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Tendencia a la maternidad de alquiler

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Por el padre John Flynn, L. C.

ROMA, domingo 6 de febrero de 2011 (ZENIT.org). – Las madres de alquiler y los famosos volvieron de nuevo a acaparar los titulares con la noticia de que Nicole Kidman y Keith Urban tenían una nueva hija, nacida el 28 de diciembre de una madre de alquiler.

Una noticia que siguió a la información de que Elton John y David Furnish fueron padres de un niño el día de Navidad. Como observaba el 4 de enero ABC News, se unen a una larga lista de famosos que han utilizado a madres de alquiler para tener hijos. El catálogo incluye a parejas como Sarah Jessica Parker y Matthew Broderick, el actor Neil Patrick y David Burtka, y la estrella de fútbol Cristiano Ronaldo.

El caso de Nicole Kidman y de Keith Urban atrajo la atención de los comentaristas debido a la declaración hecha pública por la pareja en la que daban las gracias a la “portadora gestacional”. Melinda Tankard Reist, en el periódico The Australian, criticaba la expresión por unir tanto la cosificación de los cuerpos de las mujeres como la comercialización del parto.

En su artículo del 19 de enero, sostenía que este lenguaje impersonal arrebata la humanidad de la mujer que tuvo al niño, y niega también la intensa relación entre una madre y el hijo que se desarrolla durante el embarazo.

Miranda Devine, escribiendo en el Daily Telegraph de Sydney del 19 de enero, también criticaba con dureza la expresión utilizada: “Aunque se le haya pagado, como ocurre con la mayoría de las madres sustitutas en Estados Unidos, lo que ha hecho ha sido un acto de enorme generosidad personal, y no debería menospreciarse con palabras equívocas que buscan deshumanizar la relación humana más íntima”.

Accesorio

Devine explicaba que se sentía incómoda con la actual moda de bebés de madres de alquiler, como si fuera una especie de accesorio de moda, o en el caso de las parejas homosexuales, una declaración política.

Michelle Higgins, en un comentario publicado por el Sydney Morning Herald del 21 de enero, comprendía el dolor de las mujeres estériles, pero se oponía a términos como criadora o portadora gestacional. Sí que importa nuestra elección del lenguaje para describir la maternidad de alquiler, mantenía, y tiene su impacto en quienes participan.

Desde Inglaterra, en un artículo publicado en el periódico Guardian el 21 de enero, Yvonne Roberts defendía que la maternidad es mucho más que una rama de la industria al por menor. Poner vientres en alquiler es simplemente algo deshumanizante, señalaba.

Se puede decir que una mujer ha escogido ser una madre de alquiler por su propia voluntad, pero esto presupone que vivamos en una sociedad sin graves diferencias en cuanto a autoridad e ingresos. Hay “algunos rincones del alma en los que quienes tienen las carteras llenas no deberían entrar”, añadía Roberts.

Otros comentaristas, sin embargo, salieron en apoyo de la maternidad de alquiler. Letitia Rowlands, el 22 de enero en el Daily Telegraph, sostenía que resultaba un final feliz para las parejas que de otra manera no podrían tener hijos.

En Australia, las madres de alquiler sólo pueden recibir el pago de sus gastos médicos, pero Rowlands se mostraba a favor de comercializar esta práctica de manera que las parejas desesperadas por tener hijos tengan más oportunidades.

Dos artículos más, publicados al día siguiente, en la edición dominical del Daily Telegraph, también defendían la maternidad de alquiler. Claire Harvey la denominaba “extraordinario regalo de amor”. Las madres de alquiler ofrecen compartir sus dones de buena salud y fertilidad en beneficio de quienes no tienen tanta suerte, afirmaba. “Es un regalo deliberado de compasión, paciencia y amor de una mujer a otra”.

Tracey Spicer contaba sus propias dificultades para concebir y afirmaba que hay miles de mujeres que sufren del problema de infertilidad, pero reconocía que, en algunos casos, como cuando se contratan mujeres de países como la India para dar a luz para parejas occidentales, hay injusticia.

La referencia de Spicer a la India toca uno de los puntos sensibles del tema de las madres de alquiler. El 10 de diciembre pasado, el Wall Street Journal publica un largo artículo sobre la nueva industria de producción de bebés utilizando mujeres de países de renta baja.

PlanetHospital, por ejemplo, utiliza a mujeres de países como Bulgaria y hace que den a luz en Grecia, donde los impuestos para operar son más bajos. O tienen lo que denominan el “ramillete indio” – un paquete ideal que combina donantes de óvulos y trasferencia de embriones a múltiples madres sustitutas en la India.

Por un extra, PlanetHospital dividirá los óvulos de la misma donante para fertilizarlos con espermas diferentes, o dejará que las parejas escojan el sexo de su hijo. Desde el 2007, la organización ha facilitado cerca de 459 nacimientos.

Derechos y pago

La utilización creciente de la maternidad de alquiler ha hecho estallar, sin embargo, toda una serie de batallas judiciales. En Inglaterra, donde pago por encima o por debajo de lo sería necesario para cubrir los costes médicos supuestamente no está permitido, un juez ponía en duda recientemente la forma en que se han interpretado las leyes.

En una sentencia, el juez Hedley afirmaba que no estaba claro el derecho a pagar por la maternidad de alquiler, y ha permitido a una pareja británica quedarse con su hijo recién nacido aunque no hayan pagado más de lo que la ley denomina “gastos razonables” a la madre de alquiler norteamericana, informaba el 8 de diciembre el London Telegraph. El juez interpretaba que la ley se aplica sólo al “caso clarísimo” de maternidad de alquiler para obtener beneficios.

En Estados Unidos, el Tribunal Supremo de Connecticut sentenciaba que la parte no genética de un bebé nacido a través de la maternidad de alquiler se le podría conceder los derechos de paternidad legal, informaba el 20 de enero ABC News.

Anthony y Shawn Raftopol se casaron legalmente en Massachusetts en 2008, y sus hijos gemelos nacieron gracias a un óvulo donado y a una madre de alquiler. Viven en Holanda y estaban preocupados por el hecho de que Shawn, que no es el padre biológico, viaja con los niños y podría ser acusado de hacer tráfico con ellos a través de las fronteras internacionales.

La corte dictaminó sobre las objeciones de las autoridades de Connecticut y declaró que no había necesidad de pasar por un proceso de adopción y que Shawn podría ser incluido en los certificados de nacimiento.

Poco tiempo después, el Tribunal Familiar de Melbourne, Australia, adoptaba una conclusión similar, informaba el 22 de enero el periódico Herald Sun.

Una pareja homosexual que había pagado a una madre india para dar a luz a dos niñas gemelas buscó el pleno status legal para el padre no genético.

“Aunque según el derecho la palabra ‘padre’ tiende a sugerir alguna conexión biológica, la biología en realidad no importa; todo tiene que ver con la responsabilidad parental”, decidía el juez Paul Cronin.

Algunas veces las madres sustitutas no quieren entregar los niños una vez nacidos, lo que lleva a enfrentamientos legales. Uno que se resolvió recientemente del lado de la madre que dio a luz tuvo lugar en Gran Bretaña donde a una madre sustituta que no se nombraba se le permitió quedarse con el niño. El juez Baker explicaba en su sentencia que el niño debería quedarse con su madre biológica puesto que era el mejor interés del mismo, informaba el 23 de enero el periódico Telegraph.

Ilícito

En el documento del 2008 Dignitas Personae sobre cuestiones de bioética, la Congregación para la Doctrina de la Fe reafirmaba la oposición de la Iglesia a la utilización de madres de alquiler
.

Confirmaba lo que Donum Vitae había establecido 20 años antes. En aquel documento la Iglesia explicaba que cualquier técnica natal que implique a otras personas que no sean la pareja casada es inaceptable y “contraria a la unidad del matrimonio y a la dignidad de la procreación de la persona humana”.

También señalaba que es una negación del “derecho de los hijos a ser concebidos y traídos al mundo en el matrimonio y por el matrimonio”.

La naturaleza del vínculo existente entre los cónyuges “atribuye a los esposos, de manera objetiva e inalienable, el derecho exclusivo de ser padre y madre solamente el uno a través del otro”, añadía. No se trata de negar en modo alguno el dolor de una pareja que no puede tener hijos, sino que las madres de alquiler resuelven un problema creando muchos otros.

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ZENIT Staff

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