Intervenciones ante la Undécima Congregación General del Sínodo

Lunes 18 de octubre por la mañana

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CIUDAD DEL VATICANO, lunes 18 de octubre de 2010 (ZENIT.org).- Publicamos a continuación las intervenciones pronunciadas hoy lunes por la mañana, en la Undécima Congregación general de la Asamblea Especial para Oriente Medio del Sínodo de los obispos.

* * * * *

AUDITORES (IV)

– Hna. Clauda Achaya NADDAF, R.B.P., Superiora del Convento de las Religiosas del Convento de Nuestra Señora de la Caridad del Buen Pastor (SIRIA)

La mitad de la población de la tierra está constituida por mujeres. Casi la mitad de ellas son víctimas de la violencia, la explotación, viven en la pobreza extrema, sus derechos son pisoteados.

Nuestra madre la Iglesia es madre según el ejemplo de María. ¿Podría ella excluir de sus preocupaciones a las mujeres? En el Instrumento de trabajo no se hace mención de cuestiones relativas a las mujeres, en un Sínodo de Oriente Medio donde las mujeres son consideradas de rango inferior.

Quisiera que el Sínodo enunciara propuestas que ayuden a la aplicación de los tratados internacionales en favor de las mujeres en nuestros países árabes.

Las religiosas de Siria asumen tareas importantes en los ámbitos sociales, educativos y pastorales, ellas, sin embargo, están marginadas a nivel de las diócesis y de las parroquias.

Sugerimos:

Hacer que las religiosas participen activamente en los consejos diocesanos y parroquiales.
Apoyarlas en sus actividades pastorales.

Sacar provecho de sus capacidades en ámbito catequístico y contribuir a su formación permanente en el plano pastoral, espiritual, técnico, en sesiones de formación y actualización.

Implementar una pastoral de las vocaciones donde sacerdotes y religiosas trabajen juntos en los movimientos de jóvenes.

[Texto original: francés]

– Hna. Daniella HARROUK, Superiora General de la Congregación de los Sagrados Corazones de Jesús y María (LÍBANO)

– Una acción de gracias

– Un grito de alarma

– Una propuesta

Acción de gracias al Señor por la elección personal de la que me habéis honrado, Santo Padre. Y bien, en este inmenso océano del hombre donde yo navego desde hace 5 días, me alegro de poder hacer oír mi voz, en nombre de las cuatro congregaciones religiosas procedentes de Líbano, Siria y Egipto, con 43 compañeras activas en Jordania y 7 mujeres de Tierra Santa. Lo que nosotros llamamos azar – dice Bernanos – es a lo mejor la lógica de Dios. Alfred de Musset dijo: “golpeate el corazón, es ahí donde está el genio”.

Después de este inicio lírico, lanzo mi grito de alarma: la escuela en Oriente Medio está amenazada, está en peligro en nuestros respectivos países. Les hemos escuchado durante tiempo y hemos seguido con interés sus intervenciones. Por favor, escuchen ahora nuestra llamada angustiada. Como ejemplo, la situación de 192.000 alumnos en las escuelas católicas de Líbano, que es fatal.
Si la Iglesia pierde su papel de Madre y Educadora partiendo de las instituciones educativas, ¿cuándo podrá recuperar o ejercer su misión?

¿Qué salida tendríamos nosotros en Oriente Medio para una juventud privada del Kérygma, en una sociedad donde los valores están en ebullición y la libertad religiosa contestada y presa del fanatismo? ¿Dónde estaría el Líbano plural, convivial y multi-confesional?

Salven la educación y, sobre todo, las escuelas subvencionadas por el estado. Estos estados que no cumplen con sus compromisos a pesar de nuestras reivindicaciones valientes y reiteradas.

En la línea de la Comunión, del compartir y del testimonio, creemos una caja común o, más exactamente, una mutual, para todas las escuelas de Oriente Medio donde Su Santidad, Sus Beatitudes y Ustedes, queridos Obispos, Superiores y Superioras Generales, hagan su contribución, que espero sea substanciosa, generosa y regular, con el fin de asegurar a las familias con medios escasos y a los alumnos de las regiones limítrofes una enseñanza de calidad a todos en la igualdad y la dignidad.

De este modo, la Iglesia Universal y la de Oriente Medio contribuirán en la promoción del hombre por medio de una cooperación en la educación, con una buena administración y una total transparencia.

[Texto original: francés]

– Georges NORADOUNGUIAN, Rector del Colegio Armenio, Roma (ITALIA)

Si la Iglesia es la asamblea de los fieles, y aquí estamos solo clérigos, entonces no somos una iglesia, sino los jefes de nuestras iglesias.

Gracias a nuestra ordenación sacerdotal o consagración episcopal, hemos recibido una gracia de estado, pero desafortunadamente hemos perdido la gracia de estar en contacto directo con nuestros fieles.

De hecho, si observamos los temas tratados, notamos inmediatamente que se trata solo de las preocupaciones de nosotros jerarcas. Tenemos dificultades para relacionarnos unos con otros. Dificultades para entender las condiciones de los países en donde vivimos.

Tengo serias dudas sobre el hecho que los problemas que aquí estamos tratando sean problemas que afectan a nuestros jóvenes. Temo que lo que estamos tratando sea una simple interpretación de aquello que afrontan o viven nuestros fieles, pero sin tratar las causas verdaderas.

Para lograr una solución, no son necesarias interpretaciones o justificaciones algunas, sino más bien un diagnóstico serio de la situación y el estudio de su causa.

Considero que es muy importante dar la palabra a nuestros laicos y, especialmente, a nuestros jóvenes, ya que son los primeros en interesarse en el tema y en nuestros debates.

Su palabra representa muchas ventajas.

1. Con frecuencia les han sido negadas ventajas reservadas a nosotros, hombres de culto, a los gobernantes de nuestros países, por eso los jóvenes tendrían más valor para hablar de sus dificultades con franqueza.

2. Al no tener los subsidios materiales o la seguridad social que nosotros religiosos recibimos, los jóvenes tienen una visión más objetiva y real de la situación de su fe y de las dificultades de sus iglesias.

3. Al no obtener ningún privilegio de estado, tienen menos temor de los “agentes secretos” del país y hablan con mayor valor de nosotros, de nuestros retos cotidianos.

[Texto original: italiano]

– Huda MUSHER, Directora de «Caritas» (JORDANIA)

Puedo participar solamente con la sencillez de una abuela y de forma muy franca.

De este Sínodo esperamos que se vaya más allá de las palabras del pasado y de la realidad de la situación cristiana en Oriente, para llegar a una visión y a un programa claros sobre el modo de afrontar los desafíos de esta realidad y superarlos.

Iniciamos reconociendo la particularidad de la identidad cristiana oriental y la importancia de definirla. De hecho, el cristiano oriental pertenece a la nacionalidad de la propia patria y ha contribuido y contribuye todavía hoy en la construcción de la civilización árabe e islámica, y es también el sucesor de los primeros cristianos en estas tierras.

La particularidad del cristiano oriental exige que se inicie un diálogo interreligioso entre los hijos de un mismo pueblo, antes o al mismo tiempo que el diálogo entre quienes guían el pensamiento, para que desaparezca la ignorancia del cristiano sobre la religión de su hermano musulmán y del musulmán sobre la religión del hermano cristiano.

El cristiano oriental es un laico que entiende la laicidad no como un alejarse de la religión, sino como el rechazo de que un estado se constituya sobre bases religiosas, sean cristianas, islámicas o hebreas.

La particularidad del cristiano oriental exige también que los cristianos celebren juntos sus fiestas, como sucede en Jordania, donde los cristianos festejan la Navidad según el calendario occiden
tal y la Pascua según el calendario oriental, con lo que se consigue que los cristianos compartan sus fiestas y sus sufrimientos. De esta forma son un solo corazón y una unidad sólida. Tengo la fuerte impresión de que la felicidad de Cristo Nuestro Señor será grande si todos los cristianos celebrarán juntos sus fiestas.

Finalmente, el cristiano oriental se percibe como el más adecuado para tratar con Occidente, porque toma una posición partiendo de sus convicciones al defender las causas de su nación y se asume la responsabilidad de llevar el concepto del Islam moderado a todo el mundo. Y no ve en esto una contradicción con su religión y su fe. En Jordania, el cristiano sigue la “Carta de Amman”, del 2003, como base del concepto de un Islam medio moderado.

[Texto original: árabe]

– Paul SAGHBINI, Hospitalario de la Asociación Libanesa de los Caballeros de Malta (LÍBANO)

El futuro de los cristianos en nuestra parte del mundo está condicionado por factores políticos y sociales, sobre los que la religiones tienen una influencia directa. Durante los últimos años, estos factores han causado una emigración masiva proveniente de una comunidad cristiana desmoralizada y cansada de bellas palabras.

En el plano político y echando una mirada general a la región, resulta claro que los cristianos están marginados. Para su futuro, deberían ser los “solos” actores de su historia, olvidando las ayudas exteriores y contando sólo con su fe, su Iglesia, el Vaticano y la Iglesia Universal.

A medio plazo, una condición que podría darles confianza en medio de sus profundas angustias y detener la hemorragia, sería reforzar en el “capítulo de los derechos de la persona”, el “Derecho a la diferencia”.

Este reforzamiento debe permitir a las instancias internacionales indicar y sancionar los países que derogan las reglas, según la discriminación de la que son culpables (las sanciones pueden ser del mismo calibre que las aplicadas en lo nuclear, por ejemplo). Sería necesario igualmente conceder un apoyo claro a los países en los que a las minorías se les concede libertad, sea cual fuere la tendencia política del país.

Mientras tanto, los cristianos deben asumir, del mejor modo posible, sus problemas existenciales. En los ambientes de Oriente Medio se aconseja reforzar y desarrollar el diálogo (sea cual sea la forma) con los musulmanes moderados del tejido social y con los gobernantes.

Este diálogo podría ser en la forma que juiciosamente ha descrito el Sr. Bader (Moussa Abdallah – Argelia) y que ha llamado “diálogo cotidiano”, sin provocación y poniendo de relieve todo elemento común y unificador de la acción.

La experiencia llevada a cabo por la Orden de Malta en el Líbano con las instancias islámicas, ha sido el resultado de un diálogo de este tipo. Cito en particular nuestras acciones comunes con “Dar el Fatwa” para la comunidad suní y (desde hace 20 años) para la “Fundación del Imán el Sadr” para la comunidad chií. Y esto sin contar el 50% de los musulmanes atendidos en nuestros centros médico sociales, gestionados en comunidad por hermanas que pertenecen a congregaciones religiosas católicas y que efectúan más de 160.000 actos médicos por año.

[Texto original: francés]

– Rev.do Raymond Leslie O’TOOLE, S.F.M., Asistente del Secretario General de la «Federation of Asian Bishops Conferences» (F.A.B.C.) (HONK KONG)

La Federación de las Conferencia Episcopales de Asia comprende las regiones del este y suroeste asiático, Asia del sur y Asia central. A veces se refiere a Oriente Medio como Asia occidental, tal y como se ve en la introducción de la Exhortación Apostólica Ecclesia in Asia, del Papa Juan Pablo II.

Debido a que Jesús nació, vivió, murió y resucitó en Tierra Santa, ese pedacito de Asia occidental se convirtió en una tierra de promesa y esperanza para toda la humanidad.

Quisiera tratar los números 55 y 56 del Instrumetum Laboris que hacen referencia a algunas respuestas de los Lineamenta. Estas repuestas sugieren convocar periódicamente (al menos cada cinco años) una asamblea para todo el episcopado de Oriente Medio. En la Relatio ante Disceptationem, leemos: “Esperamos que una asamblea regional reúna al episcopado de Oriente Medio según un ritmo periódico, establecido por el Consejo de los Patriarcas Católicos de Oriente Medio”.

Quisiera resaltar la vital importancia de una asamblea de este tipo para todo el episcopado, en favor de la unidad, diversidad y communio en general.

Permítanme dar un ejemplo vivo y práctico de communio. En India tenemos tres ritos. El siro- malankar, siro-malabar y rito latino. Cada dos años los tres ritos se reúnen en lo que se denomina la Asamblea General de la Conferencia Episcopal Católica de India. En los años 90 Juan Pablo II, de venerada memoria, instauró el sínodo episcopal Siro-Malankar y Siro-Malabar y la Conferencia Episcopal Latina. Antes de ésta, existía una única Conferencia Episcopal, la Conferencia Episcopal de India. Pero el Santo Padre, con gran sabiduría, después de haber creado dos nuevos sínodos orientales y la Conferencia de Rito Latino, insistió en mantener la Conferencia Episcopal de India como una estructura a través de la cual los tres ritos pudieran reunirse regularmente. Una Conferencia Episcopal que es no canónica por naturaleza, proporciona una estructura para la Unidad de los episcopados, especialmente debido a su diversidad. Es un foro de discusión de todos los retos pastorales que se presenten.

En Asia central encontramos otro ejemplo de unidad en la diversidad y de communio- una Asamblea del Episcopado y de los Ordinarios que incluye un delegado de la Santa Sede para los católicos orientales de Asia central. Un sacerdote, el P. Vasyl Hovera que vive en Karaganda, Kazajstán, es el es responsable del cuidado pastoral de los católicos orientales en Asia central. Él forma parte de la Conferencia Episcopal de Kazajstán y participa en todas las asambleas de obispos y ordinarios de Asia central que se reúnen anualmente. Yo he participado en dos de estos encuentros, uno en Bishkek y el otro en Tashkent, en Uzbekistán.

Señalo estos dos ejemplos para recordar lo importante que es para los obispos de todos los ritos el reunirse regularmente. Sugiero que también en Oriente Medio se conforme una estructura permanente, donde el episcopado en pleno se pueda reunir cada dos años, y que ésta sea una valiosa recomendación por parte del sínodo al Consejo de Patriarcas Católicos de Oriente Medio.

Para concluir, quisiera decir que, como simple secretario de los obispos de Asia, recomiendo ampliamente que nuestros secretariados de toda Asia y Oriente Medio estén en contacto permanente con el fin de estrechar lazos, ya que muchos de los retos pastorales a los que nos enfrentamos como Iglesias de Oriente Medio en particular, y como Asia en general, son bastante similares, y nacen del hecho que somos rebaños pequeños en países donde las demás religiones constituyen la vasta mayoría. Y con frecuencia son precisamente los secretariados los que hacen esto posible.

[Texto original: inglés]

– Hna. Marie-Antoinette SAADÉ, Miembro de la Congregación de las Hermanas Maronitas de la Sagrada Familia; Responsable de la Formación y el Noviciado (LÍBANO)

Frente a la amplitud y la diversidad de nuestros múltiples problemas, quisiera reiterar una propuesta práctica relativa a la pastoral de la familia, que ya existe porque, en mi opinión, su realización es posible, mientras otras no lo son: Trabajar juntos como Iglesias de Oriente Medio sobre lo que compone el tejido social y que está en vías de disgregación: la familia, primera y fundamental célula del tejido social e Iglesia doméstica. Notamos hoy día un aumento de parejas separadas, familias desechas y los tribunales ecl
esiásticos dan testimonio de ello.

Es verdad que la cuestión de la familia ocupa y preocupa a la Iglesia y con frecuencia nos lleva a sentirnos impotentes frente a tanto sufrimiento. Si unimos nuestros esfuerzos, en cuanto Iglesias, para ocuparnos de la familia en todas sus dimensiones, creo que podríamos prevenir mucho de su malestar en el seno de nuestras sociedades. Planificar juntos una pastoral de la familia, una pastoral simple, inteligente y eficaz es una contribución considerable para todas las demás pastorales: la de las vocaciones, de los jóvenes, de los enfermos, de los discapacitados, de la tercera edad, de los sacramentos, de la vida cristiana, entre otras.

Para recuperar a las familias que se están disgregando, ¿por qué no crear juntos un centro de acogimiento para las parejas con dirigentes y agentes pastorales calificados, acompañantes que sepan escuchar a las parejas en dificultad, dirigentes que ofrezcan presencia y escucha, consejo y acompañamiento, antes de que lleguen a los tribunales? Es mejor prevenir que curar.

Ofrecer a los padres consejos, algunas veces básicos, pero tan necesarios para la educación de sus niños ya que los desafíos que afrontan son tan grandes que se sienten impotentes y renuncian y, en consecuencia, los daños son múltiples.

Alentar a los jóvenes a entrar en movimientos cristianos de distinto tipo: deportivos, culturales o espirituales, obviamente con acompañantes bien formado y educadores prudentes. Es la mejor prevención contra las tentaciones de la droga y toda otra dependencia malsana.

Encender la fe en la familia, que es el lugar privilegiado donde los niños aprenden a reconocer su identidad y crecen desarrollando sus talentos y facultades humanas y divinas. Porque la fe se adquiere sobre las rodillas de la madre. Ahí se hace la primera catequesis, la más eficaz y durable.

Dar a la mujer su lugar verdadero y justo. ¿No debe la Iglesia estar a la vanguardia en este ámbito, frente a las prácticas difundidas en ciertos ambientes musulmanes en los que la mujer es golpeada, encarcelada, pisoteada, maltratada, sin derechos, nada más que con deberes que la esclavizan? Esto sería un verdadero testimonio.

Reparar juntos el tejido social, promoviendo a la persona humana en el centro de la familia y a partir de ella, me parece la respuesta para una pastoral urgente y eficaz.

[Texto original: francés]

– Harald SUERMANN, Responsable para la Sección Medio-Oriental de «MISSIO» (ALEMANIA)

Los movimientos laicos juegan un papel muy importante, porque dan testimonio de Cristo y de la Bondad de Dios en la sociedad mediante sus acciones y su oración. Ellos lo hacen de una manera directa, como no puede hacerlo el sacerdote, porque están en contacto con aquellos que están lejos de la iglesia.

Su trabajo es misionario. Tienen influencia sobre los diferentes grupos de la sociedad como también sobre el gobierno de un país. Con su compromiso terminan por transformar las instituciones. Mediante su compromiso pueden dar a quienes piensan en emigrar, las razones para quedarse.

No es extraño que los musulmanes se unan a estos movimientos, porque quieren compartir los mismos valores diaconales y algunas veces también los valores espirituales. Estos movimientos son misionarios para con los musulmanes con el fin de construir una sociedad común justa.

Estos movimientos, con frecuencia, -nuevos y viejos, movimientos de renovación o no- están más adelantados con respecto a la jerarquía en campo ecuménico. Son multiconfesionales y no-aconfesionales. Juntos viven los valores cristianos comunes. Ellos esperan de los sacerdotes y de los obispos una dirección espiritual, no una recuperación confesional.

Los obispos a veces lamentan que los movimientos no respetan la cultura y las tradiciones. Pero hay un aspecto muy importante. La alternativa no es entre lo tradicional, inculturado y confesional o moderno, multiconfesional y sin vínculos con las tradiciones locales. El objetivo debe ser el de salir juntos para hacer surgir del tesoro de las tradiciones aquello que permite construir juntos y de manera creativa un futuro justo y cristiano. Esto supone un nuevo espíritu ecuménico.

Sería útil formar un grupo de sacerdotes y obispos de diferentes Iglesias y de miembros de movimientos para explorar juntos el tesoro de las tradiciones con el fin de encontrar aquellas que son útiles.

[Texto original: francés]

[Documentos distribuidos por la Secretaría General del Sínodo]

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ZENIT Staff

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