CIUDAD DEL VATICANO, domingo 20 de junio de 2010 (ZENIT.org).- El Papa Benedicto XVI centró hoy la meditación del Ángelus en la importancia de llevar la propia cruz, tanto en las pequeñas pruebas de cada día como en los momentos decisivos.

“Tomar la cruz significa comprometerse en derrotar al pecado que obstaculiza el camino hacia Dios, acoger cotidianamente la voluntad del Señor, acrecentar la fe sobre todo ante los problemas, las dificultades, el sufrimiento”, afirmó el Papa.

Benedicto XVI citó a la santa carmelita Edith Stein, admirando su testimonio “en un tiempo de persecución”, cuando afirmaba, poco antes de la segunda guerra mundial: “Más se hace oscuro a nuestro alrededor, tanto más debemos abrir el corazón a la luz que viene de lo alto”.

“También en la época actual muchos son los cristianos en el mundo que, animados por el amor por Dios, asumen cada día la cruz, sea la de las pruebas cotidianas, sea la procurada por la barbarie humana, que a veces requiere el valor del sacrificio extremo”, afirmó.

Por ello es importante “poner siempre nuestra sólida esperanza en Él, seguros de que, al seguirle llevando nuestra cruz, llegaremos con Él a la luz de la Resurrección”.

El Papa quiso recordar especialmente a los catorce diáconos a los que había ordenado esa misma mañana en la Basílica de San Pedro.

El sacramento del Orden “manifiesta, de parte de Dios, su atenta cercanía a los hombres y, de parte de quien lo recibe, la plena disponibilidad a convertirse en instrumento de esta cercanía, con un amor radical a Cristo y a la Iglesia”.

Recordando el evangelio dominical, sobre la profesión de fe de Pedro, el Papa afirmó que Jesús, “frente a esta profesión de fe, renueva a Pedro y a los demás discípulos la invitación a seguirle en el camino comprometido en amor hasta la Cruz”.

“También a nosotros, que podemos conocer al Señor mediante la fe en su Palabra y en los Sacramentos, Jesús nos dirige la propuesta de seguirle cada día, y también a nosotros nos recuerda que para ser sus discípulos es necesario apropiarnos del poder su Cruz, culmen de nuestros bienes y corona de nuestra esperanza”, concluyó.