Benedicto XVI pide a obispos superar las “categorías mundanas”

Y vivir su ministerio como un servicio de amor

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CASTEL GANDOLFO, domingo, 12 de septiembre de 2010 (ZENIT.org).- Benedicto XVI ha pedido a obispos de países de misión, ordenados en este último año, que superen las «categorías mundanas» en la concepción de su ministerio.

Para ello, al recibir este sábado en Castel Gandolfo a 102 prelados, que participaban en un seminario convocado por la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, les ofreció dos consejos: alimentar su vida con la oración y desempeñar el ministerio como «servicio de amor».

Al dirigirse a los obispos, procedentes de 40 países (57 de África, 39 de Asia, 4 de América y 2 de Oceanía), el Papa aseguró que conocía las dificultades que deben afrontar al desempeñar su misión en medio de comunidades, «donde además de las diferentes formas de pobreza, se registran en ocasiones formas de persecución a causa de la fe cristianas».

«A vosotros os corresponde la tarea de alimentar su esperanza, compartir sus dificultades, inspirándoos en la caridad de Cristo, que consiste en la atención, ternura, compasión, acogida, disponibilidad e interés por los problemas de personas, por quienes se está dispuesto a gastar la vida», afirmó.

Dos consejos

Fue así como el Papa les dejó dos consejos fundamentales para el ministerio que desempeñarán el resto de sus vidas como sucesores de los apóstoles e imitadores de Cristo generalmente en países en los que la fe cristiana ha llegado recientemente.

«Pero para imitar a Cristo es necesario dedicar un tiempo adecuado para ‘estar con Él’ y contemplarle en la intimidad orante del diálogo de corazón a corazón», advirtió el obispo de Roma.

«Estar frecuentemente en presencia de Dios, ser hombre de oración y de adoración: a esto está llamado ante todo el Pastor», aseguró. «La vida del obispo debe ser una oblación continua a Dios por la salvación de su Iglesia, y especialmente por la salvación de las almas que le han sido encomendadas».

«Esta oblación pastoral constituye también la verdadera dignidad el obispo: deriva del hecho de hacerse siervo de todos, hasta dar la propia vida», añadió, ofreciendo así su segundo consejo fundamental.

«El episcopado, de hecho, al igual que el presbiterado, nunca debe ser malentendido según categorías mundanas. Es servicio de amor», subrayó.

«El obispo está llamado a servir a la Iglesia con el estilo del Dios hecho hombre, convirtiéndose cada vez más plenamente en siervo del Señor y siervo de la humanidad».

Al despedirse de estos nuevos obispos misioneros, el Papa les animó a no caer en el desaliento provocado por las dificultades de sus comunidades, que en ocasiones no son más que pequeñas minorías.

«La verdad cristiana es atrayente y persuasiva precisamente porque responde a la necesidad profunda de la existencia humana, anunciando de manera convincente que Cristo es el único salvador de todo el hombre y de todos los hombres», concluyó.

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ZENIT Staff

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