La “Viña de Raquel” acompaña a mujeres que han abortado

Un programa surgido en Estados Unidos y que ahora llega a Europa

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Por Elizabeth Lev

ROMA, domingo 14 de noviembre de 2010 (ZENIT.org).- En 1767, los misioneros europeos se dirigieron a California para llevar un mensaje de esperanza y amor a través del Evangelio; 250 años después, aquellas semillas han vuelto al Viejo Continente para dar fruto.

Monika Rodman, originaria de la zona de la Bahía de San Francisco, se estableció a la Italia meridional en 2007 llevando consigo La Viña de Raquel, un ministerio concebido para mujeres que han realizado un aborto.

Tuve la suerte de encontrar a esta pionera del Nuevo Mundo a principios de octubre durante el Congreso Mundial de Oración en Roma, donde hacía publicidad del retiro de La Viña de Raquel, del 5 al 7 de noviembre en Bolonia.

En Estados Unidos, donde se han llevado a cabo más de 50 millones de abortos desde cuando la decisión de la Corte Suprema de 1973 Roe vs. Wade legalizó esta práctica, la cuestión del aborto es muy discutida y es un potente argumento político. El negocio multimillonario del aborto ejercen presiones sobre el Gobierno para su financiación, y está omnipresente en forma de clínicas en cada ciudad estadounidense.

Italia legalizó el aborto en 1978. A mitad de los años 80, había una media de 230.000 abortos al año. El número ha disminuido en los años 90, llegando a cerca de 130.000. Técnicamente el aborto es legal solo en el primer trimestre del embarazo, con excepciones para abortos en el segundo trimestre por anomalías fetales destinadas a tener graves consecuencias psicológicas sobre la madre. Los italianos discuten raramente sobre el aborto, y un partido político no se fundaría no nunca partiría desde esta cuestión.

A pesar de las diferencias en el discurso social que rodea al aborto, Monika Rodman ha revelado un aspecto común: las mujeres que han efectuado un aborto estaban solas, sufrientes y desatendidas a un lado y a otro del océano.

Rodman subrayó que la omertà reina no solo en las zonas en las que la mafia es particularmente influyente, sino también en la cultura del aborto.

“Tus amigos favorables al derecho al aborto dicen ‘Olvídalo’, y tu, naturalmente, temes la condena de quienes se definen pro-vida”, dice Rodman. “De una forma o de otra, las mujeres que han realizado un aborto se han cuenta pronto de que la suya es una pérdida indescriptible y un dolor que tienen que esconder”.

Esto, afirma, es aún más válido en Italia, donde “muchas personas viven con su familia de origen, en la que el argumento no debe nunca discutirse”.

“El aborto es una herida universal, y es difícil de curar”, comenta Monika Rodman, que ha trabajado durante 12 años en el proyecto de La Viña de Raquel en Oakland, California, antes de establecerse en Puglia. El silencio que rodea al aborto hace que la herida se agudice en lugar de curarse, destruyendo a menudo familias, matrimonios y relaciones con Dios.

Rodman observa también algunos contrastes interesantes. A diferencia de Estados Unidos, donde solo el 20% de los abortos se produce en mujeres casadas, en Italia dos terceras partes son realizados por mujeres casadas. Este trauma de la muerte de un hijo crece a pesar de la negación, dado que la pareja no habla nunca de ello, y este hecho persiste por tanto de forma subterránea, dañando a menudo la base del matrimonio.

Otro caso típicamente italiano es el de las madres que presionan a las hijas solteras a que aborten porque son “demasiado jóvenes” y no quieren que dañen sus propias posibilidades de matrimonio o de carrera. Tras el trauma del aborto, la madre y la hija seguirán viviendo juntas, a menudo durante años, con un resentimiento inexpresado que crece entre ellas.

En Italia los abortos se realizan sobre todo en los hospitales, y los cubre el sistema sanitario estatal. Estos procedimientos tienen lugar en la misma planta de maternidad, por lo que las mujeres que han efectuado un aborto ven a las nuevas madres felices entrar y salir del edificio, aumentando su propio dolor.

Para Rodman, en Italia las estadísticas sobre el aborto no están muy cuidadas, dado que muchos son efectuados ilegalmente o fuera de los parámetros de la ley (por ejemplo, pagándolos en contante en una clínica privada). Algunas mujeres quieren evitar el periodo de espera de siete días, otras tienen miedo de ir a un hospital público temiendo ser reconocidas. Estas mujeres están aún más aisladas de la asistencia y la curación.

Monika Rodman organiza retiros para mujeres italianas que se han sometido a un aborto. Aunque hasta ahora se han llevado a cabo solo en el norte de Italia, en ellos han participado también mujeres llegadas del centro y del sur. El team del retiro incluye a un psicólogo y un sacerdote, y el método de La Viña de Raquel ofrece ejercicios de Escritura y sobre los sacramentos, así como un servicio conmemorativo para el niño no nacido. Durante este periodo de reflexión, oración y de compartir experiencias con otras mujeres y hombres que viven el mismo sufrimiento, muchos emprenden el largo camino de la curación.

La Viña de Raquel ha sido saludada con aliento por muchas diócesis italianas y ha encontrado un fuerte aliado en la red italiana de los centros de escucha católicos, fundados como alternativa a los centros de planificación familiar surgidos en los años 70. Las mujeres contactan a Monika Rodman a través de su sitio Internet y porque han escuchado hablar a amigos, clero, centros católicos de escucha y de ayuda al embarazo. Habiendo comprendido la naturaleza particularmente privada del aborto en Italia, Rodman da gran importancia a la discreción.

Su apostolado italiano no está solo alimentado por el amor, sino que ha sido provocado por el amor. Su matrimonio con Domenico Montanaro en 2007 la llevó a Italia, y trajo también a su marido a la Viña de Raquel.

Su marido, su mayor apoyo, se sorprende de su defensa apasionada y de su comprensión. Como diría Virgilio, Omnia vincit amor.

 

Más información en http://www.rachelsvineyard.org/spanish/index.htm

 

[Traducción del inglés por Inma Álvarez]

 

 

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ZENIT Staff

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