La ruptura matrimonial, nueva causa de la pobreza

El alto coste de la desintegración familiar

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ROMA, domingo, 3 de octubre de 2010 (ZENIT.org).- La Oficina del Censo de Estados Unidos ha hecho públicas el 16 de septiembre las últimas cifras sobre renta y pobreza. Según el informe, el índice oficial de pobreza en Estados Unidos en 2009 era del 14,3%, por encima del 13,2% de 2008.

En números concretos esto eleva en 2009 hasta 43,6 millones las personas en pobreza, en comparación de los 39,8 millones de 2008.

La nota de prensa observaba que era el tercer aumento anual consecutivo.

El umbral oficial de pobreza para una familia de cuatro miembros en 2009 era de 21.954 dólares. Algunos reportajes de la prensa sobre los datos señalaban que las cifras de la Oficina del Censo sólo tienen en cuenta los ingresos monetarios y el número de los considerados pobres sería de varios millones menos si se tuvieran en cuenta otros beneficios.

No hay duda de que un importante factor en el aumento de la pobreza ha sido la recesión económica. El 20 de septiembre, el National Bureau of Economic Research declaraba que la recesión comenzó en diciembre de 2007 y terminó oficialmente en junio de 2009. Se trata de la recesión más larga en Estados Unidos desde finales de la Segunda Guerra Mundial.

Otro documento, hecho público el mismo día que el informe de la Oficina del Censo, hacía hincapié en una importante causa de pobreza que suele olvidarse, la ruptura matrimonial. «Marriage: America’s Greatest Weapon Agaisnt Child Poverty» (El Matrimonio: la Mejor Arma de Norteamérica contra la Pobreza Infantil) ha sido escrito por Robert Rector y publicado por la Heritage Foundation.

«El matrimonio sigue siendo el arma más fuerte contra la pobreza en Norteamérica, aún así sigue disminuyendo», afirmaba Rector.

Padres solteros

Analizaba los datos de la Oficina del Censo de Estados Unidos para el 2008. Según estos, el índice de pobreza para los progenitores solteros con hijos en Estados Unidos era en el 2008 del 36,5%. Un dato a comparar con el de las parejas casadas con hijos, con sólo un 6,4%. Así que crecer en una familia casada reducía en un 80% la probabilidad de que un niño viviera en la pobreza.

Rector admitía que algunas de estas diferencias estriban en el hecho de que los progenitores solteros tienen en general una preparación educativa inferior que las parejas casadas. Incluso así, cuando las parejas casadas se comparan con los progenitores solteros con el mismo nivel de educación, el índice de pobreza de los casados es todavía un 75% inferior.

El estudio observaba además que, desgraciadamente, el matrimonio está disminuyendo con rapidez en Estados Unidos. Durante la mayor parte del siglo XX, casi todos los niños nacían en parejas casadas. Así, cuando el presidente Lyndon Johnson lanzó la Guerra contra la Pobreza en 1964, el 93% de los niños nacidos en Estados Unidos nacían de parejas casadas.

En los años siguientes hubo un cambio espectacular en la situación. En 2007, sólo el 59% de los nacimientos de la nación eran de parejas casadas.

Rector también comentaba que no debemos pensar que este fenómeno se deba sobre todo a embarazos y nacimientos adolescentes. De hecho, en 2008, sólo el 7,7% de los nacimientos fuera del matrimonio en Estados Unidos eran de mujeres menores de 18 años. Tres cuartas partes eran de mujeres adultas jóvenes entre los 19 y 29 años.

«El declive del matrimonio y el crecimiento de los nacimientos fuera del mismo no es un asunto de adolescentes; es el resultado de la ruptura de relaciones de hombres y mujeres adultos jóvenes», afirmaba Rector.

En general, las familias monoparentales abarcan un tercio de todas las familias con hijos, pero el 71% de las familias pobres con hijos son monoparentales. En contraste, el 74% de todas las familias no pobres con hijos son de parejas casadas, observaba el estudio.

El vuelco masivo hacia las familias monoparentales también ha significado un gran coste para las finanzas públicas. Según Rector, el gobierno federal lleva adelante más de 70 programas de bienestar que proporcionan ayuda a las personas con bajos ingresos. En el año fiscal 2010, el gobierno federal y los gobiernos estatales gastaron 400.000 millones de dólares en recursos para familias con hijos y bajos ingresos, afirmaba. Y cerca de tres cuartas partes de esta asistencias, es decir 300.000 millones de dólares, fueron a familias monoparentales.

Diferencias

Dos factores influyen sobre la probabilidad de que una familia sea monoparental, la raza y la educación. El índice de nacimientos extramatrimoniales (el número total de nacimientos fuera del matrimonio para las madres de un grupo dividido por todos los nacimientos del grupo durante el mismo año) para toda la población fue del 40,6% en el 2008. Sin embargo, entre las mujeres blancas no hispanas fue sólo del 28,6%. Entre las hispanas esta cifra casi se doblaba, con un 52,5%, y entre los negros era del 73,3%.

Otro factor es la educación. «Los Estados Unidos están dividiéndose en un sistema de dos castas, con el matrimonio y la educación como línea divisoria», comentaba rector.

En 2008, en Estados Unidos nacieron fuera del matrimonio 1,72 millones de niños. La mayoría de ellos nacieron de mujeres adultas jóvenes con estudios de secundaria o inferiores. De hecho más de dos tercios de los nacimientos de mujeres que habían abandonado la secundaria tuvieron lugar fuera del matrimonio. En contraste, entre las mujeres con al menos un título universitario, sólo un 8% de los nacimientos fueron fuera del matrimonio.

«Para combatir la pobreza, es vital robustecer el matrimonio; y para robustecer el matrimonio, es vital que se dé a la población de riesgo una comprensión clara y efectiva de las ventajas del matrimonio y de los costes y consecuencias de la maternidad extra marital», concluía Rector.

Otros países

Estados Unidos no es el único que ha visto un gran aumento en la maternidad extramatrimonial. Según la agencia de estadística europea, Eurostat, el número de niños nacidos fuera del matrimonio en las 27 naciones de la Unión Europea se ha doblado durante las últimas dos décadas, informaba el 9 de septiembre el New York Times.

En el 2008, el 35,1% de los nacimientos tuvieron lugar fuera del matrimonio. Hace menos de 20 años, en 1990, eran sólo el 17,4%. Según Eurostat, todas las naciones de la Unión Europea excepto Dinamarca han experimentado un aumento.

A principios de este año un informe sobre el índice de matrimonios en Inglaterra y Gales anunciaba que se han casado menos personas desde que se comenzó a recoger información en 1862, informaba el 11 de febrero el periódico Independent.

Han descendido tanto las bodas civiles como las eclesiásticas. Estas últimas suman sólo un tercio de todos los matrimonios.

Por primera vez, menos de una de cada 50 mujeres solteras se casó en el 2008, observaba el artículo. Hubo 232.990 bodas en Inglaterra y Gales, 35.000 menos que una década antes.

Más al norte, en Escocia, la situación no es mejor, como informaba el 12 de marzo un artículo. El año pasado hubo sólo 27.524 bodas, la cifra más baja desde 1893.

Un portavoz de la Iglesia católica en Escocia criticaba al gobierno británico por no dar más incentivos económicos a las parejas para casarse, de manera que el matrimonio sea económicamente más atrayente.

«Desgraciadamente, este gobierno ha penalizado el matrimonio a través de un sistema de impuestos que ha contribuido a la actual crisis», declaraba al Scotsman.

A la luz de estas estadísticas, no fue una sorpresa leer un reportaje publicado el 25 de junio en el periódico Daily Mail del Reino Unido, sobre el hecho de que casi un niño de cada tres vive sin su padre o su madre.

Según un análisis de los datos de la Oficina de Estadísticas Nacional, 3,8 millones de niños viven sin uno de sus padres biológicos porque tienen una madre
soltera o su padre o su madre han abandonado el hogar. Suman el 30% de todos los niños.

Hay 2,7 millones que viven con una madres soltera y 200.000 con sólo el padre. Otro medio millón viven en familias de adopción en cohabitación, y 400.000 en familias de adopción casadas. Su número ha aumentado en 600.000 desde 1999.

En su discurso de bienvenida del 13 de septiembre al nuevo embajador de Alemania, Benedicto XVI expresaba su preocupación por el debilitamiento del concepto cristiano de matrimonio y de familia. Una característica clave de este es que el matrimonio es una unión duradera y permanente de los esposos.

Los modelos alternativos de matrimonio y de vida familiar llevarán a una confusión de valores en la sociedad, advertía el Papa.

Es obvio que este daño al bien común de la sociedad trae consigo también un alto coste económico para millones de adultos y niños.

Por el padre John Flynn, L. C., traducción de Justo Amado

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ZENIT Staff

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