El único obispo de Gambia

Entrevista con el misionero irlandés, monseñor Robert Ellison

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BANJUL, Gambia, domingo, 5 de septiembre de 2010 (ZENIT.org).- La Iglesia en Gambia está preparada para ser autosuficiente, con un buen número de sacerdotes y religiosos nativos, pero todavía necesita encontrar una financiación adecuada, afirma el obispo de la única diócesis del país, Banjul.

Monseñor Robert Ellison es el pastor de toda la nación e Gambia, que está enclavada dentro de Senegal, con una población casi totalmente musulmana, en un 90%. Ahora bien, esa es una de las razones por las que la Iglesia local tiene mucho que ofrecer al mundo, afirma el obispo: es un ejemplo de cómo dos grandes religiones viven una junto a otra en espíritu de respeto y entendimiento.

En esta entrevista, monseñor Ellison habla sobre su país misionero y revela cómo descubrió su vocación a evangelizar.

–Usted es el único obispo de Gambia y también es misionero. ¿Hay en ello una contradicción?

–Monseñor Ellison: No, porque he sido misionero en Gambia desde los años setenta. Cuando llegué a Gambia en 1979, justo después de mi ordenación, había 22 misioneros espiritanos irlandeses. Soy misionero de la Congregación del Espíritu Santo; nos llamamos «espiritanos» para abreviar y soy miembro de la provincia irlandesa de los espiritanos. Había pues 22 espiritanos irlandeses, en aquella época no había sacerdotes gambianos. Los primeros sacerdotes gambianos de la era moderna, como los llamamos, fueron ordenados en 1985. Hubo dos antes, si nos remontamos a la primera parte del siglo XX. Uno ellos murió pronto por las fiebres y el otro de modo natural más tarde.

–Usted es ahora obispo en Gambia y pertenece a los padres espiritanos. Siempre han estado en Gambia. ¿Por qué?

–Monseñor Ellison: No había otros sacerdotes como decía; no ha habido otras congregaciones probablemente porque Gambia es un país muy pequeño. Sólo hay una diócesis y la mayoría de la gente es musulmana. Hay entre 40.000 y 50.000 católicos en todo el país.

–¿Fue su congregación la primera en llegar a Gambia para evangelizar?

–Monseñor Ellison: Sí, así es. Llegamos allí en 1849, tres años antes de que nuestro fundador muriera en 1852. Los hombres que llegaron primero fueron de Francia porque fuimos fundados en Francia, pero a principios del siglo XX los misioneros irlandeses comenzaron a llegar, porque la provincia fue fundada en Irlanda desde Francia para salir al paso a las necesidades de los países de habla inglesa en África occidental. Nuestro fundador –el carisma de nuestro fundador o su orientación general o visión de lo que quería que nuestras congregaciones hicieran– se implicó en la labor de evangelización especialmente de los esclavos que eran liberados de las Indias occidentales y de América con la abolición de la esclavitud; la abolición activa del comercio de esclavos tuvo lugar en 1837, él comenzó nuestra congregación en 1845 y los primeros misioneros llegaron en 1849. Así fue cómo se implicaron los espiritanos con la labor en Gambia.

–¿Había usted oído hablar de Gambia antes de ser enviado allí?

–Monseñor Ellison: ¡Oh! Sí, sí. Nací en Dublín, Irlanda, en Blackrock, una ciudad a seis millas al sur de la capital y fui a la escuela primaria y secundaria que los espiritanos tenían en Irlanda. Así que desde los seis años de edad, comencé a sumergirme en lo que los espiritanos estaban haciendo no sólo como educadores en Irlanda sino también como misioneros en África.

–¿Es por eso que decidió usted hacerse misionero?

–Monseñor Ellison: A la edad de seis años no pensaba en nada parecido, pero me impresionaron los sacerdotes que enseñaban –en aquellos días había algunos profesores laicos pero la mayoría eran sacerdotes–, algunos de los cuales habían vuelto de misiones y algunos estaban en aquella época en Gambia. Así que por aquella época al terminar la escuela en Blackrock College, Williamstown, condado de Dublín, a la edad de 17 años mi mente tenía bastante claro lo que yo quería ser.

–¿Mirando atrás lo volvería a hacer de nuevo?

–Monseñor Ellison: Seguramente que sí, pero no me gustaría volver a pasar de nuevo por todo.

–¿Ha sido usted capaz de ser un verdadero misionero en Gambia?

–Monseñor Ellison: He tenido muchas y diversas experiencia de misión en Gambia. Cuando llegué, el obispo de aquella época, el primer obispo espiritano irlandés, monseñor Maloney, me pidió que fuera a nuestro instituto en Gambia, el Instituto de San Agustín. Los comparábamos con el Blackrock College en Dublín. Era un instituto pero que muy bien llevado y disciplinado. Así que enseñé allí durante un año. Luego tuve la experiencia de la parroquia de la catedral. Allí estuve al principio pero dos o tres años después me enviaron a Roma para seguir un curso sobre el Islam. Fue la primera vez que se daba en inglés este curso en el Pontificio Instituto de Estudios Árabes e Islámicos. En aquella época sólo había cuatro estudiantes. Yo era uno de ellos, una hermana franciscana de Pakistán, un sacerdote de Tanzania, y un sacerdote de Nigeria. Así que nos dieron un trato especial.

–¿Cómo le ayudó esto cuando volvió a Gambia, que es en un 90% musulmana?

–Monseñor Ellison: Sentí que me era más fácil y más cómodo encontrarme con la gente porque sabía que quizá ellos no sabían tanto de mí, como yo de ellos, sobre su propia religión,. Sabía que había algunas cosas que ellos intentaban vivir cada día. Pienso en algunas cosas, pero supongo que las más obvias que se pueden experimentar como visitante o como misionero en el país son las prácticas de la fe musulmana. No puedes vivir en un país musulmán como Gambia sin saber que se levantan a las 5:30 o a las 6 por la llamada del muecín, el hombre que llama a la gente para la oración de la mañana antes del alba; no puedes seguir durmiendo.

–¿Le ayuda esto en su propia vida de oración?

–Monseñor Ellison: Exacto, me ha quitado las palabras de la boca. Es un recordatorio inmediato de que, al menos como sacerdote, debo ser fiel a los cinco momentos del día en que se supone que un sacerdote debe rezar el Oficio Divino o Liturgia de las Horas como lo llamamos. Y he sentido que aquí había una oportunidad para animar e inspirar a nuestros propios católicos y a nuestros cristianos: tus hermanos y hermanas musulmanes, la mayoría de ellos son muy fieles a sus oraciones, así que hay lugar allí para apender, no en un sentido de competición, sino como un respaldo para que des culto a Dios de la misma forma.

–¿La Iglesia católica tiene la posibilidad de evangelizar en Gambia?

–Monseñor Ellison: Si usted dice evangelizar, sí estamos evangelizando todo el tiempo, pero sin hacer proselitismo, y creo que tenemos que ser claros en esto. Los musulmanes en Gambia, generalmente, son gente muy pacífica. Son musulmanes moderados. Quieren paz. Respetan lo que estamos haciendo, pero hay limitaciones y hay límites. Una vez o dos hemos abierto misiones en diversas partes de las zonas rurales con el ánimo de evangelizar a los jóvenes a través de nuestras instituciones educativas.

–¿Qué sucede?

–Monseñor Ellison: En estas escuelas secundarias para chicos o chicas en ocasiones hemos podido conseguir el permiso para bautizarlos, pero tan pronto como abandonan el colegio y vuelven a su propia aldea y a sus comunidades, ellos volverían casi automáticamente a su fe musulmana, a causa de la presión social. Esto no significa que todos estos muchachos que están bautizados dejen de seguir su fe cristiana, pero sí la mayoría.

–¿Siente usted, siendo misionero, que es un sufrimiento el no poder evangelizar a esta gente?

–Monseñor Ellison: No, creo que evangelizar – proclamar la buena noticia del Evangelio – es mucho más que simplemente esperar incorporar más seguidores a nu
estra propia institución católica y algunos pueden no estar totalmente de acuerdo con ello, pero creo que la meta o propósito principal de Jesús en su labor de predicar el Evangelio fue convertir a la gente en su corazón antes que nada. Mire el número de personas, las multitudes a las que habló, pero se nos dice que al final de su vida terrena había unos 120 discípulos. Debe haber hablado a miles. Muchos de ellos le siguieron. Querían escuchar lo que decía, pero no se convirtieron formalmente en sus discípulos. Creo que lo más importante que la Iglesia católica puede hacer en situaciones como ésta es, ante todo, respetar los valores religiosos de una religión como el Islam; intentar animarles a ser fieles a sus propios valores y dar testimonio de esos valores a través de nuestras propias vidas, de nuestra propia fe. Los valores del amor, la compasión, el perdón, la comprensión y el respeto mutuo. Deje el resto a Dios y al Espíritu Santo.

–Usted es obispo desde hace dos años. Eso significa que usted puede ser un ejemplo de verdad. ¿Cómo lo hace?

–Monseñor Ellison: Bien, no creo que actúo de modo diferente como obispo que como lo hacía siendo sacerdote, excepto que ahora, como pastor principal de la diócesis en cuanto concierne a los sacerdotes, a las religiosas y a los laicos, debo intentar animarlos e inspirarlos a trabajar de acuerdo a estas directrices. Creo que es la verdadera visión, diría una importante parte de la visión de nuestra misión en un país como Gambia: ser fieles a nuestra propia fe en Cristo y dejar que el testimonio hable. Algunos vienen para pedirnos el bautismo, algunos que son adultos, no muchos pero nosotros no forzamos el tema.

–Gambia es muy pequeña y está rodeada por Senegal con una población católica mayor, cerca del 6%. ¿Qué relación hay entre los católicos de Gambia y los de Senegal?

–Monseñor Ellison: Diría que las relaciones informales ordinarias entre familias, tribus y personas de dos países porque las personas de los dos países son grupos étnicos idénticos, a ambos lados de la frontera. Lo único que ha dividido a los dos países es que uno fue colonizado por los franceses y el otro por los británicos, y esto ha causado una pequeña barrera de división, pero las familias están plenamente integradas a ambos lados de la frontera y cruza mucho tráfico.

–¿Qué porcentaje de católicos y musulmanes hay en estas tribus?

–Monseñor Ellison: En Gambia, el mayor grupo es el de los mandingos (mandinkas). Los mandingos son una tribu muy pobre originaria de la Guinea portuguesa – Guinea-Bissau. Emigraron hacia Gambia porque pensaban que habría más oportunidades para cultivar, hacer negocios o para la vida en general. Ahora se han convertido en el grupo mayoritario en nuestra Iglesia. Beben vino de palma, que no está permitido por los musulmanes, y comen cerdo por lo que los musulmanes no les animan a hacerse musulmanes.

–¿Qué relación se da entre la Iglesia católica de Senegal y la de Gambia?

–Monseñor Ellison: Las relaciones han mejorado mucho, diría, en los últimos 10 ó 20 años, porque conforme más jóvenes gambianos se han hecho sacerdotes, estos sacerdotes se relacionan de modo más natural unos con otros y con más facilidad que los antiguos misioneros irlandeses, debido al lenguaje, porque el lenguaje era una barrera importante en aquella época. La mayoría de los antiguos misioneros a cada lado de la frontera, si eran franceses no hablaban inglés, o si eran irlandeses no hablaban francés. Pero ahora los sacerdotes gambianos hablan la lengua de los sacerdotes senegaleses en general, y no hay problemas de lenguaje y, por supuesto, se mezclan más fácilmente. Desde que soy obispo, me he encontrado con numerosas invitaciones de los obispos senegaleses para celebrar mi ordenación, porque hablo francés… o más bien porque me manejo en francés.

–¿Desearía usted que algún día un sacerdote gambiano ocupara su lugar?

–Monseñor Ellison: Por supuesto. No es una cuestión de querer; simplemente será así. No hay duda. Habría dicho que hace dos o tres años había expectativas de que el obispo que se nombrara hubiera sido un sacerdote gambiano, pero de alguna forma el Espíritu Santo sopló y el Santo Padre pensó de otro modo.

–¿Qué puede ofrecer la Iglesia en Gambia a la Iglesia católica universal?

–Monseñor Ellison: Preferiría modificar ligeramente la pregunta: no sólo a la Iglesia católica universal. Creo que Gambia es un país muy, muy pequeño, pero tiene algo maravilloso que exportar. No puedo encontrar el término apropiado.

–¿Cuál es?

–Monseñor Ellison: Es el espíritu de las dos mayores religiones, el cristianismo y el islam que viven uno al lado del otro en espíritu de respeto y entendimiento. Usted conoce el mundo en que vivimos tan roto, tan dividido, y con tanto conflicto especialmente en el mundo cristiano y musulmán, por lo que Gambia tiene algo de qué dar testimonio; es un ejemplo vivo de que es posible. Mucho de ello se debe a la naturaleza del pueblo de Gambia. Son gentes amantes de la paz. Se llaman a sí mismos la costa sonriente de África Occidental y hay mucha verdad en ello.

–¿Cuáles son los desafíos para usted y para la Iglesia católica en Gambia?

–Monseñor Ellison: El gran desafío que existe en este momento es su historia, porque estamos avanzando casi completamente hacia una auténtica Iglesia local o particular. Los sacerdotes y las religiosas gambianos abundan. Los catequistas siempre han sido gambianos. La Iglesia en Gambia debe ahora comenzar a afrontar la necesidad de una independencia cada vez mayor. Ya ha logrado esta independencia en su maravilloso y joven personal. Carece de independencia en términos económicos y de financiación. En el año 1990 cerca de 20 sacerdotes de la diócesis eran extranjeros, la mayor parte de ellos misioneros irlandeses y había cinco sacerdotes gambianos, todos jóvenes.

–¿Cuál es ahora la situación?

–Monseñor Ellison: Hoy hay casi 20 sacerdotes gambianos y hay cuatro o cinco misioneros irlandeses cercanos a la edad de jubilación. Así que ha habido todo un cambio en 15 años. Era también más fácil para el misionero de aquella época, de hace 15 años, lograr financiación en Europa tanto a nivel personal como a nivel oficial; eso ya no es así. Por lo que si vamos a mantener nuestras estructuras, los compromisos y aportaciones más importantes a la educación del país –jardines de infancia, escuelas primaras y secundarias e institutos–, tenemos el personal y el entusiasmo pero la financiación se vuelve un problema para sostener y mantener las estructuras que tenemos. Y la agencias de ayuda de la así llamada Europa cristiana son muy reticentes a dar dinero si creen que va a ir a las necesidades de evangelización y creo que esto es muy triste. No puedes hablar de evangelizar sin también hacer labor de desarrollo y labor educativa. Sería una comprensión muy intolerante de la evangelización. Nadie puede hablar de una labor estrictamente de desarrollo si la labor de desarrollo no es integral por lo que has de intentar no sólo ayudar al cuerpo o a las necesidades materiales de la comunidad sino también a los valores como la honestidad, la justicia, el perdón, el entendimiento que ayude a la gente a vivir en paz. Buena parte de la labor de desarrollo en África no ha funcionado como debería porque no hay paz en muchos de estos países. Y no habrá paz hasta que se respeten los valores religiosos.

Esta entrevista fue realizada por Marie-Pauline Meyer para «Dios llora en la Tierra», un programa semanal radiotelevisivo producido por la Catholic Radio and Television Network en colaboración con la organización católica Ayuda a la Iglesia Necesitada.

Más información en www.ain-es.orgwww.aischile.cl 

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ZENIT Staff

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