El Papa pide al mundo un “autentico espíritu de paz”

Y a los cristianos, que no cedan al desánimo ni a la resignación

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CIUDAD DEL VATICANO, sábado 1 de enero de 2011 (ZENIT.org).- En un mundo en el que los cristianos siguen siendo víctimas de ataques sangrientos, el Papa Benedicto XVI ha pedido un “auténtico espíritu de paz” y el valor para afrontar las dificultades.

Así lo afirmó durante la homilía de la Misa que presidió en la Basílica vaticana hoy 1 de enero, Solemnidad de Santa María Madre de Dios y XLIV Jornada Mundial de la Paz, recordando que esta última se ha convertido ya en una “tradición consolidada” en la Iglesia.

“Es bueno comenzar una nueva etapa del camino poniéndose con decisión en el camino de la paz”, afirmó el Papa, queriendo recoger “el grito de tantos hombres, mujeres, niños y ancianos víctimas de la guerra, que es el rostro más horrendo y violento de la historia”.

“Ante los trágicos acontecimientos que marcan la historia, ante las lógicas de guerra que por desgracia aún no están superadas del todo, sólo Dios puede tocar en lo profundo el alma humana y asegurar esperanza y paz a la humanidad”, constató el Papa.

La paz, subrayó, “hunde sus raíces en el misterio de Cristo”, pero es también “un valor humano que realizar en el plano social y político”.

En este contexto, la humanidad “no puede mostrarse resignada a la fuerza negativa del egoísmo y de la violencia; no debe acostumbrase a conflictos que provocan víctimas y ponen en riesgo el futuro de los pueblos”. 

“Frente a las tensiones amenazadoras de este momento, especialmente frente a las discriminaciones, a los abusos y a las intolerancias religiosas, que hoy afectan de modo particular a los cristianos (cfr ibid., 1), dirijo una vez más una invitación apremiante a no ceder al desaliento y a la resignación”, declaró el Pontífice, exhortando a todos a rezar “para que lleguen a buen fin los esfuerzos emprendidos por muchas partes para promover y construir la paz en el mundo”.

Para llevar a cabo esta “difícil tara”, añadió, “no son suficientes las palabras”, ni “el compromiso concreto y constante de los responsables de las naciones”, sino que es necesario “sobre todo que cada persona esté animada por un auténtico espíritu de paz”.
El ejemplo de María

Benedicto XVI prosiguió su homilía recordando que esta Jornada Mundial de la Paz, que se celebra cada año desde 1968 en nombre de la Madre de Dios, manifiesta que esta paz, que “es el don mesiánico por excelencia”, llegó a través de María.

María, afirmó el Papa, “es verdadera Madre de Dios precisamente en virtud de su relación total a Cristo. Por tanto, glorificando al Hijo se honra a la Madre, y honrando a la Madre se glorifica al Hijo”. 

El título de “Madre de Dios” celebrado por la liturgia “subraya la misión única de la Virgen Santa en la historia de la salvación: misión que está a la base del culto y de la devoción que el pueblo cristiano le reserva”. 

“María de hecho no recibió el don de Dios sólo para sí misma, sino para traerlo al mundo: en su virginidad fecunda, Dios dio a los hombres los bienes de la salvación eterna”, y “ofrece continuamente su mediación al Pueblo de Dios que peregrina en la historia hacia la eternidad, como antes la ofreció a los pastores del Belén”. 

“Ella, que dio la vida terrena al Hijo de Dios, continua dando a los hombres la vida divina, que es Jesús mismo y su Santo Espíritu. Por esto se la considera madre de cada hombre que nace a la Gracia y al mismo tiempo es invocada como Madre de la Iglesia”, concluyó el Papa.

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ZENIT Staff

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