NUEVA YORK, viernes 15 de octubre de 2010 (ZENIT.org).- La Santa Sede ha destacado la inherente dignidad de las mujeres como afirmación necesaria que conducirá a su progreso.
La cónsul de la misión vaticana Cathy Murphy intervino este martes, en nombre del observador permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidas, el arzobispo Francis Chullikatt, ante el Tercer Comité de la Asamblea General de las Naciones Unidas, en un debate general sobre el progreso de las mujeres.
La delegada declaró que “el auténtico desarrollo de las mujeres implica el respeto a su inherente dignidad, incluyendo su identidad étnica y religiosa”.
“El bienestar del futuro de la comunidad humana depende en gran medida de la habilidad de los Gobiernos y de la sociedad civil para respetar verdaderamente a las mujeres, su dignidad y su valor”.
La delegación de la Santa Sede se refirió a “la reciente institución de UN Women” y expresó la esperanza de “que esta nueva entidad sepa proporcionar una asistencia real a todos los Estados cuando colaboran para mejorar la vida de las mujeres y de las madres en todo lugar”.
“Un desarrollo significativo es que un número creciente de países esté aplicando una legislación comprensiva que prevé tanto sanciones justas para la violencia como la garantía de apoyo y protección a las víctimas”, afirmó Murphy.
En este sentido, añadió, “es importante llegar sobre todo a esas mujeres que a veces son las más necesitadas de asistencia, principalmente las madres, las inmigrantes, las mujeres de las zonas rurales e indígenas, mujeres de minorías étnicas y religiosas y las que sufren discapacidades físicas y psicológicas”.
La delegada también denunció “la tragedia del tráfico de personas”.
“Es importante que los Estados destaquen cada vez más la necesidad de afrontar las condiciones que hacen a las mujeres y a los niños vulnerables a la trata -como la pobreza y la falta de empleo y de oportunidades educativas- como parte de las estrategias de prevención”.
Protección
El tráfico transnacional de mujeres y niños para la explotación sexual, declaró Murphy, se apoya en una realidad “que facilita el suministro de víctimas de los países que las envían y la demanda en los países de llegada”.
“Por esta razón, las leyes contra la prostitución, la pedopornografía y la explotación sexual deben reforzarse para proteger mejor a mujeres y niños”, afirmó.
“¡La persona humana no puede ser objeto de comercio para ningún objetivo!”.
La delegada observó que “también las familias de las personas objeto de trata necesitan protección”.
“Muy a menudo, el principal obstáculo para la colaboración entre una víctima de tráfico humano y el refuerzo de las leyes es la intimidación de las víctimas y de sus familias por parte de los traficantes, que prometen amenazar a los familiares de sus víctimas”, explicó.
Murphy también recordó la importancia de proporcionar a las madres “asistencia prenatal de base, personal preparado en todos los partos y expertos en las complicaciones que puedan poner en peligro la vida, tanto de la madre como del niño que debe nacer”.
“Sostener la ayuda a los países en vías de desarrollo sobre la base de la aceptación de los métodos de planificación familiar no respetuosos con la persona humana no hace nada para hacer progresar la salud y el bienestar de las mujeres de hoy y de mañana”, reconoció.
“Lo que en cambio es necesario es una aproximación centrada en la persona, una aproximación que sea plenamente respetuosa con la dignidad intrínseca y el valor de toda persona -desde la concepción hasta la muerte natural-, una aproximación que vea al individuo no como un peso, sino como una contribución a la familia humana”.