CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 9 de mayo de 2010 (ZENIT.org).- Juan Pablo II va a Fátima para mostrar cómo Dios actúa en la historia, una de las lecciones centrales de las apariciones de la Virgen María a los tres pastorcillos portugueses, anuncia el portavoz de la Santa Sede.

El padre Federico Lombardi S.I., director de la Oficina de Información de la Santa Sede, analiza los motivos por los que el Papa visita Portugal, del 11 al 14 de mayo, en el décimo aniversario de la beatificación de Jacinta y Francisco, en el último editorial del semanario "Octava Dies" del Centro Televisivo Vaticano.

"Juan Pablo II quiso que el 'tercer secreto' de Fátima fuera revelado en ocasión de la beatificación de los dos pastorcillos, Francisco y Jacinta, durante el Jubileo del 2000, transición entre dos milenios. Se estaba cumpliendo un siglo caracterizado por grandes sufrimientos, sobre los cuales, justamente, las visiones de Fátima daban una interpretación espiritual dramática y luminosa a la vez: tiempo de guerra y de martirio, en el cual la Iglesia y el mismo Papa compartían profundamente los sufrimientos y sed de salvación de toda la humanidad".

"A dos niños ignaros, en un lugar insignificante -como es característico de los grandes eventos marianos-, fue confiado un mensaje que en su sencillez, liberaba una fuerza espiritual capaz de superar fronteras y de transmitirse más allá de las graves circunstancias de la historia de de la humanidad", subraya el portavoz.

El padre Lombardi en su editorial se pregunta qué nos puede decir el mensaje de Fátima, ahora que se ha revelado el secreto de hechos que se cumplieron.

Para responder, recuerda el comentario del entonces cardenal Joseph Ratzinger en la conclusión de la publicación del texto del "secreto", donde decía: "Acción de Dios, Señor de la historia, y corresponsabilidad del hombre, en su dramática y fecunda libertad, son los dos pernos sobre los cuales se construye la historia de la humanidad. La Virgen aparecida en Fátima, nos llama a volver a estos valores olvidados, a este porvenir del hombre en Dios, de quien somos parte activa y responsable".

 "Necesitamos ojos limpios e inocentes para leer el camino del nuevo milenio y comprender donde están sus riesgos y sus esperanzas más verdaderas. El mensaje de Fátima conserva toda su seriedad frente a la historia", concluye el padre Lombardi.