta qué punto es fiable la información divulgada por los medios de comunicación en la actualidad sobre el abuso de menores en la Iglesia?

Van den Aardweg: La verdad se encuentra en el medio.

Es cierto que muchos casos graves fueron minimizados o encubiertos en el pasado.

Por otra parte, el cuadro negro actual de los medios de comunicación está bastante exagerado, una parte de las acusaciones tiene más carácter de rumores que de hechos concretos; en Holanda se hacen acusaciones sobre acontecimientos que habrían sucedido hace más de medio siglo – ¿la mayoría de la gente esperaría todo ese tiempo si hubiese sufrido una injusticia grave?

Y no se hace distinción entre los actos abusos graves, como los de sacerdotes o religiosos que coaccionaron física o psicológicamente a un niño vulnerable en una relación sexual durante un periodo largo de tiempo, lo que a menudo tiene profundos efectos en la víctima, y un contacto ocasional o un intento que no deja esos rastros.

Como ejemplo de esta última categoría, un sacerdote muy popular que enseñaba en una escuela secundaria trató de imponerse sexualmente en varias ocasiones a una serie de adolescentes, pero simplemente no lo tomaron en serio, algunos incluso le dieron una palmada en la cara cuando él llegó a ser demasiado molesto, y era objeto de bromas.

En un estudio británico con jóvenes adolescentes, el 35% de ellos dijo que había sido solicitado por un adulto homosexual (miembro de la familia, profesor, líder juvenil, etc) y que sólo el 2% de ellos había accedido.

Este es también un aspecto del problema. El comportamiento del maestro-sacerdote que acabo de mencionar, por supuesto, fue muy reprochable, pero no puede ser igualado con el de un sacerdote o religioso en un internado que hace el papel de padre cariñoso con un niño solo de un hogar destruido, y que luego abusa de su posición de poder para hacer que su afecto dependa de que el muchacho realice sus sucios deseos.

En Holanda, uno o dos internados tenía mala fama en este sentido, es evidente que algunos miembros del personal influyentes no eran buenos (y tendían a atraer a otros de su calaña), pero en muchos – probablemente la mayor parte – de los demás, las molestias sexuales fueron la excepción.

-Usted menciona la relación entre las personas con tendencias homosexuales y las personas que abusan de los niños. Algunos líderes de la Iglesia han sido criticados por hacer una conexión entre los dos grupos y otros han salido con declaraciones públicas acerca de que ambos están completamente separados y sin relación. Como psicólogo, ¿qué diría al respecto?

Van den Aardweg: Los datos sobre las denuncias de abuso sexual por sacerdotes en Estados Unidos, donde este tipo de escándalo ha sido mejor investigado, indican que el 14% de las quejas se referían a niños hasta 11 años de edad, el 51% afectaba a preadolescentes, y el 35% a adolescentes entre 15-17 años de edad. Podríamos decir que aproximadamente el 20% de las reclamaciones en general afectaba a niños, o, si queremos ser más liberales en nuestra definición, podemos estimar que un tercio de los casos técnicamente implican comportamiento pedófilo. En cualquier caso, no son la mayoría.

Para los países europeos, las estadísticas no están todavía disponibles, pero toda la información parcial de que disponemos apunta a un patrón similar. Además, este modelo se confirma para otros grupos de abusadores de niños del mismo sexo y adolescentes, en otras palabras, para los profesores, líderes juveniles, o el personal de los institutos educativos.

Ahora bien, la seducción y el abuso de los muchachos adolescentes no suele ser el negocio de los «pederastas».

Los pedófilos, en general, ya no se interesan en los niños después de que estos entren en la fase de la pubertad y desarrollan sus primeros rasgos masculinos; es el cuerpo y la psique infantil lo que les atrae.

Supongamos que también en Europa, alrededor del 20% o más – lo que no es muy probable – de las víctimas de abuso sexual por parte de sacerdotes estuviesen claramente por debajo de la edad de la adolescencia, y que todos estos sacerdotes abusadores fuesen realmente pederastas. Incluso entonces, la mayor parte de los crímenes deben ser atribuidos a sacerdotes y religiosos que
no eran «pedófilos», sino de hecho personas con una orientación homosexual ordinaria.

Eso no es sorprendente. Porque es un hecho universal que muchos homosexuales autoidentificados se centran en los adolescentes – el término es efebófilos – y, si manifiestan sus sentimientos, muchos de ellos sienten la tentación de seducir a un adolescente si la ocasión se presenta.

-Usted dijo que su impresión es que sólo unos pocos sacerdotes son pedófilos homosexuales, es decir, se dirigen a chicos jóvenes, entre 8 y 11 años de edad. ¿Cómo se cuentan estos pocos hombres en la estimación de los cerca de 20% de los casos de abuso sexual de niños varones?

Van den Aardweg: Un pederasta activo puede hacer que muchas de las víctimas, por lo que causa muchas quejas.

Pero entonces, volviendo a la relación entre la homosexualidad «normal» y la pedofilia homosexual, muchos hombres que se identifican como homosexuales activos en ocasiones puede también haberse interesado en un chico que todavía es un niño o un preadolescente.

Aproximadamente una cuarta parte de los hombres homosexuales activos han informado de relaciones sexuales con chicos de 16 años y de menor edad, incluyendo con chicos prepúberes. Casi la mitad de los hombres homosexuales activos, según un estudio, informaron sobre algún interés en jóvenes de apenas 12 años de edad. Este porcentaje se puede suponer también para los sacerdotes homosexuales activos.

Esta es una zona gris, también porque, por razones comprensibles, a los hombres que se centran principalmente en los adolescentes – los homosexuales técnicamente efebófilos – no les gusta admitir que, en ocasiones, pueden tener sentimientos hacia niños aún más jóvenes.

Si el tabú sobre este tipo de contactos fuese menos estricto, yo esperaría mucho más comportamiento «en el límite de pedofilia» y claramente pedófilo por parte de los varones que se interesan por los adolescentes.

Esto lo sugieren también las declaraciones de una organización oficial gay conocida como Dutch COC (Club de Cultura y Ocio). En 1980 proclamó que «al reconocer la afinidad entre la homosexualidad y la pedofilia, el COC ha hecho muy posiblemente que sea más fácil para los adultos homosexuales volverse más sensibles a los deseos eróticos de los miembros más jóvenes de su sexo, ampliando así la identidad gay».

Por lo tanto, afirmaba, «la liberación de la pedofilia debe considerarse un asunto gay», y «la edad de consentimiento debe ser abolida».

[Por Genevieve Pollock, traducción del inglés por Inma Álvarez]

 

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ZENIT Staff

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