ROMA, 11 de abril de 2011 (ZENIT.org).- “Juan Pablo II. La biografia”. Este es el título del libro escrito por Andrea Riccardi, che como él mismo reveló se debió a la dificultad que tuvo para encontrar un título. “Del sufrimiento a la esperanza”, “De Polonia al mundo” fueron algunos de los fracasados intentos. A este punto el editor sugirió llamarlo simplemente: la biografía, lo que a Riccardi le parecía un poco pretencioso.
Pero ante la impresión que Juan Pablo II supera por todos lados cualquier libro, el fundador de la comunidad de Sant’Egidio no se desanima y confiesa que la eventual tentación es “la de escribir algún otro libro más”.
Pero la idea que pueda ser una enciclopedia, avanzada por el cardenal Leonardo Sandri no le convence y prefiere que sea “solamente un libro de historia” porque “he intentado pintar una imagen”.
Estas y muchas otras fueron las confidencias e ideas que emergieron durante la presentación del volumen que se realizó ayer lunes en Roma, en la embajada de Italia ante la Santa Sede, con intervenciones como la del cardenal Leonardo Sandri, prefecto de la Congregación para las Iglesias Orientales, el subsecretario de la Presidencia del Consejo de Ministros de Italia, Gianni Letta y el portavoz emérito del vaticano, Joaquín Navarro Valls.
El encuentro fue moderado por el embajador de Italia ante la Santa Sede, Francesco Greco.
“Cada día querría agregar una página – prosigue Riccardi – no para añadir anécdotas, sino porque parecería que faltara algo, ya que Juan Pablo II no solo tuvo un larguísimo pontificado, sino también una vida polifacética.
Y porque “como dijo el doctor Navarro Valls, su mensaje tiene que ser leído en el contexto de la Europa y del mundo de entonces. De lo contrario no se entiende ni su grandeza ni la realidad”.
El libro muestra a Juan Pablo II “en cuanto personaje de la historia contemporánea, en cuanto y no solamente como una gran figura del pontificado romano, pero del humanismo del novecientos. Un protagonista del pensamiento y de la situación social, espiritual y política”.
Y el profesor universitario le agradeció al cardenal Sandri por “su lectura apasionada que hizo revivir alegrías, fatigas, oscuridades, y la belleza de los grandes días de Juan Pablo II”.
El cardenal Sandri reconoció las dificultades y límites en una obra de este tipo porque “Juan Pablo II era enteramente humano porque era profundamente de Dios, y por este motivo supera cualquier esquema que podamos hacernos. Estamos delante de una persona a la que Dios dotó de tantos dones: idiomas, su figura física, y además un hombre de estudio y cultura, sobre el cual se posó el oficio de Pedro».
El purpurado afirmó que se sentía tentado de definir el libro presentado como “una enciclopedia sobre Juan Pablo II” porque a los datos históricos “se asocia el análisis objetivo del magisterio y la lideranza de Juan Pablo II. Nos ofrece un compendio de la vida pero además de la doctrina y las elecciones que hizo”.
El volumen aborda temas “y los acompaña con bibliografía y convicciones que el autor maduró con conversaciones e ideas que le confiaron los papas Juan Pablo II y Benedicto XVI, con cardenales, obispos, prelados y laicos”.
“Es un redescubrir – dijo el cardenal argentino – una cadena de recuerdos sobre el ‘enigma Wojtyla’. El corazón de su mensaje fue “no tengáis miedo”, se basó en la herencia del martirio y “en el atentado de 1981 ofreció una señal evidente”.
El profesor Gianni Letta, miembro del gobierno italiano recordó la estrecha cercanía de Juan Pablo II con el cardenal Sandri, a quien le tocó anunciar el famoso “Ha retornado a la Casa del Padre”, cuando falleció el Papa, y como cuando Wojtyla estaba sin voz le había confiado la lectura de su homilía.
Letta recordó el itinerario histórico y espiritual de Riccardi, el contexto del 68, su trabajo en las periferias, su paso por Comunión y Liberación, y después en la Plaza San Egidio la fundación de la comunidad que tomó un rol de primer orden en la mediación internacional.
El profesor Letta hizo un recorrido histórico, señalando diversos puntos de referencia como el escenario de Roma con su sinagoga en el impulso del diálogo entre católicos y judíos, las jornadas de la juventud y el Jubileo del 2000. “Son como imágenes que pasan de una película de 27 años de historia”.
Una historia la de su pontificado que inicia con la división de los dos grandes bloques y la guerra fría; el segundo conflicto de Iraq con el peligro de un choque de culturas y religión. La caída del muro de Berlín, el ampliarse de las democracias en Latinoamérica, la guerra en Bosnia, el 11 de septiembre, “y en cada evento se veía la presencia sufrida del Papa”.
“Un Papa testimonio del Dios de la Paz, de la justicia y testimonio del dolor de cada hombre”. Esta actitud encuentra sus raíces “en los años polacos, cuando vivió en primera persona eventos terribles. La II Guerra Mundial, el nazismo y la invasión de su patria, los campos de exterminio, el comunismo y los gulag, la terrible tragedia de la shoá”, todas experiencias y tragedias “que él había sentido en primera persona”.
Recordó también el llamamiento lleno de angustia “nunca más a la guerra”. Además el encuentro de Asís, “el viento impetuoso y el arco iris que se dibujó en el cielo cuando empezó a rezar el Papa”. Asís, dijo “una herencia recogida por la comunidad de San Egidio”.
Un libro “que nos hace conocer el verdadero Karol Wojtyla y por entero”.
Y después “el testimonio del sufrimiento, de haber estado en el timón de la Iglesia a pesar de que la enfermedad lo estuviera devorando”.
Mensaje
El portavoz emérito de la Sala de Prensa del Vaticano, Navarro Valls, trajo a la memoria diversos recuerdos, como el del “primer viaje a Estados Unidos en 1979, bajo los reflectores de un mundo hipercomunicado, y sin mayoría católica”.
Aquí un periodista intentó explicar el éxito comunicativo de Juan Pablo II con la frase “They love the singer but not de song”, vale a decir a la gente le gustó el hombre pero no lo que decía. Entretanto en el transcurso del tiempo quedó claro que más que su personalidad lo que llegaba era “la sinceridad del mensaje que transmitía, sin nada de postizo o de preparado”.
En la base de la comunicación de Juan Pablo II estaba la idea que “no solamente él, sino también quien le escuchaba era una criatura de Dios, y por lo tanto podían entenderse y tenían la capacidad de conocer la verdad”.
Entre los motivos estaba “la capacidad de simplificar, de ir a lo esencial del mensaje, depurándolo de las adherencias”.
En 1987 un crítico del New York Times se preguntaba por qué Juan Pablo II tenía tanto éxito en televisión. Y comentaba que: “el Papa domina la televisión simplemente ignorándola”.
“Y a medida que una serie de enfermedades lo disminuían en su físico, quedaba claro que no era el ‘singer’, el cantor, sino que había algo más”.
Todo esto en un contexto “en el cual el estructuralismo y el marxismo, no el soviético que de pensamiento tenía poco, sino aquel de tipo filosófico que ve la persona en cuanto un producto”.
¿El mensaje central de su magisterio? Lo indicó el mismo Papa: “ Nuestra responsabilidad es mantener el carácter trascendente de la persona humana, pues puede transformarse en un objeto. Esta es la base de mi enseñanza”.
Fue un Pontífice que le hizo entender a toda una generación humana lo inevitable del tema de Dios. Convenció a su época que no se puede entender al ser humano sin Dios. Y el mejor testimonio de lo que decía era él mismo”, porque “la falsedad no logra comunicar”.