CIUDAD DEL VATICANO, lunes 14 de junio de 2010 (ZENIT.org).- Los sacerdotes hoy, en general, se encuentran sobrecargados de trabajo. Muchos llevan varias parroquias a la vez, las dificultades aumentan y el contexto social no ayuda. ¿Cómo hacer?
Esta fue la primera pregunta, desde Brasil, planteada al Papa Benedicto XVI durante la Vigilia de Oración celebrada en la Plaza de San Pedro el pasado jueves 10 de junio, en la clausura del Año Sacerdotal.
El presbítero José Eduardo Oliveira y Silva, en nombre de los sacerdotes de América, subrayó que muchos se sienten “superados”: “Con toda la buena voluntad intentamos hacer frente a las necesidades de una sociedad muy cambiada, ya no más enteramente cristiana, pero nos damos cuenta de que nuestro “hacer” no basta”.
“¿A dónde ir, Santidad? ¿En qué dirección?”, preguntó al Papa.
Es difícil ser párroco
El Papa admitió que hoy “es muy difícil ser párroco, también y sobre todo en los países de antigua cristiandad”.
“Las parroquias son cada vez más extensas, unidades pastorales… es imposible conocer a todos, es imposible hacer todos los trabajos que se esperan de un párroco”, añadió.
La causa, explicó el Papa, es que “nuestras fuerzas son limitadas y las situaciones son difíciles en una sociedad cada vez más diversificada, más complicada”.
El Pontífice quiso dar algunos consejos a los presbíteros. El primero, el sacerdote debe “poner la vida”.
Si los fieles ven que el sacerdote “no hace solo un oficio, horas de trabajo, y que después está libre y vive sólo para sí mismo, sino que es un hombre apasionado por Cristo”, si “ven que está lleno de la alegría del Señor, comprenden también que no lo puede hacer todo, aceptan sus límites, y ayudan al párroco”.
“Este me parece el punto más importante: que se pueda ver y sentir que el párroco realmente se siente un llamado por el Señor; que está lleno de amor por el Señor y por los suyos”, añadió.
En segundo lugar, el Papa aconsejó establecer prioridades, “ver lo que es posible y lo que es imposible”.
Las tres prioridades fundamentales, dijo el Papa, “son las tres columnas de nuestro ser sacerdotes. Primero, la Eucaristía, los Sacramentos: hacer posible y presente la Eucaristía”. Después, “el anuncio de la Palabra en todas las dimensiones: desde el diálogo personal hasta la homilía”. El tercer punto “es la caritas, el amor de Cristo”.
Otro punto que no hay que desatender, advirtió el Papa, es “la relación personal con Cristo”.
“La relación con Cristo, el coloquio personal con Cristo es una prioridad pastoral fundamental, ¡es condición para nuestro trabajo por los demás! Y la oración no es algo marginal: es precisamente rezar la “profesión” del párroco”.
Y la tercera recomendación del Papa, la humildad: “reconocer nuestros límites”.
“Recordemos una escena de Marcos, capítulo 6, donde los discípulos estaban ‘estresados’, querían hacer todo, y el Señor dice: ‘Venid también vosotros aparte, a un lugar solitario, para descansar un poco’. También éste es trabajo – diría – pastoral: encontrar y tener la humildad, el valor de descansar”.
“Por tanto, pienso que la pasión por el Señor, el amor por el Señor, nos muestra las prioridades, las decisiones, nos ayuda a encontrar el camino”.
Benedicto XVI concluyó animando a los presentes: “sé que hay muchos párrocos en el mundo que dan realmente todas sus fuerzas por la evangelización, por la presencia del Señor y de sus Sacramentos”.
“A estos párrocos fieles, que trabajan con todas las fuerzas de su vida, de nuestro ser apasionados por Cristo, quisiera decir un gran ‘gracias’, en este momento”.