OPORTO, viernes, 14 de mayo de 2010 (ZENIT.org).- Al despedirse de Portugal este viernes, Benedicto XVI confesó su esperanza en que su primera visita al país sirva para imprimir un nuevo entusiasmo al testimonio del Evangelio para renovar la sociedad.
Con el discurso, pronunciado en el aeropuerto Francisco Sá Carneiro de Oporto, el pontífice concluyó su decimoquinto viaje internacional, el noveno a Europa, con el lema «Contigo caminamos en la esperanza – Sabiduría y misión».
Evangelización
Al llegar en papamóvil sobre la pista, fue acogido por el presidente de la República Portuguesa, Aníbal Cavaco Silva, acompañado por su esposa. Después de que la banda militar interpretó el himno del Vaticano y de Portugal, Benedicto XVI tomó la palabra para desear «que mi visita sea un incentivo para un renovado ardor espiritual y apostólico».
«Que el Evangelio sea acogido en su integridad y testimoniado con pasión por cada discípulo de Cristo, para que sea fermento de auténtica renovación de toda la sociedad», deseó.
A continuación, expresó su satisfacción por «la intensidad de tantos momentos vividos en esta peregrinación».
«Conservo en el alma la cordialidad de vuestra acogida afectuosa, el calor y la espontaneidad que han consolidado los vínculos de comunión en los encuentros con los grupos, el esfuerzo que ha supuesto la preparación y realización del programa pastoral previsto», explicó.
«He sido testigo de la fe y devoción de la comunidad eclesial portuguesa. He podido ver el entusiasmo de los niños y los jóvenes, la fiel adhesión de los presbíteros, diáconos y religiosos, la dedicación pastoral de los obispos, el deseo de buscar la verdad y la belleza en el mundo de la cultura, la creatividad de los agentes de la pastoral social, la fe vibrante de los fieles en las diócesis que he visitado», recordó.
Llamamiento a la concordia
El pontífice se dirigió «a todos los portugueses, católicos o no» para desear «que no deje de crecer entre vosotros la concordia, que es esencial para una sólida cohesión, y camino obligado para afrontar con responsabilidad común los desafíos que tenéis por delante».
«Que esta gloriosa Nación siga manifestando su grandeza de alma, su profundo sentido de Dios, su apertura solidaria, guiada por principios y valores impregnados por el humanismo cristiano», exhortó.
«En Fátima, he rezado por el mundo entero, pidiendo que el porvenir nos depare una mayor fraternidad y solidaridad, un mayor respeto recíproco y una renovada confianza y familiaridad con Dios, nuestro Padre que está en los cielos», aseguró.
Saudade
En su discurso al Papa el presidente de la República constató las muchedumbres «impresionantes» que le han acogido en este viaje, así como «las manifestaciones de profunda devoción y alegría» que han caracterizado sus etapas y que «quedarán vivas en la memoria de todos nosotros».
Cavaco Silva subrayó que la visita pastoral de Benedicto XVI ha permitido «conocer mejor su persona», en la que los portugueses han podido constatar «la bondad humana, el carisma sereno, la profundidad de pensamiento, la fuerza de espíritu», «señales inspiradoras en un momento de grandes desafíos como el que vivimos».
«Su presencia, su palabra y su ejemplo han traído esperanza al corazón agradecido de los portugueses», indicó, definiendo al Santo Padre como «un pastor que indica un camino a quienes le siguen», y un «peregrino sabio que sale al paso de todos los hombres de buena voluntad».
«Portugal se despide de usted reforzado por el mensaje de esperanza y confianza que usted nos deja –comentó el presidente–. Despedimos al Santo Padre con un sentimiento que ningún otro idioma ha sabido traducir todavía en toda su profundidad y que reservamos a quien nos es más querido, la saudade«.
La visita apostólica del Papa, en la que ha visitado Lisboa, Fátima y Oporto, ha tenido lugar del 11 al 14 de mayo.
Por Roberta Sciamplicotti