TURÍN, lunes 24 de mayo de 2010 (ZENIT.org).- Durante estos 44 días de ostensión de la Síndone, la ciudad de Turín cambió de rostro. Esta población, capital de la región de Piamonte, ubicada en el noreste de Italia se preparó para acoger a los millones de peregrinos y turistas que llegaron para ver la Sábana que envolvió hace 2.000 años el cuerpo de un hombre crucificado y que, según las múltiples investigaciones y teorías, podría tratarse de Jesucristo.
Desde las 6:30 a.m. comenzaban a formarse las filas kilométricas para llegar a la catedral San Juan Bautista, donde yace la Sabana Santa y donde estuvo expuesta desde el pasado 10 de abril y hasta ayer domingo.
Ventas de DVD’s con un completo documental de la Síndone y de libros alusivos al tema. Hombres y mujeres repartiendo plegables con actividades culturales alternas en Turín. Otros repartían estampitas y oraciones. Voluntarios que entregaban de manera gratuita el periódico La voce del popolo (La voz del pueblo n.d.t), una edición especial realizada por la archidiócesis de Turín dedicada a la ostensión. Ese era el ambiente que se podía percibir en este casi mes y medio en que la Sábana Santa vio de nuevo la luz, y fue observada y contemplada por tantísimos nuevos ojos, provenientes de diferentes países del mundo.
Curiosos y fieles
Muchos peregrinos llegaban en bus, organizados por grupos grandes de diversas diócesis de Italia, parroquias congregaciones y movimientos eclesiales. Otros lo hacían de manera individual en tren, avión o transporte particular. Había también escépticos y simples curiosos que no quisieron perder esta ostensión y observar la Sábana Santa. Diversas fueron las motivaciones que trasladaron a tantas personas a esta ciudad, pero a todos los une un mismo nombre en común: Jesús de Nazaret.
En la larga fila se escuchaban comentarios en diferentes idiomas sobre la curiosidad y el enigma de esta reliquia, sobre las particularidades que han descubierto en los últimos años (tridimensionaldiad, detalles de la imagen, presencia de granos de polen de hace 2.000 años que crecían sólo en Jerusalén, la falta de rigor en la prueba del Carbono 14 que dice que es falsa, entre muchos otros temas).
“Dejemos a los científicos y a los historiadores serios, no a los que de por sí están ya prevenidos, la tarea de evaluar y resolver la cuestión relativa a la autenticidad de la Síndone”, dijo el arzobispo de Turín, cardenal Severino Poletto, en declaraciones al periódico La voz del pueblo.
“A nosotros basta saber que quienes la han estudiado por mucho tiempo y con criterios científicos, hasta ahora no han logrado explicar cómo se ha formado aquella imagen, (la de la Síndone) y han concluído que no es una manufactura. Por tanto, permanecen todavía muchas pruebas de su autenticidad”, aseguró el purpurado.
El apoyo de los voluntarios
Cerca de 4.000 voluntarios – el más joven tenía 16 años y el mayor 86 – trabajaron en turnos diarios de 3 horas y media para la logística de esta ostensión. Con una camiseta morada como distintivo, donaban su tiempo para informar a los turistas, controlar el flujo de entrada de personas. 800 de ellos se encargaron de los discapacitados, para que sus problemas físicos no fuesen un obstáculo para entrar a ver la Sábana Santa. Otros 90 voluntarios encabezaron el rezo de una oración especial, cada vez que llegaba un grupo de peregrinos.
Quienes dirigieron esta oración, dejababan también un espacio de silencio para que los fieles pudieran orar un rato y luego de unos 5 minutos, los peregrinos abandonaban el lugar privilegiado para ver la Sábana Santa y daban paso al grupo siguiente. Los fieles que así lo desearan se podían quedar orando en la catedral, y ver la Sábana desde unos metros más de distancia.
“Respondían desde las preguntas más sencillas, como las que tienen que ver con los tiempos y modalidades de la visita”, dijo Carlo Stroppiana, coordinador de los voluntarios para este evento. “También daban alguna recomendación sobre el comportamiento que se debe tener, por ejemplo, recordando que no se puede usar la cámara fotográfica en el templo”.
Para mantener el espíritu de oración, a la salida de la catedral fueron adecuadas varias carpas en las que se administraba el sacramento de la confesión, (un total de 200 sacerdotes se encargaban de ello en diferentes idiomas y con un confesionario especial para los discapacitados). También había una carpa de adoración al Santísimo, que por lo general estuvo siempre colmada de fieles.
Para muchos de ellos, ver la Sábana Santa fue un acontecimiento crucial para su fe y espiritualidad: “Al mirar toda la Síndone, pensé en cuán real y cuán humano fue Jesús. La Síndone fue para mi el testamento de la realidad del sufrimiento de Jesús y la unión con su humanidad” , dijo a ZENIT Regina Glassi, una joven estudiante universitaria que vino de Milwaukee (Wisconsin, Estados Unidos), por un semestre de intercambio a Roma, y aprovechó para viajar a Turín.
Otras actividades
La cultura el arte y el conocimiento, han acompañado también esta ostensión. La más importante ha sido la denominada Gesù. Il corpo involto nel arte. (Jesús. El cuerpo envuelto en el arte n.d.t.) Una completa exposición de Jesús y el arte, con obras de diversas etapas de la historia de Jesús, realizadas en diferentes épocas y con técnicas diversas. Esta puede verse hasta el primero de agosto.
Allí están presentes 150 obras entre pinturas, esculturas, tapices, frescos, miniaturas de autores como Miguel Ángel, Pedro Pablo Rubens, Donatello, Correggio entre muchos otros.
Sobre la logística que se ha realizado para esta ostensión el alcalde de Turín Sergo Chiamarino, destacó “El compromiso de toda una comunidad religiosa y laica para acoger en el mejor modo, tantas personas que han llegado para lograr conciliar la fe con el sentido de una ciudad”.
La Ostensión 2010, un evento que ha sobrecogido a decenas de miles de fieles, que al encontrarse con esta misteriosa y fascinante pieza han podido concluir, como el beato Sebastiano Valfré (1629 – 1710): “La Síndone es un signo de Jesús comparable con la cruz pero con esta particularidad: la cruz ha acogido a Jesús vivo y lo ha devuelto muerto. La Síndone en cambio, lo ha acogido muerto y lo ha devuelto vivo”.
Por Carmen Elena Villa