La unidad de los cristianos es posible, asegura el Papa en Chipre

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En el encuentro ecuménico celebrado con el arzobispo Crisóstomos II

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PAFOS, viernes, 4 de junio de 2010 (ZENIT.org).- Benedicto XVI ha llegado a Chipre este viernes convencido de que es posible alcanzar la unidad entre los cristianos, especialmente con los ortodoxos, y así lo ha dejado claro en su primer encuentro público en esta isla del mediterráneo.

Tras la ceremonia de bienvenida en el aeropuerto internacional de Pafos, el Papa se dirigió directamente a la iglesia de Agia Kiriaki Chrysopolitissa de Pafos para participar en un encuentro ecuménico acogido por Su Beatitud Crisóstomos II, arzobispo de Chipre, y representantes de otras confesiones cristianas, en particular armenios, luteranos y anglicanos.

En el encuentro, celebrado al aire libre, junto a los restos arqueológicos de la basílica paleocristiana del  siglo IV, que se encuentran al lado de este templo, conocido también como la Iglesia de la Columna de San Pablo, el Papa invitó reconocer los avances que ha experimentado en los últimos años el ecumenismo.

«Hoy tenemos que dar gracias al Señor, quien a través de su Espíritu, nos ha llevado –especialmente en las últimas décadas– a redescubrir la rica herencia apostólica compartida por Oriente y Occidente y, a través de un diálogo paciente y sincero, a encontrar los caminos para volver a acercarnos el uno al otro, superando las controversias del pasado y mirando hacia un futuro mejor», afirmó.

Las palabras del Papa fueron acogidas con entusiasmo por Cristóstomos II, quien al ser elegido para ese ministerio en noviembre de 2006, se convirtió en un gran promotor de la unidad con la Iglesia de Roma, utilizando las buenas relaciones que mantiene tanto con el patriarcado de Constantinopla como con el de Moscú.

Ya antes de ser elegido arzobispo de Chipre había dado muestras de compromiso ecuménico pues siendo metropolita de Pafos había establecido que esa misma iglesia tan querida por los chipriotas abriera sus puertas a la celebración eucarística de la comunidad católica y de otras confesiones.

El Papa explicó que para que los cristianos sean creíbles en el anuncio del Evangelio necesitan estar unidos y consideró que éste es uno de los objetivos del próximo Sínodo de los Obispos de Oriente Medio que se celebrará en Roma, en octubre.

«Reflexionará sobre el papel vital de los cristianos en la región, les alentará en su testimonio del Evangelio y les ayudará a promover un mayor diálogo y cooperación entre entre los cristianos de toda la zona», anunció.

Y luego reveló: «De manera significativa, las sesiones del Sínodo serán enriquecidas por la presencia de delegados fraternos de otras Iglesias y comunidades cristianas de la zona, como signo de compromiso común al servicio de la Palabra de Dios y de nuestra apertura a la potencia de su Gracia que reconcilia».

Según el Papa, «la unidad de todos los discípulos de Cristo es un don que hay que implorar del Padre, con la esperanza de que refuerce el testimonio del Evangelio en el mundo de hoy».

Los presentes, incluyendo los ortodoxos, acogieron estas palabras al final de su discurso gritando «¡Benedetto, Benedetto, Benedetto!».

Al final de la celebración ecuménica, el Papa bendijo una placa inaugural de un asilo para ancianos que la comunidad católica está construyendo en Pafos.

A continuación el Papa regresó a Nicosia, pues se aloja en la nunciatura apostólica de la capital, que se encuentra en la «línea verde» que separa la zona greco-chipriota del territorio bajo ocupación turca, quedando su seguridad confiada a los soldados de las Naciones Unidas.

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ZENIT Staff

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