GINEBRA, lunes 21 de junio de 2010 (ZENIT.org).- La Santa Sede pide a la comunidad internacional que permita un acceso general a medicamentos e instrumentos diagnósticos a quien los necesite, especialmente en el caso del HIV/Sida, como consecuencia del reconocimiento de la dignidad humana de toda persona.
Así lo afirmó monseñor Silvano Maria Tomasi, observador permanente de la Santa Sede ante la Oficina de la ONU en Ginebra, el pasado 8 de junio, en la 14ª Sesión Ordinaria del Consejo de los , Derechos del Hombre.
En nombre de la Santa Sede, el prelado insistió en la “necesidad de una acción eficaz para garantizar el acceso universal a los medicamentos e instrumentos diagnósticos para todos».
El artículo 25 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, por lo demás, incluye el derecho a la asistencia médica y sanitaria en el contexto más amplio de “gozar de un adecuado estándar de vida”, recordó.
El prelado señaló el compromiso de la Iglesia en el sector sanitario en todo el mundo, «a través de las Iglesias locales, las instituciones religiosas y las iniciativas privadas., que actúan por propia responsabilidad y en el respeto del derecho de cada país».
Entre las estructuras atendidas por la Iglesia, enumeró 5.378 hospitales, 18.088 dispensarios y clínicas, 521 leproserías y 15.448 casas para ancianos, enfermos crónicos o discapacitados.
Las informaciones que llegan desde estas estructuras, subrayó el arzobispo, muestran por desgracia que “los derechos descritos en los instrumentos internacionales (…) están muy lejos de ser realizados».
Uno de los mayores obstáculos, subrayó, es precisamente “la falta de acceso a medicamentos e instrumentos diagnósticos que puedan ser suministrados y utilizados en países de renta y nivel tecnológico bajos».
Las llamadas “enfermedades de la pobreza», por lo demás, representan aún el 50% de las presentes en los países en vías de desarrollo, con una tasa casi diez veces más alta respecto a la de los países desarrollados.
Cada año, además, más de 100 millones de personas caen en la pobreza porque tienen que pagar la asistencia sanitaria. En los países pobres, de hecho, los pacientes pagan entre el 50% y el 90% de las medicinas esenciales, a las que no tienen acceso casi 2.000 millones de personas.
Niños
«Un grupo particularmente privado del acceso a los medicamentos es el de los niños”, denunció monseñor Tomasi. «Muchas medicinas necesarias no se han desarrollado en formulaciones o dosis apropiadas para uso pediátrico».
«Por esto, las familias y los agentes sanitarios se ven obligados a menudo a embarcarse en un ‘juego de adivinanzas’ sobre cómo dividir mejor las píldoras para adultos, para usarlas con los niños”.
Esto, advirtió el prelado, puede provocar “la trágica pérdida de vidas o enfermedades crónicas prolongadas entre estos niños necesitados”.
Un ejemplo de esta situación lo representa el hecho de que, de los 2,1 millones de niños que se calcula afectados HIV, sólo el 38% había recibido medicamentos antiretrovirales a final de 2008.
Monseñor Tomasi se dijo “muy consciente” de las “complejidades en los aspectos de propiedad intelectual relativos a la cuestión del acceso a los medicamentos”, y reconoció los “serios esfuerzos” emprendidos para implementar la Estrategia Global sobre Salud Pública, Innovación y Propriedad Intelectual, instituida en 2008 por la 61ª Asamblea Mundial de la Sanidad.
A pesar de esto, reconoció, “la comunidad internacional no ha conseguido aún alcanzar el objetivo de proporcionar un acceso justo a los medicamentos, ni indicar la necesidad de una ulterior reflexión y acción al respecto».
Por esto, el representante de la Santa Sede exhortó a multiplicar los esfuerzos, convencido de que “cada ser humano debe recibir cuidados, como elemento esencial de la búsqueda del máximo desarrollo humano posible».
«Esta perspectiva ética – concluyó – se basa en la dignidad de la persona humana y en los derechos y deberes fundamentales conectados a ella”.