Cardenal Tauran: Iglesia católica y cultura, “viejos compañeros de viaje”

Intervino ayer en el Consejo de Europa

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ESTRASBURGO, miércoles 13 de abril de 2011 (ZENIT.org).- El cristianismo tiene un gran papel que jugar en el campo cultural, subrayó el cardenal Jean-Louis Tauran, en su intervención este martes en Estrasburgo (Francia) durante la sesión de primavera de la asamblea parlamentaria del Consejo de Europa, durante un debate sobre la dimensión religiosa del diálogo intercultural.

“La Iglesia católica y la cultura son viejos compañeros de viaje”, afirmó el purpurado en su intervención, recogida por L’Osservatore Romano.

“Los creyentes tienen un modo de servirse de las cosas, de trabajar, de expresarse, de practicar su religión, de enriquecer las ciencias y las artes que proporciona a toda la comunidad humana una respuesta a los grandes interrogantes que atormentan al hombre desde siempre”, reconoció.

“En este comienzo de milenio en el que la transmisión de los valores es tan difícil de llevar a cabo, las tareas de la fe cristiana en la cultura parecen más evidentes que nunca”, destacó.

“No se trata de dictar a los hombres lo que tienen que hacer, se trata de recordarles que son los gestores de los recursos materiales y morales de este mundo en beneficio de todos, y por tanto que a ellos incumbe el deber de mantenerlos y de cultivarlos para las generaciones futuras”.

A los hombres de hoy les toca hacer de modo que sus contemporáneos “no se vean nunca privados de las fuentes de luz o de las propuestas de sentido capaces de iluminarles y de sostenerles”, añadió.

“Frente a los experimentos sobre lo humano, al aborto, a la eutanasia, a la banalización de la sexualidad, a la dictadura de la apariencia, deben ser cómplices de todo lo que, en la cultura, va aún, va siempre, va ya en el sentido de lo humano y de la humanización”.

“También esto es amar a los propios hermanos en humanidad”, observó el cardenal, exhortando a “dar testimonio de la singularidad cristiana”, teniendo “el valor de la diferencia”.

Dialogo

El purpurado recordó también la importancia de que “los jóvenes sean considerados iguales frente al diálogo intercultural e interreligioso”.

“Deben tener la misma posibilidad de acceder al conocimiento de su religión y de poder conocer la religión de los demás”, indicó, pidiendo que se les informe “sobre otras formas de pensar y de creer y disipar así sus miedos”.

“Nosotros nos enriquecemos cada uno con las formas de pensar del otro, compartiendo lo mejor de nuestras tradiciones espirituales”.

“No se trata de hacer concesiones a la verdad, sino de conocer al otro, de escucharle, de reconocer lo que tenemos en común y de poner este saber hacer – saber vivir – a disposición de todos”.

Humanismo cristiano

El cardenal subrayó la existencia de un “humanismo europeo de origen cristiano” que “ha podido hacer posible, con la excepción de una gran parte del siglo pasado, el debate entre fe y razón”.

Para el cardenal Tauran se trata de “un humanismo abierto a la trascendencia que, aún hoy, a pesar del secularismo y el relativismo ambientales, permite a los cristianos – y a los creyentes en general – de recordar la prioridad de la ética sobre las ideologías del momento, el primado de la persona sobre las cosas, la superioridad del espíritu sobre la materia”.

“En Europa, ninguna religión puede pretender imponerse con la astucia o con la fuerza – declaró –. . En Europa se dialoga. En Europa la religión no sólo se hereda, sino que cada vez más a menudo se elige. Y dado que las religiones son también culturas, Europa sigue siendo hoy un crisol del vivir juntos”.

Por esto, indicó, “es oportuno que no falten nunca espacios de escucha y de compartir”, que “nos permiten conocer el verdadero rostro de las religiones”.

Al respecto, auguró que “el Consejo de Europa tenga siempre el valor de tomar las decisiones concretas necesarias para promover – y si es necesario defender – la libertad de religión, para denunciar toda forma de persecución, de violencia y de discriminación por motivos religiosos, en Europa y en cualquier parte del mundo”.

“Como creyentes, se nos ofrece un inmenso taller para trabajar juntos, en el marco del diálogo ecuménico, del diálogo interreligioso, y también con todos los que caminan hacia el Absoluto”, concluyó el purpurado. “¡Hagamos de modo que nunca el nombre de Dios sea invocado para justificar discriminaciones y violencias!”.

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ZENIT Staff

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