ROMA, miércoles 13 de octubre de 2010 (ZENIT.org).- Monseñor Paul Hinder ofmcap, es pastor de un rebaño fuerte en su fe y disperso en el territorio que diariamente vive y respira con el islamismo. Tiene la misión de guiar la Iglesia en los países árabes. La sede del vicariato está situada en la ciudad de Abu Dhabi, capital de los Emiratos Árabes Unidos.

El vicariato apostólico de Arabia comprende cinco países: Emiratos Árabes, donde hay siete parroquias, Omán donde hay cuatro, Yemen también con cuatro parroquias, Qatar con una y Bahrein con una.

Comprende una superficie de 3 millones de kilómetros cuadrados, sería la “diócesis” más extensa del mundo. No hay cristianos locales, sólo inmigrantes. Hay feligreses de 90 nacionalidades diversas. Especialmente de Filipinas, India, Indonesia, Nigeria, Europa y Estados Unidos,

Las iglesias no tienen signos externos ni símbolos visibles, como cruces o campaniles. Los fieles se reúnen para rezar en casas privadas, a menudo situadas en la periferia.

Desde el año 2005 este obispo capuchino de 68 años, nacido Lanterswil-Stehrenberg – Suiza, guía a cerca de 1,3 millones de católicos. La suya es, en términos geográficos, gracias a un territorio de cerca de tres millones de kilómetros cuadrados, la “diócesis” más grande del mundo. ZENIT lo entrevistó

-¿Cómo es la fe de las personas en los países árabes?

Monseñor Paul Hinder: Es cierto que los católicos viven a menudo un poco encerrados entre ellos, en un contexto de individuos que profesan la misma fe. No sólo cuando vienen a la Iglesia sino también en los lugares de encuentro como el trabajo. No es que estén completamente aislados, pero es verdad que enfrentan una situación de desafío de fe personal. Por ejemplo sobre los valores de la vida misma o cómo viven la relación con Dios y la relación con los otros o en el compromiso con y desde el Evangelio.

Esto preocupa a nuestros fieles, a unos más y a otros menos. Por eso se organizan a menudo con el pretexto de la oración, en asociaciones donde pueden vivir esta fe, diría yo, más desarrollada, quizás que las otras, sobretodo en la Santa Misa. La liturgia Eucarística es muy importante para ellos; de hecho, nuestras pocas iglesias siempre están repletas de gente. Incluso durante la semana asisten miles de personas.

-¿Participan los fieles en obras de caridad?

Monseñor Paul Hinder: Desde luego que sí. Hay todo un reto también desde el punto de vista moral como vivir una vida conforme al Evangelio y al mandamiento de Dios. Esta gente vive no sólo el aspecto inspirado en la devoción religiosa del sacramento. Ellos mismos se preguntan cómo pueden ayudar a sus hermanos, que están en prisión, en los hospitales. Visitan a los enfermos, y les llevan la comunión etc. Organizan grupos y buscan hacer todo lo que esté en sus capacidades, incluyendo también la posibilidad de que puedan confesarse. También ayudando a los pocos sacerdotes y yendo a lugares donde a lo mejor ellos no pueden llegar. Y sin omitir las labores ordinarias de la Iglesia, quisiera agregar que todas las catequesis están en manos de los laicos: En Abu Dhabi hay más de 20.000 niños cada viernes en las catequesis.

-¿Cuáles son las principales riquezas de la fe en estos países?

Monseñor Paul Hinder: Diría que es una fe profunda, que se expresa también en una devoción bastante vital vivida de diferentes maneras y no sólo bajo el aspecto sacramental sino también en la veneración de los santos, la participación en los grupos de oración o con la Biblia, entre otras actividades. Y, como dije antes, son sensibles y atentos a la ayuda hacia los demás, tanto en los países propios como en los de origen. Si hay un desastre en otro país, por ejemplo en Pakistan, se organiza una colecta especial en la iglesia y la gente es generosa. Tienen un sentido en el compartir a pesar de las problemáticas existentes.

-¿Cómo pueden los cristianos permanecer fieles conviviendo con una realidad tan diversa como el islamismo?

Monseñor Paul Hinder: Vivimos la presencia cotidiana del islamismo (también acústicamente, sobre todo). Yo diría que los inmigrantes viven, más “junto” con los otros y no “con” los otros. Es otro modo de vivir. Hay contactos profesionales inevitables, en las oficinas o en la vida cotidiana, cuando debe hacerse algo oficialmente, siempre hay algo que hacer con los ciudadanos locales. Está claro que los educadores son los más expuestos a esta situación pero es un momento inusual para el diálogo con los musulmanes. Creemos que siempre habrá un elemento marginal, diría que se puede encontrar alguna posibilidad, pero en la vida cotidiana, al menos en estos países no es tan presente ni tan factible.

-¿Cómo es su experiencia personal de pastor en un pueblo tan especial, que vive junto a una cultura y una fe tan diversa?

Monseñor Paul Hinder: Ser pastor de una grey tan variada es un reto que supera las capacidades de un hombre. Si no existiera la promesa del Señor que estará siempre con nosotros y si no existiera la fe alentadora de mis hermanos y hermanas yo no podría asumir esta misión. Estar expuesto cada día a una fe tan potente como el Islam puede ser un estímulo para profundizar la propia fe y su práctica.

- Los ataques que han sufrido los cristianos en oriente (India, Pakistan, Nigeria, Irak), especialmente en los últimos dos años, ¿siembra temor a los cristianos de los países árabes?

Monseñor Paul Hinder: En nuestros países, a diferencia de los que usted ha mencionado, nos sentimos relativamente seguros. Hay y puede haber situaciones precarias de seguridad en ciertas partes pero generalmente nos son amenazas directas. Está claro que esto no quita el hecho de que muy a menudo el hecho de ser cristiano tiene consecuencias de discriminación.

- ¿Cómo es la relación con los cristianos no católicos de Arabia?

Monseñor Paul Hinder: Generalmente es buena. El problema más grande para nosotros es el proselitismo de algunos grupos evangélicos que pescan en nuestras aguas porque no tienen permitido hacerlo entre los no – cristianos. Muy frecuentemente trabajan con métodos más que cuestionables…

- ¿Cómo pueden los católicos transmitir la religión a sus hijos en un ámbito de restricción tan fuerte a la libertad religiosa?

Monseñor Paul Hinder: No existe otro modo que hacerlo, en primer lugar que en las mismas familias. Estas, a menudo, no tienen tiempo o el conocimiento suficiente de la Biblia o de la fe católica. Es importante que envíen a sus hijos a las catequesis en nuestras parroquias (en el 2009 fueron más de 25.000 niños cada fin de semana). En ciertas situaciones de libertad restringida deben hacerlo, incluso a escondidas o en privado. Es de admirar tantos laicos que ponen sus dones al servicio de la Iglesia. Buscamos darles la formación necesaria aunque no siempre es fácil.

-¿Qué esperan los párrocos y los fieles presentes del Sínodo?

Monseñor Paul Hinder: Creo que nuestros fieles esperan especialmente un aliento en su situación que es todo excepto fácil. Esperan de los obispos que tomen en serio sus responsabilidades de pastores para que den a su grey el pan de la palabra y el pan de la vida. Finalmente esperan que sean reconocidos, es decir, que la Iglesia entera tome nota de su existencia y de sus luchas. En este sentido esperan la solidaridad en la fe que se expresa especialmente en la oración.

Por Carmen Elena Villa