CIUDAD DEL VATICANO, martes 28 de septiembre de 2010 (ZENIT.org).- Benedicto XVI no teme las confrontaciones ni los debates, afirma su secretario particular, monseñor Georg Gänswein, destacando la “valentía” del Papa.
Monseñor Gänswein ha aprovechado la entrega del premio italiano Capri San Michele por su libro Benedicto XVI urbi et orbi. Con el Papa en Roma y por los caminos del mundo (Librería Editora Vaticana, 2010) para hacer un balance de los cinco primeros años del pontificado de Benedicto XVI.
En esta intervención, publicada en L'Osservatore Romano, monseñor Gänswein destaca el lado “cálido” y la “simplicidad” de quien fuera prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe.
También la “valentía” que marca su pontificado: “Él llama por su nombre a los defectos y los errores de Occidente, critica esa violencia que pretende tener una justificación religiosa”, afirma.
Benedicto XVI “no cesa nunca de recordar que con el relativismo y el hedonismo e imponiendo la religión por la amenaza y la violencia se da la espalda a Dios”.
El secretario particular de Benedicto XVI recuerda que este Papa, a quien califica como el “Papa de la palabra”, pone todo su interés en reafirmar “el núcleo de la fe cristiana: el amor de Dios al hombre, que encuentra en la muerte de Jesús en la cruz y en su resurrección una expresión insuperable”.
Fe y razón en el centro
En el centro del pensamiento del Papa, se encuentra la cuestión de la relación entre fe y razón; entre religión y renuncia a la violencia.
Para Benedicto XVI, destaca monseñor Gänswein, “la reevangelización de Europa y del mundo será posible cuando los hombres entiendan que la fe y la razón no se oponen sino que se complementan”.
En el fondo, señala, “el Papa quiere reafirmar el núcleo de la fe cristiana: el amor de Dios al hombre, que encuentra en la muerte de Jesús en la cruz y en su resurrección una expresión insuperable”.
“Este amor es el centro inmutable en el que se basa la confianza cristiana en el mundo, pero también el compromiso con la misericordia, la caridad y la renuncia a la violencia”.
“El mensaje del sucesor de Pedro es tan sencillo como profundo: la fe no es un problema por resolver, es un don por descubrir, día tras día -explica-. La fe da alegría y plenitud”.
El secretario de Benedicto XVI afirma finalmente que “si todas las miradas y las cámaras se fijan en el Papa, no es por él”: “el Santo Padre no se coloca en el centro, no se anuncia a sí mismo”, sino que anuncia a Jesucristo, “el único redentor del mundo”.
“La fe ayuda a vivir, la fe ofrece alegría, la fe es un gran don: he aquí la convicción más profunda del Papa Benedicto”, añade.
Un estilo propio
Cada Papa responde a la llamada de Jesús con “su personalidad” y “su sensibilidad”, explica también el secretario particular del Pontífice.
“Benedicto XVI no es Juan Pablo II”, recuerda, “a Dios no le gustan la repetición ni las fotocopias”.
Por eso, continúa, “-he aquí algo verdaderamente singular y edificante, el Papa Benedicto XVI se presentó al mundo como el primer devoto de su predecesor: éste es un acto de gran humildad, que sorprende y suscita admiración”.
El Papa Benedicto XVI ha dado a la Iglesia y al mundo una maravillosa lección de estilo pastoral: “quien empieza un servicio pastoral -he aquí su lección- no debe borrar las huellas de quien ha trabajado antes, sino que debe poner humildemente sus pies en las huellas de quien ha caminado y se ha cansado antes que él”.
Así, Benedicto XVI “ha acogido esta herencia y ha construido con su estilo humilde y reservado, con sus palabras tranquilas y profundas, con sus gestos comedidos pero incisivos”.
Y concluye: “Juan Pablo II fue el papa de las grandes imágenes, Benedicto XVI es el Papa de la palabra, de la fuerza de las palabras: es un teólogo más que un hombre de grandes gestos, un hombre que 'habla' de Dios”.