El presidente de la CEI advierte contra el “suicidio demográfico” de Italia

Pide proteger la familia para salir de la crisis

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ROMA, miércoles 26 de mayo de 2010 (ZENIT.org).- El invierno demográfico y la falta de trabajo, sobre todo de los jóvenes, son los dos problemas más graves que debe afrontar Italia en estos momentos.

Así lo afirmó el cardenal Angelo Bagnasco, arzobispo de Génova y presidente de la Conferencia Episcopal Italiana (CEI), durante la apertura ayer, en el Vaticano, de la Asamblea Plenaria de los obispos italianos.

El purpurado quiso alertar sobre todo del “lento suicidio demográfico al que Italia se está dirigiendo”.

Más del 50% de las familias italianas actuales no tienen hijos, y entre las que sí tienen, casi la mitad tienen solo uno, el resto dos. Sólo el 5,1 % de las familias tiene tres o más hijos.

“Por esto – subrayó ayer el arzobispo de Génova – es urgente una política que esté orientada a los hijos, que quiera desde ya mismo encargarse de un recambio generacional equilibrado”.

Para salir de la crisis, el cardenal Bagnasco señaló el “cociente familiar” como “innovación que puede liberar el futuro de nuestra sociedad”.

Según el presidente de los obispos italianos, “la familia fundada en ese bien inalterable que es el matrimonio entre un hombre y una mujer, debe ser defendido y continuamente preservado como crisol de energía moral, determinante a la hora de dar perspectivas de vida a nuestro presente”.

Por su parte, los obispos han asumido el compromiso de que “en la pastoral familiar, y en la dirigida a la preparación al matrimonio, se trabaje para arraigar aún más la conciencia de que los hijos son dones que multiplican el crédito hacia la vida y su mañana”.

Trabajo y jóvenes

El presidente de la CEI señaló que el otro punto esencial para que Italia salga de la crisis es el trabajo, que es “el recurso, es más, la cuota mínima de capital que la sociedad proporciona a cada ciudadano, en particular a los jóvenes en búsqueda del primer empleo, para que puedan insertarse y, encontrando sentido en lo que hacen, puedan sentirse útiles como actores de crecimiento y desarrollo”.

La creciente crisis ocupacional, subrayó el purpurado, es “una preocupación que angustia y por la que pedimos un esfuerzo suplementario a toda la clase dirigente del país: políticos, empresarios, banqueros y sindicalistas”.

El arzobispo de Génova invitó por tanto al Gobierno y a las fuerzas sociales a potenciar a las pequeñas y medianas industrias, ponerlas en red también en el plano decisional, cualificar al sector de la investigación y el turístico, potenciar la agricultura y el artesanado, racionalizar la distribución, facilitar el cooperativismo.

“Es necesario, por tanto, reforzar a los sujetos que mejor expresan las cualidades del territorio y más pueden absorber y volver a motivar la creación de empleo”.

Clero y abusos

Otra cuestión central en su intervención fueron los actuales escándalos por abusos sexuales cometidos por miembros del clero, animando a los fieles a “vivir cristianamente este momento de prueba” y, sobre todo, “en los términos de un examen de conciencia”.

El cardenal Bagnasco dio las gracias al Papa que, “como Pedro, se ha puesto delante de nosotros y ha cargado, él el primero, la cruz”.

Afirmó que la implicación de sacerdotes en estos escándalos provoca “amargura, cuando no rabia” en relación “con las esperanzas traicionadas”, y expresó hacia las víctimas “todo nuestro dolor, nuestro profundo remordimiento y la cercanía cordial por haber sufrido semejante pecado grave y crimen odioso”.

El cardenal Bagnasco añadió que la pedofilia es un “pecado aterrador”, y afirmó que el Papa es “intransigente con toda suciedad, propugnando decisiones de transparencia y limpieza. De él a Iglesia ha aprendido y aprende a no tener miedo de la verdad, aun cuando es dolorosa y odiosa, a no callarla o encubrirla”.

Al mismo tiempo, criticó fuertemente la hipocresía de una cierta cultura que justifica y favorece la pornografía y las perversiones, o cubre “inconfesables elecciones de ocio y de turismo”.

“¿Podemos olvidar acaso las alarmantes declaraciones de hermanos obispos del Extremo Oriente respecto al oprobio en el que también hay italianos responsables?” – inquirió –. ¿Podemos acaso no repetir la alarma lanzada por nosotros sobre las multinacionales de la pornografía que están al acecho detrás de la adopción, en sí misma positiva para la televisión, en la TDT?”.

El purpurado añadió que “sin evocar aquí las posturas extremas de quienes en Occidente quisieran incluso dar dignidad política a la práctica pedófila, hay que decir que nos movemos en una contradicción cultural y ética” en esta cuestión.

“Hoy existe una indudable exasperación de la dimensión de la sexualidad, que se distingue por ser machaconamente obsesiva, y que no puede, a la larga, dejar de producir efectos indeseados en las actitudes de las personas, en particular de las psicológicamente más frágiles y expuestas”.

[Por Antonio Gaspari, traducción del italiano por Inma Álvarez]

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ZENIT Staff

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