CIUDAD DEL VATICANO, sábado, 16 de abril de 2011 (ZENIT.org).- Benedicto XVI ha explicado este sábado a la nueva embajadora de España ante la Santa Sede que la libertad religiosa no sólo se viola con la discriminación o la profanación, sino también con la denigración o la burla.
En el discurso que entregó a la primera mujer representante del Estado español ante el Vaticano, María Jesús Figa López-Palop, diplomática de carrera, durante la presentación de sus cartas credenciales, el papa reconoció que en estos momentos «no faltan formas, a menudo sofisticadas, de hostilidad contra la fe, que se expresan a veces renegando de la historia y de los símbolos religiosos, en los que se reflejan la identidad y la cultura de la mayoría de los ciudadanos».
«El que en ciertos ambientes se tienda a considerar la religión como un factor socialmente insignificante, e incluso molesto, no justifica el tratar de marginarla, a veces mediante la denigración, la burla, la discriminación e incluso la indiferencia ante episodios de clara profanación, pues así se viola el derecho fundamental a la libertad religiosa».
En las últimas semanas se han verificado asaltos a las capillas universitarias en varias ciudades españoles, y en los últimos años se han promovido desde varios sectores iniciativas que trataban de eliminar todo signo público religioso.
El pontífice propuso una visión diferente de la religión, dimensión «inherente a la dignidad de la persona humana», «un arma auténtica de la paz, porque puede cambiar y mejorar el mundo».
Colaboración en tiempos de crisis
En el discurso, el sucesor del apóstol Pedro garantizó la colaboración de la Iglesia con el Estado en «el ámbito propio de sus competencias y respetando plenamente la autonomía de las autoridades civiles, a las que aprecia y por las que pide a Dios que ejerzan con generosidad, honradez, acierto y justicia su servicio a la sociedad».
Esta colaboración, reconocida por la Constitución y los acuerdos bilaterales entre España y la Santa Sede, añadió, es particularmente necesaria en tiempos de una grave crisis económica, como la que vive el país.
La Iglesia, aseguró, «pretende ir más allá de la mera ayuda externa y material, y apuntar al corazón de la caridad cristiana, para la cual el prójimo es ante todo una persona, un hijo de Dios, siempre necesitado de fraternidad, respeto y acogida en cualquier situación en que se encuentre».
Principios no negociables
En este contexto, el obispo de Roma ilustró cuáles son los principios no negociables para la Iglesia.
Ante todo, dijo, destaca «el derecho a la vida humana desde su comienzo a su término natural, porque la vida es sagrada y nadie puede disponer de ella arbitrariamente».
En segundo lugar, añadió, la Iglesia «vela por la protección y ayuda a la familia, y aboga por medidas económicas, sociales y jurídicas para que el hombre y la mujer que contraen matrimonio y forman una familia tengan el apoyo necesario para cumplir su vocación de ser santuario del amor y de la vida».
En tercer lugar, subrayó, la Iglesia «aboga también por una educación que integre los valores morales y religiosos según las convicciones de los padres, como es su derecho, y como conviene al desarrollo integral de los jóvenes».
«Y, por el mismo motivo –subrayó–, que incluya también la enseñanza de la religión católica en todos los centros para quienes la elijan, como está preceptuado en el propio ordenamiento jurídico».
Benedicto XVI y España
Este papa ha entablado una relación particular con España, pues es el país al que más ha visitado en su pontificado, después de Italia.
Además de su visita a Valencia, en julio de 2006 para participar en el Encuentro Mundial de las Familias, y a Santiago de Compostela y Barcelona en noviembre pasado, el pontífice tiene previsto viajar a Madrid con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud.
En este sentido, el pontífice agradeció «la disponibilidad, cooperación y ayuda generosa que tanto el Gobierno de la Nación como las autoridades autonómicas y locales están dispensando para el mejor éxito de una iniciativa que atraerá la atención de todo el mundo y mostrará una vez más la grandeza de corazón y de espíritu de los españoles».