OMA, lunes 7 de junio de 2010 (ZENIT.org).- En su intervención en la XIV Sesión del Consejo de Derechos Humanos de la ONU en Ginebra, Suiza, el arzobispo Silvano Maria Tomasi, observador permanente de la Santa Sede ante la Oficina de Naciones Unidas de esta ciudad, pidió acabar con la especulación de los llamados “fondos buitre”.
Estos últimos, explicó en una entrevista a Radio Vaticano, son “fondos o inversiones que toman el nombre de este pájaro que descarna los huesos de las carroñas de los otros animales o ataca cuando un animal está a punto de morir”.
En otras palabras, “son fondos especulativos que adquieren a bajo precio la deuda de los países en vías de desarrollo, a acrederores públicos o privados, pero sobre todo al Estado. Después de lo cual, la compañía que compra la deuda a un precio muy reducido va a pedir al país deudor, en modo completamente legal, el reembolso del crédito inicial, aumentando la exigencia y pidiendo también los intereses, de modo que el coste inicial aumente mucho”.
“Cuando el país no puede pagar, especialmente los países en vías de desarrollo de África, estos ‘fondos buitre’ tratan de coger el dinero proveniente de los financiadores públicos o de cualquier recurso primario de este país, como petróleo u otras materias primas, en modo no sólo de recuperar el gasto inicial sino haciendo enormes beneficios a costa de estos países”.
En este contexto, la Santa Sede pide eliminar tales especulaciones “porque van en perjuicio de los países más pobres, que tienen derecho en cambio a tener lo necesario para su gente y para encaminarse hacia el desarrollo”.
En otras palabras, subrayó, “la economía tiene consecuencias sociales” que deben ser “tomadas en consideración” y a las que “se debe dar prioridad porque, al final, el bien común que estamos buscando: el bien de las personas está por encima de los mecanismos del beneficio”.
“Sostenemos el principio de que las deudas deben ser pagadas, pero al mismo tiempo se dice también que las poblaciones tienen derecho a la supervivencia”, afirmó el prelado, recordando que “hay que garantizar el ejercicio de los derechos humanos fundamentales”.
La deuda, por tanto, “no debe convertirse en una forma de opresión, bloqueando el desarrollo y la supervivencia”.
“Se deben buscar fórmulas para animar tanto a los países endeudados a evitar la falta de una gestión transparente, evitar la corrupción, evitar una programación fallida, como a los países ricos a condonar cuando sea posible estas deudas, de modo que se garantice una recuperación nueva para estos países”, concluyó.
Traducido del italiano por Nieves San Martín