ROMA, miércoles 23 de febrero de 2011 (ZENIT.org).- La chispa la encendió el pasado 4 de enero Mohamed Bouazizi, joven tunecino de 27 años, cuando decidió quemarse “a lo bonzo” públicamente, en protesta por una actuación injusta de la policía al incautarle su único medio de vida.
Las protestas, que pasarán a la historia con el nombre de “Revolución de los jazmines” provocaron el final del régimen de Zine El Abidine Ben Ali, quien tuvo que abandonar el país.
Rápidamente, el movimiento se extendió a Egipto, donde un millón de personas manifestándose durante días en la plaza Tharir de El Cairo (la “Revolución de los jóvenes”), forzaba el pasado 11 de febrero la dimisión de Hosni Mubarak.
En estos últimos días se suceden las protestas, con represiones más o menos violentas, en Marruecos, Argelia, Yemen, Iran y Libia, país este último donde el régimen de Gaddafi ha llegado a utilizar armas militares para sofocar las manifestaciones.
Para el padre Samir Khalil Samir, jesuita natural de Egipto, profesor de teología e islamología en el Pontificio Instituto Oriental, y uno de los mayores expertos del mundo en diálogo entre cristianos y musulmanes, este movimiento supone una “primavera” en el mundo árabe, un paso más hacia la democratización de estos países.
Sobre esta cuestión concedió esta entrevista a ZENIT.
– ¿Qué lectura hace de las recientes manifestaciones en Egipto, que han derrocado el régimen de Mubarak, pero también de las de Túnez, Argelia, Irán y en las últimas horas en Libia, pidiendo el final de los viejos regímenes?
P. Samir Khalil Samir: Estos movimientos han nacido más o menos de forma espontánea, se observa que hay una mayoría más bien de jóvenes, no hay ni partidos políticos ni grupos organizados. Es una reacción masiva, del pueblo.
Un segundo punto común a todos estos movimientos es que se dirigen contra regímenes que duran desde hace décadas, como es el caso de Túnez (21 años), Egipto (casi 30 años), Libia (42 años), Yemen (21 años), etc… Todo esto casi por todas partes, quiere decir que la gente está harta, quiere un cambio y se manifiesta así: “¡Vete!”. Los lemas en árabe dicen irhal (ارحل), que significa “¡Vete!”, como diciendo “¡Basta ya!”. Incluso el movimiento de oposición a Mubarak se llama en árabe “Basta”, kefaya! .
El tercer aspecto que me impresiona, también común a todos estos países, es la motivación, que es esencialmente la de poder encontrar un trabajo, fundar una familia, y vivir con un mínimo de decencia. En el caso de Túnez todo partió de este joven tunecino que había estudiado y no encontraba trabajo, al final decide, con los pocos recursos que tenía, comprar un poco de verdura para venderla por la calle. Y he ahí que la policía llega y le dice: “Tu no tienes un permiso” y se lleva toda la mercancía. Su vida trunca de ul golpe, así, cuando estaba luchando para vivir, y entonces se quemó vivo. Y esto es lo que ha suscitado un movimiento tal en Túnez.
En egipto nos encontramos con casi 30 millones de egipcios que viven con menos de dos dólares al día, lo que no permite vivir ni siquiera con sencillez. Y esta situación se encuentra por todas partes.
Entretanto, está el fortísimo contraste con los responsables, con los gobernantes, que no es que no tengan problemas de vida, sino que llevan una vida lujosa, hemos sabido que son riquísimos, que tienen no millones de dólares, sino miles de millones. Hasta ahora se ha aceptado todo, pero ahora ha llegado la reacción: no se puede, no es justo.
Una cuarta característica que me ha sorprendido es que no ha habido agresividad, como habitualmente sucedía, contra nadie. Quiero decir que no se ha atacado a América, no se ha pisado la bandera americana o la israelí, simplemente la gente se preocupaba por su suerte concreta. Y no se ha intentado matar o encarcelar a los jefes del Gobierno: se les condena pero se les deja irse. Queda como un movimiento que no es contra alguien, sino por la vida, por una vida más decente, más digna.
Todo esto me hace decir que es una verdadera primavera que se anuncia en el mundo árabe y que esperamos que desemboque en algo positivo.
– ¿Se trata del inicio de un camino hacia la democratización o en cambio podría dar el poder a los radicales?
P. Samir Khalil Samir: Yo me inclino a decir que vamos hacia una mayor democracia. Viendo las fotos y los videos está claro que no son jóvenes manipulados por movimientos radicales, por extremistas. En Egipto estaba bastante claro, por ejemplo musulmanes y cristianos iban de la mano, y los extremistas no han conseguido poner a unos contra otros. No lo han conseguido los políticos, han desaparecido. Han intentado un poco hacer una contrarrevolución, y después se han ido. No son en modo alguno extremistas radicales.
Había una atmósfera casi de fiesta, como una fiesta popular. Ellos desean, me parece, más democracia. Hay un hecho que en Europa, en Occidente, no se advierte, y es que la gente en el mundo árabe es consciente, y lo escriben todos los días, de que el mundo árabe está muy mal. Que estamos entre los peores del mundo. Este sentimiento está muy difundido entre los intelectuales: qué hemos producido para el bien de la humanidad. Y hay una aspiración a poder vivir como en los demás países.
La gente es muy consciente de Europa, el mundo árabe está muy cerca de Europa, todos tienen parientes que viven en Francia, en Alemania, en Italia, en Bélgica, en Inglaterra, etc, y saben que aquí la vida es distinta. Saben que allí, a pesar de las dificultades económicas, hay más justicia, que si uno tuviese que ir a un hopital para una intervención, puede ir aunque sea pobre: el sistema democrático europeo lo permite, aunque no pague. Sabe que será defendido por un abogado, aunque no pueda pagar… La justicia funciona tanto para los pobres como para los ricos, ¡o casi!… todo esto lo saben por amigos, o también por internet, que la gente ve cada vez más, o lo oye decir a otros amigos. Esto está creando un fortísimo llamamiento a la democracia. Por esto creo que los movimientos radicales (sean religiosos, comunistas u otros) no son representativos en esta revolución. Y no están representados.
-El documento Imam e intellettuali egiziani: Rinnovare l’Islam verso la modernità [Imanes e intelectuales egipcios: Renovar el islam hacia la modernidad, n.d.r.] ha suscitado mucho interés en internet. En un día fue publicado por más de 12.400 sitios árabes. En ese documento se habla de separación entre religión y Estado, de redimensionar el papel de las mujeres, entre otras novedades. ¿Este documento es simbólico respecto al ánimo de las manifestaciones?
P. Samir Khalil Samir: El documento citado por Asianews al que se refiere lo envié yo, salió el 24 de enero, es decir, un día antes de esta revolución [en Egipto, n.d.r.]. No estaba calculado así. Suscitó como usted dice un gran interés, en pocas horas lo encontré en 12.400 sitios árabes, suscitando más de 160 respuestas en el foro de la revista semanal. Después la revolución centró la atención sobre otras cosas. Por ello después del 25 hay pocas intervenciones en estos sitios, tenemos la cabeza en otras cosas.
Pero también en estos movimientos, la separación entre religión y Estado aparece siempre de nuevo, no es solo en el documento con los 22 puntos. ¡Es una petición en todas partes! Estaba leyendo precisamente ahora un foro tunecino sobre la laicidad, y la mayoría de las intervenciones es para decir “soy favorable a una verdadera laicidad en Túnez”. Algunos responden: “pero Túnez es bastante laica”, y la respuesta es: “sí, pero en algunos puntos no e
s laica, no da la libertad de no practicar la religión abiertamente”, “en las herencias no trata por igual a hombres y mujeres”, cosas parecidas.
Quiero decir, este deseo de distinguir entre las dos es generalizado. La religión es algo bueno en sí y no queremos obstaculizarla, pero que se quede en su campo, como algo más bien privado, que no entra en las leyes del Estado. En cambio los derechos humanos, ¡estos sí! La gente empieza a distinguir entre la religión, que tiene principios éticos, y los derechos, que son la base fundamental de la vida, tanto individual como de grupo. A los derechos humanos, dicen aquí, no podemos renunciar. Y si la ley religiosa fuese contra los derechos humanos, entonces preferimos los derechos humanos antes que la sharia. En esta línea veo que se expresa cada vez más gente. Yo creo que esta es una toma de conciencia más generalizada sobre los derechos humanos, sobre la verdadera democracia y sobre la libertad.
-Una de las “sorpresas” de este movimiento civil ha sido la participación tanto de musulmanes como de cristianos, ¿cómo valora usted esto?
P. Samir Khalil Samir: Es algo que me ha sorprendido, sobre todo en Egipto. En Egipto hay un 10% de cristianos, y a primeros de enero tuvo lugar esa tragedia en la que murieron 23 cristianos en una iglesia. Y sin embargo, tres semanas después vemos juntos a cristianos y musulmanes, mano en la mano, que elevan la cruz y el Corán, o que llevan símbolos, por ejemplo una bandera con una gran cruz y una gran media luna, o también un musulmán que reza en la tierra sobre la bandera egipcia, depositando delante las gafas de sol marcadas con la cruz y la media luna. O también cuando el viernes los musulmanes, delante de los carros armados, se arrodillaron a rezar, mientras que los cristianos, los coptos, les rodeaban para protegerles, haciendo una cadena con las manos. Son todos gestos de solidaridad. Las pancartas escritas decían: “Musulán y cristiano, una sola mano”, o también “Musulmanes y cristianos unidos contra el Gobierno”.
Creo que esto también depende del hecho de que es un movimiento de jóvenes. Los jóvenes ya no quieren vivir en el odio, están hartos también de estos conflictos de sus padres, de la generación más anciana, y les dicem “¡dejadnos en paz!”. No quieren arrastrar esas luchas en sus vidas. Creo que este es el trasfondo, la gente quiere vivir en paz, construir su propia familia, su pueblo, tener una nación más abierta, más evolucionada.
– Según usted, ¿es posible la separación entre religión y Estado en estos países, o se necesiraría más tiempo para formar las conciencias?
P. Samir Khalil Samir: Hará falta un poco de tiempo, pero progresa, va adelante. Por ejemplo, estaba leyendo otro artículo de una mujer saudí, que se basaba en un hecho de la historia, que es que Aisha, la joven esosa de Mahoma, en una de las guerras famosas, iba en camello y lo conducía sola, para animar a los hombres de su tribu en la guerra. Y entonces la periodista saudí escribía diciendo: “la joven Aisha conducía el camello sola y no necesitaba de hombres, y nosotras las mujeres de hoy, después de 14 siglos, no podemos conducir el coche. ¡¿Donde estamos?!”.
Ante esto hay imanes que responden: “esta quiere reinterpretar toda la religión”, y la critican, y otros que responden: “¿en qué se equivoca? Si no estáis de acuerdo, explicad el porqué”. Ya a través de internet, a través de estos continuos debates que están abiertos a todos, hay un camino que se está haciendo en el mundo musulmán. La gente se pregunta “¿por qué tenemos que aceptar esto? El fundamento de todo es la paridad, Dios ha creado a todos iguales. Por qué no podemos avanzar en esta idea”, etc.
Internet está modificando las mentalidades, acercando a los hombres unos a otros. La verdadera globalización no es a través de la economía, es a través de internet. Es allí donde los jóvenes de América y los del Yemen pueden acercarse unos a otros, y tener opiniones no idénticas, pero cercanas.
– Precisamente uno de los retos, junto a la cuestión de las minorías, sería el papel de la mujer en los países islámicos. ¿Qué persepctivas hay en este momento?
P. Samir Khalil Samir: Hay dos corrientes que luchan, hay una corriente de mujeres, apoyadas también por hombres, que dicen que no son ni superiores ni inferiores a los hombres, sino iguales, y no aceptan que la mujer no pueda hacer esto o no pueda hacer lo otro, pues se ven mujeres en todos los sectores de la vida en otros países, y se preguntan “¿por qué no entre nosotros?”. Esta corriente es cada vez más fuerte.
Contra ella está la corriente más bien religiosa, que dice que Dios estableció entre el hombre y la mujer una diferencia de cualidad, porque como dice el Corán los hombres son un grado superior a las mujeres (wa-fîmâ baynahumâ daragah) porque Dios prefirió los hombres a las mujeres. Y las mujeres responden sí, pero la preferencia en este versículo está motivada por el hecho de que el hombre es el que mantiene a la familia. Pero esto hoy en día ya no es verdad, porque hay mujeres que mantienen a sus familias. Por tanto no es un hecho en la naturaleza del hombre o de la mujer, sino que es un hecho sociocultural.
Y es en esta línea que las cosas están cambiando, aunque lentamente, en algunos países. Y no hay duda de que hemos visto a Benazir Bhutto en Paquistán, que era Jefe de Estado, y en otros países muchas ministras que son mujeres notables, también premios Nobel como en Iáan… Hay una mayor conciencia de que si se le da a la mujer la libertad de actuar, puede ser incluso superior a los hombres. Pero no es fácil, es una lucha que durará aún unas décadas.
– ¿Cuáles son las perspectivas de este «68 islámico», salvando las distancias?¿Especialmente para los cristianos? per i cristiani? Por ejemplo, el patriarca Antonios Naguib está llamando a los católicos a implicarse en la vida pública.
P. Samir Khalil Samir: Como decía antes, esta es una primavera en el mundo árabe. Sería absurdo que los cristianos se quedaran fuera, porque verdaderamente, sin falsa apología, tenemos ya todos estos principios, en la letra y en el espíritu del Evangelio: el de la apertura al otro, de la búsqueda de la justicia y de la paz, y quizás el musulmán pueda decir lo mismo.
Por tanto es seguro que esta corriente propone una sociedad que corresponde más a los criterios evangélicos que las sociedades precedentes. Y por tanto, ¡bienvenidos, cristianos! Si, teniendo un apoyo tan fuerte de la propia fe, van junto con los musulmanes y no forman un movimiento aparte, si luchan por más justicia, por más democracia, por más libertad, por más igualdad entre todos, una igualdad que no haga distinciones entre los sexos, la raza o la religión, que no ponen al creyente por encima del no creyente o el musulmán por encima del cristiano, ¡entonces serán bienvenidos!
Este es el principio, y dado que la paz es el fundamento de la sociedad civil y que la paz no existe sin la justicia, y que la justicia supone también saber perdonar… todos estos son principios qye escuchamos todos los días en la Iglesia, y que han sido repetidos tambuén por los sumos pontífices, todos estos principios son válidos también para los musulmanes. Y creo que es la ocasión para la nueva generación, cristianos, musulmanes, ateos, no importa, es la ocasión para decir: nosotros luchamos por los derechos de la persona humana, y queremos proponer, todos juntos, un proyecto de sociedad nueva. En este sentido, me parece, va esta revolución, esta primavera del mundo árabe.
– Por tanto, en conjunto, usted ve positivamente lo que está sucediendo.
P. Samir Khalil Samir: Soy muy optimista, optimista con realismo, en el sentido de que hay un interrigante: hasta que no haya un gobierno claro que se sepa en qué línea decide ir, mientras no haya una organización identificable, no se podrá es
tar seguro. Se necesitan estructuras. Por el momento estamos aún en la fase de la explosión, del descubrimiento. Espero sin embargo que se pase rápidamente a una sociedad fundada sobre estos principios que hemos enunciado.
Por Inma Álvarez