FÁTIMA, jueves 13 de mayo de 2010 (ZENIT.org).- El sufrimiento con Cristo tiene valor redentor. Con estas palabras quiso animar el Papa Benedicto XVI a la multitud de enfermos que seguían la celebración de la Eucaristía hoy en el Santuario de Fátima.
Antes de bendecirles con el Santísimo Sacramento, al terminar la celebración de la Eucaristía, el Papa quiso dirigirse a los enfermos presentes “y los que nos siguen a través de la radio y la televisión”, o “a través de la oración”.
“Queridos enfermos, acoged esta llamada de Jesús que pasará junto a vosotros en el Santísimo Sacramento y confiadle todas las contrariedades y penas que afrontáis, para que se conviertan –según sus designios– en medio de redención para todo el mundo”.
“Hermano mío y hermana mía, tú tienes “un valor tan grande para Dios que se hizo hombre para poder com-padecer Él mismo con el hombre, de modo muy real, en carne y sangre, como nos manifiesta el relato de la Pasión de Jesús”, afirmó sentidamente el Pontífice.
Por eso, añadió, “en cada pena humana ha entrado uno que comparte el sufrir y el padecer; de ahí se difunde en cada sufrimiento el consuelo del amor participado de Dios y así aparece la estrella de la esperanza”.
Esto es posible, afirmó el Papa, porque “las fuentes de la fuerza divina manan precisamente en medio de la debilidad humana”.
Jesús, explicó el Papa, dice a cada enfermo: “Ven conmigo. Participa con tu sufrimiento en esta obra de la salvación del mundo, que se realiza mediante mi sufrimiento, por medio de mi Cruz. A medida que abraces tu cruz, uniéndote espiritualmente a la mía, se desvelará a tus ojos el significado salvífico del sufrimiento. Encontrarás en medio del sufrimiento la paz interior e incluso la alegría espiritual”.